#EnCorto: tres claves para conocer el logro de una comunidad que conserva su bosque y lo salva de la tala ilegal en México
Jorge Zavaleta camina en los senderos de la zona donde está el bosque más joven y el área de reforestación. Foto: Óscar Martínez / Mongabay

Mientras la tala ilegal y la instalación de aserraderos clandestinos avanzan en los alrededores del Parque Nacional Pico de Orizaba, una comunidad ha decidido proteger y hacer crecer su bosque. Nueva Vaquería es un ejido del estado de Veracruz, en México, que gracias a la unión comunitaria y a través de un programa de aprovechamiento forestal ha podido vivir de los árboles sin acabar con ellos.

En tres datos, te contamos cómo lo han logrado.

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El lugar

El ejido Nueva Vaquería se encuentra en el municipio de Calcahualco, el cuarto con el mayor índice de pobreza en Veracruz. Es vecino del Parque Nacional Pico de Orizaba, área natural protegida que se declaró en 1937 y que, en los últimos años, ha sido víctima del aumento de la tala ilegal y de la instalación de aserraderos clandestinos en sus zonas boscosas, ubicadas dentro las 19 750 hectáreas que posee.

Aunque el bosque se respeta por los pobladores desde los tiempos de sus padres y abuelos, confiesan que la conservación de la zona forestal no siempre ha sido fácil, pues antes vivían de la siembra de papa, por lo que talaron algunas áreas. Sin embargo, también sufrieron pérdidas por las heladas que destruían los cultivos y que, a la vez, provocaban secas y grandes cantidades de polvo en su comunidad.

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Algunos de los ejidatarios de Nueva Vaquería que han logrado mantener un programa de manejo forestal y, con ello, conservar su bosque. Foto: Óscar Martínez.

A pesar del panorama, los 87 ejidatarios y menos de 800 habitantes han logrado recuperar su bosque y hacer un manejo sustentable de sus terrenos forestales —alrededor de 800 hectáreas—, pues se dieron cuenta del potencial de la zona, donde además podían conservar mejor los aguajes, lugares donde brota el agua.

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El proceso de aprendizaje

Para lograr el aprovechamiento adecuado del bosque, contrataron a un técnico, quien diseñó su programa de manejo forestal y que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) aprobó en 2015.

“Antes, para talar, nosotros escogíamos el árbol más frondoso, el más bonito. El técnico fue enseñándonos; primero, tirar los que tienen plaga, los feos, y luego ver aquellos que ya cumplieron su ciclo y deben cortarse para dejar crecer a los nuevos”, explicó Jorge Zavaleta, uno de los ejidatarios de Nueva Vaquería.

Antonio Camarillo, comisario ejidal, explica que el permiso de aprovechamiento forestal con el que cuentan les permite extraer entre 1200 y 1500 metros cúbicos de madera al año.

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Una mirada al bosque que conserva el ejido de Nueva Vaquería en los límites del Parque Nacional Pico de Orizaba. Foto: Óscar Martínez

Después, su proceso consiste en lo siguiente: los ejidatarios organizaron cuatro cortes al año en fechas claves para la comunidad, a partir del mes de abril. Luego, la madera se vende en trozos y tablas a municipios cercanos de Veracruz y Puebla. Lo que sobra, se utiliza para fabricar guacales, que son cajas de madera para transportar fruta y verdura. Además, algunos ejidatarios tienen pequeños talleres para procesar los cortes.

La comunidad, como parte de su programa de manejo forestal, cuenta con un área de conservación y servicios ambientales de cerca de 100 hectáreas. Una de sus reglas principales es reforestar las zonas donde se talaron árboles, pues su objetivo es no permitir que el bosque se acabe.

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El trabajo en comunidad y sus logros

Los ejidatarios pueden presumir de su vivero comunitario, espacio donde se usa semilla criolla para producir 60 mil plántulas de pino anuales. Sus estimaciones indican que, con este trabajo, han logrado la reforestación de casi 500 hectáreas de bosque.

“Tiramos dos palos (árboles) y sembramos diez. Vamos cuidando porque tenemos más familia, ellos van a crecer y si nosotros acabamos con todo, ¿ellos qué van a comer? Sabiendo que aquí no se da el frijol, el maíz, nada, tenemos que dejar algo a nuestros hijos”, explicó el ejidatario Anastacio Blas Vázquez.

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En el vivero comunitario se cuidan las plántulas que servirán para reforestar el bosque. Foto: Óscar Martínez.

Por este motivo, los ejidatarios recalcan que la conservación de su bosque ha sido gracias a la unión de la comunidad, pues muy rara vez el gobierno les ha apoyado, aunque han intentado acceder a recursos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Aún así, Nueva Vaquería ha logrado marcar la diferencia ante la expansión de la tala clandestina, la ganadería y los cultivos, con sus grandes extensiones de árboles que transforman el paisaje.

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Este artículo se publicó originalmente en Mongabay. Consúltalo aquí

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