Periodista y abogado con más de 35 años de trayectoria. Reportero, comentarista y consultor experto en temas jurídicos. Premio Nacional de Periodismo José Pagés Llergo 2011. Especialista en el Poder Judicial de la Federación y analista político.
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Se cumplió el peor escenario para el Poder Judicial
A estas alturas costaría décadas reconstruir lo que se ha tirado a la basura con el beneplácito de los autores intelectuales de este colapso, disfrazado de transformación.
A estas alturas costaría décadas reconstruir lo que se ha tirado a la basura con el beneplácito de los autores intelectuales de este colapso, disfrazado de transformación.
Nadie pudo imaginar que instituciones creadas y reformadas para fortalecer la democracia, fueran el gen de su propia destrucción. Nos dimos condiciones para reducir el presidencialismo todopoderoso, profundizar en la autonomía de órganos electorales operados por expertos, hacer de la rendición de cuentas una convicción en el deber público, establecer condiciones para crear independencia judicial y corregir al Ejecutivo si fuese necesario conforme a la Constitución, se procuró el profesionalismo de los operadores jurídicos y el respeto a la carrera de los juzgadores federales.
Tras el control hegemónico de 7 décadas, los abusos no fueron extinguidos, pero sí acotados de forma determinante. Hace 30 años la calidad de nuestra estructura jurídica mejoró con diques al vetusto aparato que obedecía sin contrapesos a una sola persona para imponer el camino a seguir.
Me contenía a reconocerlo tajantemente, pero ya no me queda otro remedio que afirmarlo con claridad: En México, la democracia falló como sistema incluyente y plural, provocó el exceso que ahora nos regresa al pasado que nadie deseaba repetir con la agravante de una dictadura que se asoma.
El más popular en las urnas no fue el más apto para gobernar y tener visión de Estado en la búsqueda legítima de una mejor nación. El salto democrático en la escalera del popular juego, resultó ser la serpiente que nos hizo perder el terreno ganado. ¿Quién envenenó los dados? Los mismos que se beneficiaron de instituciones democráticas para llegar al poder y tronar el puente que soporta instituciones autónomas condenadas por aclamación en un suicidio colectivo.
El sistema que nos permitió la alternancia trajo en su propia genética la causa de su enfermedad terminal, así nuestro país vuelve al pasado marcado por las imposiciones de un sólo hombre que ha traicionado lo más valioso que teníamos. A estas alturas costaría décadas reconstruir lo que se ha tirado a la basura con el beneplácito de los autores intelectuales de este colapso disfrazado de transformación.
El Poder Judicial incómodo a las costumbres del presidencialismo más nocivo ha sido condenado para improvisar su reemplazado mediante una pantomima con toques circenses que borrará de un plumazo las carreras y trayectorias de peritos en derecho profesionales. Para vergüenza de nuestro país ante el mundo, la burda maniobra ha sido coronada con la ocurrencia de una “tómbola” que describe la estupidez de su promotor. Vidas, grados académicos y experiencia jurisdiccional tirados a la basura como la venganza más baja que se recuerde en el campo de las instituciones públicas.
La narrativa mentirosa del obradorato vende esta calamidad asegurando sin ningún diagnóstico serio y objetivo que el “cambio” será para mejorar, y “democratizar a los jueces” porque el pueblo manda y sabe lo que quiere. La demagogia más ordinaria se utiliza para difuminar un golpe final al sistema de impartición de justicia. Mandan a los aspirantes a jueces, magistrados y ministros a emprender campañas para obtener respaldos que afianzarán compromisos que se tendrán que respetar después. Así, devaluando y politizando la justicia se obliga a jugar en un terreno envenenado a los futuros próceres de la negociación de las sentencias, quienes acepten esas condiciones deberán cumplirles a sus promotores con benevolencia. Así mueren 3 décadas de un Tribunal Constitucional que nos dio el mejor aparato posible a pesar de los pendientes y lo que siempre se pudo mejorar.
El dictamen de la Comisión de Puntos Constitucionales a la Iniciativa de Proyecto de Decreto de la llamada Reforma judicial que circula desde hace días, significa el epitafio de la aspiración a mejorar lo que tanto ha costado construir.
