Una revolución necesaria en comunicación digital
Entre líneas

Es periodista de formación, licenciado en administración pública y maestrante en Comunicación Integral y Transformación Social. Ha colaborado en medios como Milenio, La Jornada y Revista LATE, como consultor en Artículo 19 México y como estratega digital en Comunicación Social de la Cámara de Diputados.

Una revolución necesaria en comunicación digital Una revolución necesaria en comunicación digital
Foto: Pixabay

Imagina llegar a un área de Comunicación Social a nivel federal en pleno 2018 y encuentras que siguen usando cintas, transmisiones análogas, cámaras rotas e incompletas; que los trabajadores continúan laborando con equipos obsoletos y que su alcance en redes sociales era –de acuerdo con los datos proporcionados– tan solo de un millón de personas en todo un año.

Prácticamente fue así como encontramos el área de Comunicación Social de la Cámara de Diputados en la Legislatura pasada, la LXIV. Un área abandonada. Revitalizar, cambiar, fortalecer y direccionar en poco tiempo un área sustantiva para la reputación de una institución no fue tarea fácil.

Primero se comenzó a trabajar con lo que ya se tenía y, al mismo tiempo, se adecuaron planes de acción en lo que se realizaba un diagnóstico para solicitar los insumos necesarios que mejoraran los procesos y las actuaciones. La LXIV Legislatura tuvo en sí misma un hito histórico: Morena, un partido relativamente nuevo (2014), alcanzó en principio 247 legisladores y después –con cambios de bancada– logró la mayoría absoluta. El reto no era menor, pues la ciudadanía estaba atenta a todo lo que pudiera ocurrir y exigía un canal para consultar en tiempo real los trabajos de las y los legisladores.

Por ello, en la parte digital quizá el reto fue aún mayor. Millones de ciudadanos tenían que ser atendidos de una manera que respondiera a los principios de máxima publicidad, calidad, claridad, veracidad y transparencia. Las redes sociales fueron un canal fundamental para lograr dichas acciones. Nos propusimos desde un inicio dos cosas: reactivar las cuentas y hacerlo de una manera que se retomaran como una fuente de consumo legítima.

Darles vida a las cuentas de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube no fue fácil. Fueron acciones como mejorar criterios editoriales para darle información con puntos de precisión a la población, por ejemplo la implementación de postales de votaciones de última hora. También fue fortalecer y homologar la presentación de gráficos y audiovisuales bajo estándares de calidad e institucionalidad. Y no menos importante fue lograr publicitar en tiempo real mediante transmisiones en vivo eventos tan relevantes como las sesiones del pleno, las comisiones y actividades de parlamento abierto.

De tener un alcance de un millón de personas al año pasamos a tener a más de 230 millones en tan solo dos años. Dicho dato fue publicado el viernes 19 de marzo de 2021 en la Gaceta Parlamentaria de la Cámara de Diputados. Todo eso llevó un proceso de análisis, propuesta, valoración, ejecución, diagnóstico, ajustes operativos, ajustes de diseño y mejora continua.

Los resultados se lograron gracias a un esfuerzo colectivo. Tuve el privilegio de encabezar un equipo de profesionales de alta calidad. Me tocó coordinar tanto la parte redes sociales como de diseño gráfico (y audiovisual) para salidas digitales. Andrea Rodríguez, Juan Carlos Hernández, Ángel Martínez, Viviana Rodríguez, Karen Ontiveros, Laura Polo y, al final del tramo, Germán Cobos en la parte operativa de redes. Gustavo Castañeda, Erik Gutiérrez, Paulina González y Eliud Martínez en diseño.

También tuve el privilegio de contar primero con la invitación de la coordinadora Roselli Reyes, quien me permitió operar de manera plena el área que encabecé, pero también acercarme a otras áreas para construir una red de colaboración. De igual manera tuve el honor de trabajar con el coordinador Ricardo Barraza, quien nos ayudó a ser mucho más metódicos, propositivos y organizados para lograr metas fijas en ciclos constantes. Una persona que ayudó muchísimo en la revolución del área de Comunicación en la parte técnica y audiovisual fue Jehú Sánchez. Y no menos importante es admirar y reconocer todo el esfuerzo de Claudia Castro quien ayudó –y ayuda– a darle cauce a distintas actividades en las áreas.

Me faltaría una lista muy larga para agradecer y reconocer a cada una y uno de los que están y estuvieron (Carlos Franco, Norberto Carrasco, Michelle Galván y un largo etcétera). Pero quiero dejar claro que el compañerismo y las acciones interáreas fueron fundamentales. Lograr objetivos específicos en soledad ya no es redituable. Lo que hoy se requiere es una colaboración constante con cada una de las partes interesadas. Solo así se puede y podrá lograr resultados que indiquen el rendimiento de las actividades. Además, analizar y reajustar es importante. Las redes sociales son en estos momentos un eje estratégico comunicacional imprescindible, pero, así como cambia el algoritmo constantemente, también cambian las formas de consumo y, por ello, uno siempre debe estar dispuesto al cambio y a probar nuevas acciones en una bajara de alternativas.

Me parece que aún hay pendientes como formalizar de manera clara y normativa el área de redes sociales que depende a Comunicación Social en la Cámara de Diputados. Pero haber podido contribuir el fortalecimiento, crecimiento, consolidación, mejora y actualización de un área tan importante me deja muy agradecido. Soy un convencido de que la institucionalidad es una panacea en épocas donde se ofrecen salidas fáciles para problemas complejos. Porque la institucionalidad recoge toda la parte de rendición de cuentas y de la legitimidad del Estado mediante complejos procesos organizativos (burocracia sin el sentido peyorativo) que son fundamentales para atender a la ciudadanía.

El jueves 30 de septiembre fue mi último día como coordinador técnico de Comunicación Social en la Cámara de Diputados y no me voy más que agradecido y satisfecho por todo lo que se ha logrado. Estoy seguro de que las cosas solo pueden mejorar y celebro que existan profesionales que impulsan de manera discreta, pero con enorme esfuerzo, áreas que hacen funcionar a las instituciones. Los buenos servidores públicos son el engrane que hacen girar y funcionar la maquinaria social llamada democracia.

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