Pandemia y pandemia

Telsida. En ese año, cuando tenía apenas 16 años, un servicio como tal marcó la diferencia entre pasarla mal o peor. La realidad de las cosas es que en ese entonces las campañas de prevención y difusión de lo que es el VIH adolecían de muchas cosas. Pero estaban ahí.

Entrar hoy, en 2021 a la cuenta de Twitter del Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el sida (Censida) y notar que el último tuit que hicieron es del 16 de agosto. Encontrar en una página del gobierno que hay un anuncio de suspensión de la línea de atención Telsida.

Preguntarse: ¿qué está pasando?

Luego recordar el trabajo que desde hace tiempo están haciendo activistas como Alaín Pinzón, de VIHveLibre. Saber de primera mano por las entrevistas que le hemos hecho Ilana Sod y yo, lo complicado de la situación que las personas que viven con VIH están viviendo.

Y la cantaleta oficial que rima con “neoliberal” más de lo que quiere.

Y luego encontrar un tuit de un activista incansable sobre la causa.

Exacto. Ninguna o casi ninguna.

Recordar mis 16 años y pensar en quienes hoy no tienen Telsida o una campaña. Recordar el miedo, la culpa producto de mi educación judeo-cristiana retrógrada y ahora, luego de tantos años a la que puedo calificar de medieval. Pensar en quienes hoy no tienen siquiera una línea de teléfono en 2021.

Pensar en quienes hoy no tienen medicamentos.

Pensar en quienes hoy no tienen siquiera internet.

Encontrarme con esta organización ciudadana para conseguir medicamentos que no han sido comprados.

Pensar en lo terrible de un mundo en pandemia en el que además se te estigmatiza si vives con VIH y en el que se te niega el derecho a la salud.

Aunque quieran predicar lo contrario.

Apoyemos: en cualquier de las siguientes organizaciones o en Aire Libre: Avenida de la República 157. Colonia Tabacalera.

Yo mismo recibo hasta el 17 de noviembre.