Narendra Modi pierde su aura de invencibilidad al no materializarse la avalancha prevista
El primer ministro indio, Narendra Modi, llega a la sede del partido para pronunciar un discurso de victoria, en Nueva Delhi, el 4 de junio de 2024. El objetivo previsto de obtener 400 escaños parlamentarios se ha reducido a unos 240. Foto: Harish Tyagi/EPA

Puede que las elecciones indias devuelvan a Narendra Modi al poder para un tercer mandato, pero los resultados del martes no tenían el sabor de la victoria para el hombre fuerte, el primer ministro.

De hecho, a medida que iban llegando los primeros recuentos de votos, estaba claro que iba a ser uno de los momentos más humillantes para Modi y su partido Bharatiya Janata (BJP) en más de una década.

El BJP se presentó a estas elecciones, que empezaron en abril, con confianza y el eslogan “ab ki baar, 400 paar”, el objetivo de ganar 400 escaños, más de dos tercios del Parlamento, una hazaña que sólo se había logrado una vez. El regreso de Modi al poder, con la misma mayoría, si no más, era considerado por analistas y expertos casi inevitable, dado el culto a la personalidad que se ha creado en torno al líder y su centralización del poder en la última década. El pasado fin de semana, las encuestas de salida pronosticaban una victoria aplastante del BJP, y decenas de miles de ladoos (dulces indios) se preparaban para las fiestas de la victoria en todo el país.

Sin embargo, esa mayoría arrolladora no se ha materializado y, en su lugar, ha aparecido un escenario más complicado y diverso del panorama político indio. El BJP como partido único parece que perderá más de 60 escaños, con lo que su total previsto se reduce a unos 240, lo que no es suficiente para formar una mayoría por sí solo y le hace depender por primera vez de sus socios en alianzas políticas.

Aunque es probable que la alianza del BJP en su conjunto haya obtenido algo menos de 300 escaños, suficientes para formar un gobierno de mayoría bajo Modi, lo hace con un mandato mucho más débil que nunca. Muchos de sus socios políticos tienen un programa nacionalista hindú mucho menos duro que el del BJP y varios buscan el apoyo de los votantes musulmanes.

Es probable que a Modi le resulte mucho más difícil seguir adelante con muchas de sus políticas más radicales a favor del hinduismo, sobre todo en lo que respecta al registro de la ciudadanía y a las leyes acusadas de discriminar directamente a los musulmanes. También hay ahora pocas posibilidades de que el BJP cuente con los votos parlamentarios necesarios para cambiar la Constitución laica de India, que había sido un potente temor entre muchos opositores.

Michael Kugelman, director del Instituto de Asia Meridional del Wilson Centre, describió los resultados como “uno de los mayores golpes políticos para el BJP en la década que lleva en el poder”.

“Modi sigue siendo claramente un líder político muy popular, pero ya no es la figura políticamente invencible que muchos habían asumido que era”, dijo Kugelman. “La cuestión es cómo afectará esta nueva realidad a su forma de gobernar y de hacer las cosas. ¿Será un líder más moderado y decidirá renunciar a algunas de sus ambiciones?”

Los resultados fueron sorprendentemente dulces para la maltrecha y magullada oposición política india, en particular para el principal rival del BJP, el Congreso Nacional Indio, al que muchos expertos y analistas habían descartado antes de las elecciones por considerarlo demasiado débil y desorganizado para competir con el poder de Modi y su política mayoritaria nacionalista hindú.

La difícil coalición de dos docenas de partidos de la oposición, que se autodenominaban INDIA, no eran compañeros ideológicos naturales y se unieron a última hora simplemente para derrocar a Modi. Pero tras los choques de ego iniciales, demostraron ser más resistentes y políticamente más astutos de lo que muchos les atribuían.

Aunque varios de los partidos alegaron ataques continuados del BJP, las campañas de la oposición lograron captar la frustración generalizada de las masas, sobre todo en las zonas rurales más pobres, ante el desempleo crónico, los bajos salarios y la elevada inflación.

Si bien Modi trató de distraer la atención de estos problemas con mensajes cada vez más polarizados que buscaban jugar con las divisiones entre hindúes y musulmanes, parecía que el fracaso de su gobierno a la hora de crear empleos de calidad, sobre todo para la inmensa población juvenil, no era algo fácil de ignorar para los votantes, sobre todo teniendo en cuenta que Modi lleva mucho tiempo apostando su éxito político a la historia de crecimiento económico de India.

En ningún otro lugar se vio este panorama con mayor crudeza que en el estado de Uttar Pradesh, que supuso una de las mayores sacudidas para el BJP. Con más de 240 millones de habitantes, el estado más poblado e importante políticamente de India ha sido considerado un bastión del BJP durante la última década, dirigido por una de las figuras más duras del partido, el monje radical Yogi Adityanath.

Sin embargo, fue aquí donde el BJP sufrió las derrotas más sonadas, incluida Ayodhya, la ciudad en la que hace unos meses Modi inauguró el recién construido templo del Ram, erigido en lugar donde se encontraba una mezquita demolida, que muchos en el BJP habían creído que les ayudaría a obtener una victoria contundente.

Al regresar para un histórico tercer mandato en el poder, una hazaña sólo lograda antes por el primer primer ministro de India, Jawaharlal Nehru, Modi se enfrentará probablemente a una realidad política muy distinta a la que ha estado acostumbrado, y ahora se enfrenta a una oposición fuerte y más poderosa.

“Durante más de dos décadas, Modi siempre ha contado con una mayoría muy amplia para llevar a cabo su agenda sin consultar”, afirma Subir Sinha, director del instituto Soas de Asia Meridional. “Pero ahora, Modi estará probablemente atado de manos por sus socios de coalición y le resultará mucho más difícil sacar adelante sus grandes reformas. Le espera un camino pedregoso”.

En los principales medios de comunicación de India se respiraba un aire de abatimiento ante los resultados, que en general se reconocía que estaban bajo el control del gobierno. Pero otros afirmaron que los resultados anunciaban un nuevo amanecer político para India.

Pratap Bhanu Mehta, columnista del Indian Express, describió las elecciones como “un momento maravilloso”. El aire de abatimiento, la sombra asfixiante del autoritarismo y los vientos nauseabundos del comunalismo se han disipado, al menos por el momento”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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