Los eventos masivos, como conciertos, festivales musicales o deportivos, son una parte importante de nuestra sociedad. Ofrecen oportunidades para la diversión, la cultura y el intercambio social. Sin embargo, detrás de todo ese brillo, emoción y cascadas de creatividad, se oculta una preocupación ambiental considerable: su huella ecológica.
Consideremos, por ejemplo, que en México, con un promedio anual de 181 festivales, el volumen de residuos supera en un 71% al de un día ordinario. Y eso sin mencionar el incremento en el consumo de agua durante estos eventos, un recurso ya en crisis, y el aumento de la contaminación del aire y sonora, consecuencias directas de nuestras congregaciones masivas y la cercanía con el día cero.
De acuerdo a los cálculos de Water Footprint, un festival de música con 100 mil asistentes puede consumir hasta 1 millón de litros de agua al día, y una sola persona en un evento masivo puede consumir hasta 10 litros del líquido. Lo triste es que se estima que hasta un 30% del agua utilizada en eventos masivos se desperdicia por fugas o errores humanos.
El Camino hacia la Mitigación
Frente a esta realidad, emerge una pregunta crítica: ¿Cómo podemos, colectivamente, reducir nuestro impacto ambiental? La respuesta yace en la colaboración transversal: desde los organizadores de eventos hasta los asistentes, patrocinadores, proveedores y gobiernos, todos tenemos un papel que desempeñar.
Como parte de la comunidad mundial que enfrenta la emergencia climática, la industria de los festivales debe ser parte de la solución, e incluir prácticas que reduzcan su impacto negativo en el medio ambiente, además de ser una vía para la reeducación de los ciudadanos y mejorar la cultura de la sostenibilidad.
En esta labor titánica, todos tenemos una responsabilidad: desde los organizadores de festivales, implementando medidas como la gestión de residuos eficiente, el uso de materiales reciclables y la promoción del transporte sostenible; los asistentes, tomando conciencia del impacto ambiental de su participación y realizando acciones como tomar el transporte público, llevar sus propios contenedores de agua y reciclar correctamente; los patrocinadores, exigiendo prácticas ambientales responsables y apoyando iniciativas de sostenibilidad; los proveedores, ofreciendo productos y servicios más ecológicos y con capacidad de reciclaje, hasta los gobiernos, implementando regulaciones ambientales para los eventos masivos, fomentando y subsidiando mejores prácticas.
A este espectro de actores, me gustaría sumar otro crucial: las organizaciones educativas. Un ejemplo es el proyecto Cultura Circular del British Council, iniciativa que fomenta prácticas sostenibles y forma a la industria de eventos masivos para minimizar su impacto ambiental. Este programa no solo es un testimonio del compromiso con la sostenibilidad, sino también una invitación a repensar cómo gestionamos y valoramos nuestros recursos naturales.
La cultura como motor de cambio: Invitación a la Acción
Cultura Circular, nace de una necesidad y oportunidad, donde 83% de los gestores de los eventos masivos ven una alternativa para actuar de forma más sustentable, y sólo la mitad de los actos culturales de grandes públicos cuentan con un equipo de trabajo interno dedicado a desarrollar o coordinar acciones ambientales. El proyecto facilita que gestores y organizadores de eventos de toda Latinoamérica se unan a un movimiento de cambio positivo. La convocatoria del 2024 estará disponible en 10 países de la región, incluido México, a partir de finales de abril. Esta gran apuesta ha creado una red global dedicada a transformar la dinámica de los eventos masivos hacia una gestión más conciente y respetuosa con el medio ambiente.
La iniciativa impulsa el que los profesionales de la industria se capaciten en prácticas sostenibles y se conviertan en agentes de cambio, a la par de estrechar los lazos de colaboración artística entre los festivales mexicanos y el sector artístico británico.
Un futuro sostenible es posible
Confrontar el cambio climático y sus efectos es una responsabilidad compartida. Solo mediante esfuerzos conjuntos y decisiones concientes podemos aspirar a un impacto ambiental minimizado, no solo en la industria de los eventos sino en todas nuestras actividades cotidianas.
Asumamos juntos esta responsabilidad y trabajemos por un futuro más verde. La hora de actuar es ahora; sumémonos a este movimiento vital por nuestro planeta.
Si quieren conocer más detalles de la iniciativa Cultura Circular visiten nuestra página web.