El verdadero significado del 6 de enero: debemos responder al neofascismo de Trump con esperanza
Columnista invitado

Exsecretario de Trabajo de Estados Unidos, profesor de política pública en la Universidad de California en Berkeley y autor de Saving Capitalism: For the Many, Not the Few y The Common Good. Su nuevo libro, The System: Who Rigged It, How We Fix It, ya está a la venta. Es columnista de The Guardian US.

El verdadero significado del 6 de enero: debemos responder al neofascismo de Trump con esperanza
Trump le dijo a la multitud en el mitin del 6 de enero: 'Nunca nos rendiremos. Nunca cederemos'. Foto: Shannon Stapleton/Reuters

El 6 de enero se cumplirá el primer aniversario de uno de los días más vergonzosos de la historia de Estados Unidos. En esa fecha de 2021, el Capitolio de Estados Unidos fue atacado por miles de personas armadas leales a Donald Trump, algunas con la intención de matar a miembros del Congreso. Alrededor de 140 agentes resultaron heridos. Cinco personas murieron.

Incluso ahora, casi un año después, los estadounidenses siguen confundidos y divididos sobre el significado de lo ocurrido. Permítanme ofrecer cuatro verdades básicas:

1.- Trump incitó el ataque al Capitolio

Durante semanas antes del ataque, Trump instó a sus partidarios a que fueran a Washington para una “Marcha para salvar a Estados Unidos” el 6 de enero, fecha en la que el Congreso iba a contabilizar ceremonialmente los votos electorales de la victoria de Joe Biden.

“Gran protesta en DC el 6 de enero. Estaré ahí, ¡será una locura!”, tuiteó el 19 de diciembre. Después, el 26 de diciembre: “Nos vemos en Washington DC el 6 de enero. No falten. Información a continuación”. El 30 de diciembre: “SEIS DE ENERO, ¡NOS VEMOS EN DC!”. El 1 de enero: “El GRAN mitin de protesta en Washington DC se llevará a cabo a las 11 de la mañana el 6 de enero. Los detalles de ubicación se darán a conocer más adelante. StopTheSteal!”

En el mitin celebrado justo antes de la violencia, Trump repitió sus falsedades sobre cómo se robaron las elecciones.

“Nunca nos rendiremos”, dijo. “Nunca cederemos. Nunca sucederá. Uno no cede cuando hay un robo de por medio. Nuestro país está harto. No lo soportaremos más”.

Le dijo a la multitud que los republicanos luchaban constantemente como un boxeador con las manos atadas a la espalda, respetando a todo el mundo, “incluida la gente mala”.

Pero, dijo, “tendremos que luchar mucho más fuerte… Vamos a caminar hasta el Capitolio, y vamos a animar a nuestros valientes senadores y congresistas y mujeres, y probablemente no estaremos animando tanto a algunos de ellos, porque nunca recuperaremos nuestro país con debilidad. Tienes que mostrar fortaleza, y tienes que ser fuerte… Luchamos como el demonio. Y si no luchas como un demonio, ya no tendrás un país”.

Después dijo a la multitud que en su caso se aplicaban “reglas diferentes”.

“Cuando se atrapa a alguien en un fraude, se pueden aplicar reglas muy diferentes. Así que espero que Mike [Pence] tenga el valor de hacer lo que tiene que hacer, y espero que no escuche a los Rinos [Republicano solo de nombre] y a la gente tonta a la que está escuchando”.

Luego despachó a la multitud hacia el Capitolio cuando estaba a punto de comenzar el recuento electoral. El ataque ocurrió inmediatamente después.

2.- Los sucesos del 6 de enero coronaron dos meses en los que Trump intentó revertir el resultado de las elecciones

Poco después de las elecciones, Trump convocó a la Casa Blanca a los legisladores republicanos de Pensilvania y Michigan para preguntarles cómo podrían alterar los resultados electorales. Incluso convocó a dos funcionarios de la junta local de recuento de votos en el condado de Wayne, el condado más poblado de Michigan y uno que favorecía abrumadoramente a Biden.

Le pidió al secretario de Estado republicano de Georgia que “encontrara 11 mil 780 votos”, según una grabación de esa conversación, y añadió: “La gente de Georgia está enojada, la gente del país está enojada. Y no hay nada malo en decir que, ya sabes, que has recalculado”.

Sugirió que el secretario de Estado sería procesado penalmente si no hacía lo que Trump le decía: “Tú sabes lo que hicieron y no lo estás reportando. Tú sabes, eso es delictivo, es un delito.

Y sabes, no puedes dejar que eso ocurra. Eso es un gran riesgo para ti y para Ryan, tu abogado. Es un gran riesgo”.

Presionó al fiscal general y al fiscal general adjunto en funciones para que declararan que las elecciones eran fraudulentas. Cuando el adjunto dijo que el departamento no había encontrado pruebas de fraude generalizado y advirtió que no tenía poder para cambiar el resultado de las elecciones, Trump respondió: “Solo di que las elecciones fueron corruptas + déjame el resto a mí” y a sus aliados en el Congreso.

Trump y esos aliados siguieron sermoneando al fiscal general y a los altos funcionarios del Departamento de Justicia casi todos los días hasta el 6 de enero. Trump conspiró con un asistente del fiscal general para destituir al fiscal general en funciones y presionar a los legisladores de Georgia para que anularan los resultados de las elecciones. Sin embargo, Trump decidió finalmente no hacerlo, después de que los líderes del departamento se comprometieron a dimitir en masa.

