Tomar el Congreso
En Quintana Roo desde hace 50 días grupos de defensa de los derechos de la mujeres tienen tomado el Congreso. Lejos de escuchar sus reclamos, los y las legisladoras quieren torcerles el brazo cortándoles la luz y el agua. Eso sí, lo que no se cortan son los ataques a las mujeres y los feminicidios en ese estado.
En Quintana Roo desde hace 50 días grupos de defensa de los derechos de la mujeres tienen tomado el Congreso. Lejos de escuchar sus reclamos, los y las legisladoras quieren torcerles el brazo cortándoles la luz y el agua. Eso sí, lo que no se cortan son los ataques a las mujeres y los feminicidios en ese estado.
No, no me refiero al Capitolio.
Van ya, mas de 50 días que el Congreso de Quintana Roo fue tomado por colectivas feministas. La estrategia de negociación de los legisladores ha sido todo menos sutil: quitarles la luz y el agua.
Ellas resisten, buscan que la “Legislatura de la paridad”, con una mayoría del partido de “izquierda”, pueda aprobar los temas que urgen: legalización del aborto y autodefensa feminista, entre otros.
Del Estado en el que los policías reaccionaron a balazos para dispersar una manifestación, del Estado en el que las violaciones y los feminicidios son el pan de cada día.
En ese mismo Estado, nace otra historia. En un video se alcanza a ver a una mujer corriendo desnuda por la calle tratando de escapar, se suman unas fotografías en donde los intentos por ahorcarla han marcado su cuerpo, tiene moretones hasta en las uñas.
La diferencia entre estas fotos, y las que normalmente vemos en redes sociales acompañadas de una denuncia, es que la víctima no las subió, fue un medio de comunicación el que las publicó (quién sabe cómo las obtuvo). Éstas forman parte de la evidencia en manos de la fiscalía.
No pude hablar con la víctima, “no tiene las palabras para expresar lo que le pasó”, me dice su padre, a quien me cuesta preguntarle los detalles de los hechos, pues no alcanzo a imaginarme lo que como padre implicaría narrarlos.
Sin embargo, el medio de comunicación que publicó las fotos, al parecer tuvo acceso a la carpeta de investigación y éste me cuenta cuáles son los datos que no son correctos. Un sujeto, extranjero, ejecutivo de un importante grupo de tiempos compartidos, invitó a su hija para conversar sobre cuestiones laborales, la violó, la golpeó y ella tuvo que salir huyendo del lugar.
Tras haberse hecho pública su historia, la familia de la víctima tiene conocimiento de al menos dos víctimas más del mismo sujeto. Al parecer una ya levantó la denuncia, la otra, no saben si lo hará. Creen, que pueda haber más víctimas de la misma persona, accedieron a la entrevista, esperando que sí las hay, tengan la fuerza para denunciar y conseguir que este sujeto pague por todas las que ha hecho.
¿Puede hacerse justicia? No, nada devuelve a una víctima a lo que era antes de un ataque de este tipo, pero puede evitarse que le suceda lo mismo a otra mujer.
¿Cómo puede alguien golpear y abusar sexualmente de una y otra mujer y seguir con la impunidad necesaria para seguirlo repitiendo? Porque el sistema no sirve, porque la corrupción siempre gana y porque la violencia de genero está normalizada, tanto que en lugar de escuchar las demandas por una legislación más justa, les apagan la luz, les quitan el agua..
Por eso, la demanda de las que las mujeres que tienen tomado el Congreso de Quintana Roo es tan importante. Porque tiene que parar.
Mientras tanto, sus legisladores y legisladoras tienen otro tipo de prisa, la electoral.