La elección por voto popular de juzgadores federales creará cuotas para complacer a empresarios sin escrúpulos, grupos de poder, medios de comunicación de dudosa ética, partidos políticos y hasta líderes de la delincuencia organizada que operan y mandan en sus territorios. Los intereses de sectas estarán por encima de la justicia para hundir a los más desprotegidos en esta película de terror que en el mes de la patria hará realidad la ficción más inquietante para desgracia de México.
En junio de 2025 la Suprema Corte será reemplazada por personajes electos, tal vez populares en los parámetros del cuatroteísmo, pero entregados a la obediencia con quien seguirá mandando en el teatro del maximato del siglo XXI que arrancará el uno de octubre.
En estos días los ministros más indignados, manifiestan su apoyo con discreción a los trabajadores y juzgadores que han decidido emprender un inédito paro de labores en todo el país. Algunos han optado por el silencio cuando la estructura jurisdiccional se desmorona, sin embargo, preparan su decisión de vida para determinar en qué momento optarán por irse antes de que les arrebaten a jalones la toga. Créanme que la dosis de dramatismo es muy mesurada en comparación con los acontecimientos reales.
La suspensión de labores es el único mecanismo que queda en la dignidad de empleados, jueces y magistrados. Su decisión es irreprochable para exhibir el abuso que se materializa en la institución que representan. Lamentablemente no faltan los que juegan a dos bandas y prefieren quedar bien con los que llegarán.
Entre los integrantes del pleno de la Corte hay ministros que consideran que no hay condiciones para emitir un pronunciamiento institucional sobre el dictamen de la reforma. No hay acuerdo y este no llegará, para algunos sería como tratar de negociar lo inadmisible. Javier Laynez, Norma Piña, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Juan Luis González Alcántara Carrancá, Margarita Ríos Farjat, Alberto Pérez Dayán y Luis María Aguilar a quien le quedan poco más de 3 meses de periodo, no hacen suya la idea de una expresión que represente a la totalidad del pleno en las actuales circunstancias. De ahí el silencio ante el intento de las radicales que quisieran una claudicación firmada ante el entuerto de la elección de juzgadores a través del voto popular con el que comulgan, me refiero a Yasmín Esquivel y Lenia Batres.
Las dudas sobre un pronunciamiento han llegado hasta Loretta Ortiz, que en diversas ocasiones se ha manifestado públicamente en desacuerdo con este controvertido tema. Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena ha tratado de conciliar con sus colegas para expresar una postura de la Corte sobre el dictamen con propuestas de modificación al texto, esta versión surge de diversas entrevistas concedidas por el ministro Laynez en las últimas horas.
El tema de fondo, insalvable para la mayoría, es la elección de juzgadores en las urnas y la extinción de la carrera judicial como la conocemos en la actualidad. Para algunos es una situación que no admite matices e implícitamente coincide con quienes han decidido ir al paro. El desacuerdo para un pronunciamiento institucional del pleno se puede interpretar como un respaldo tácito a quienes se manifiestan contra el histórico atropello.
La reforma judicial planteada por Andrés Manuel López Obrador empeora la situación en que se encuentra la impartición de justicia en México, lamentablemente la conducta de algunos juzgadores (los menos) fortalece la idea de la ejecución sumaria en la que se generaliza, para calumniar a funcionarios valiosos, preparados y honestos (la gran mayoría). El país cambiará y no para enfrentar con éxito nuestros rezagos.
A reserva de platicarlo posteriormente, todo un tema de revisión exhaustiva es el amparo contra el procedimiento de reformas a la Constitución, aunque podría ser demasiado tarde.
EDICTOS
La traición tiene nombre en el Sindicato de Trabajadores del Poder Judicial de la Federación, se llama Gilberto González Pimentel, quien ha exigido a sus agremiados no respaldar la protesta mediante el paro de labores. Adentro se dice que le llegaron al precio y que además estaría presuntamente condicionado por temas pendientes que comprometen su ejercicio al frente de ese sindicato en el que busca perpetuarse. Entre 2014 y 2015 conocí de cerca al personaje, siempre ocupado en la conservación de sus privilegios personales y los de sus incondicionales. Dedicado en ocasiones a defender lo indefendible y en otras circunstancias a dejar solos a quienes realmente padecían una injusticia. La situación que enfrenta la Corte y el Consejo de la Judicatura puso a prueba a González Pimentel que ha exhibido su falta de congruencia como buen líder charro que pretende entregar la plaza al mejor postor.