Es de suponer que se conocerán más detalles del intento de golpe de Estado de Trump después de que el comité selecto de la Cámara de Representantes reúna el 6 de enero más pruebas y tome declaración a más testigos.

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Bennie Thompson, Liz Cheney, Stephanie Murphy, Adam Schiff, Zoe Lofgren, Adam Kinzinger y Jamie Raskin en una audiencia del comité selecto de la Cámara de Representantes del 6 de enero. Foto: J Scott Applewhite/AP

3.- El intento de golpe de Estado de Trump continúa

Trump sigue negándose a reconocer las elecciones y continúa diciendo que fueron robadas. Preside una red de fieles y aliados que han intentado anular las elecciones (y erosionar la confianza pública en ellas) mediante la organización de “auditorías” estatales partidistas e intensificando los ataques a los funcionarios electorales estatales. Cuando le preguntaron recientemente sobre las afirmaciones fraudulentas y la retórica cada vez más incendiaria, un vocero de Trump comentó que el expresidente “apoya a cualquier estadounidense patriótico que dedique su tiempo y esfuerzo a exponer las elecciones presidenciales arregladas de 2020“.

La semana pasada, Trump anunció que ofrecerá una conferencia de prensa en su complejo Mar-a-Lago, en Florida, el 6 de enero.

“Recuerden”, dijo, “la insurrección ocurrió el 3 de noviembre. Fue la protesta completamente desarmada de las elecciones arregladas que se llevó a cabo el 6 de enero.” (Recordatorio: estaban armados).

Después se refirió a la investigación de la Cámara de Representantes: “¿Por qué el Comité de no elegidos, formado por políticos altamente partidistas, no está investigando la CAUSA de la protesta del 6 de enero, que fue la elección presidencial arreglada de 2020?”

Continuó arremetiendo contra los “Rinos”, presumiblemente refiriéndose a sus oponentes dentro del partido, como los representantes Liz Cheney y Adam Kinzinger, que forman parte del comité del 6 de enero.

“En muchos sentidos, un Rino es peor que un demócrata de izquierda radical”, dijo Trump, “porque no sabes de dónde vienen y no tienes idea de qué tan malos son realmente para nuestro país”.

Y añadió: “La buena noticia es que cada vez quedan menos Rinos a medida que elegimos a fuertes patrióticos que aman a Estados Unidos”.

Trump apoyó a un contrincante de Cheney en las elecciones primarias, mientras que Kinzinger dejará el Congreso en las próximas elecciones. Trump y otros republicanos también actuaron para castigar a 13 republicanos de la Cámara de Representantes que se opusieron a los dirigentes del partido y votaron a favor de un proyecto de ley de infraestructuras bipartidista en noviembre.

Todo esto expone un problema más profundo con el que Estados Unidos debe lidiar

Trump y sus coconspiradores deben asumir responsabilidades, por supuesto. Con suerte, el departamento de justicia utilizará el informe del comité selecto en los procesos penales contra Trump y sus cómplices.

No obstante, esto en sí mismo no resolverá el problema subyacente: un autoritario beligerante y narcisista que consiguió un poderoso control sobre una gran parte de Estados Unidos. Hasta el 60% de los votantes republicanos siguen creyendo en sus mentiras. Muchos de ellos siguen siendo intensamente leales. El partido republicano está a punto de convertirse en una secta cuya idea central motivadora es que le robaron a Trump las elecciones de 2020.

Trump tuvo ayuda, por supuesto. Los presentadores de Fox News y los grupos de Facebook han promovido y amplificado sus desvaríos para sus propios fines. Los republicanos en el Congreso y en los estados también le siguen el juego.

Sin embargo, el intento de golpe de Estado de Trump no podría llegar tan lejos como lo ha hecho si no hubiera un profundo enojo y desesperación en una parte sustancial de la población que ha hecho que estos estadounidenses sean susceptibles a su fanfarronería y sus mentiras.

Resulta demasiado simplista atribuir este enojo únicamente al racismo o a la xenofobia. Estados Unidos ha albergado sentimientos de supremacía blanca y antiinmigración desde su fundación. El enojo que Trump canaliza está más estrechamente relacionado con una profunda pérdida de identidad, dignidad y propósito, en particular entre los estadounidenses que se han quedado atrás, sin títulos universitarios, sin buenos empleos, en lugares que se han quedado vacíos, abandonados económicamente y despreciados por gran parte del resto del país.

Trump llenó un vacío en una parte de Estados Unidos que sigue ansiando un hombre fuerte que lo saque de la desesperación. Un vacío similar atormenta a otras naciones en las que la democracia está en peligro. El reto que tienen por delante, tanto en Estados Unidos como en otros lugares, es llenar ese vacío con esperanza y no con neofascismo. Ese es el verdadero significado del 6 de enero.

Robert Reich, exsecretario de Trabajo de Estados Unidos, es profesor de política pública en la Universidad de California en Berkeley y autor de Saving Capitalism: For the Many, Not the Few y The Common Good. Su nuevo libro, The System: Who Rigged It, How We Fix It, ya está a la venta. Es columnista de The Guardian US. Su boletín informativo aparece en robertreich.substack.com

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