¿Derrame de crudo o efecto de la naturaleza en el Golfo de México?, una historia de contradicciones
Imágenes satelitales del Golfo de México el 16 de julio de 2023. Imágenes de Planet Labs Inc procesadas por Guillermo Tamburini.

Las imágenes satelitales muestran una enorme mancha flotando sobre el mar a 80 kilómetros al noroeste de Ciudad del Carmen, Campeche. De acuerdo con investigadores, científicos de la UNAM y organizaciones civiles se trata de un derrame de crudo en el Golfo de México de una extensión equivalente a más del doble de Guadalajara. Pero el gobierno mexicano asegura que hubo una “erosión en una tubería del tamaño de la mitad de un bolígrafo” y que la mancha se debe a un fenómeno natural conocido como “chapopoteras”.

El pasado 7 de julio se registró un incendio en la plataforma Nohoch Alfa, del activo Cantarell, en la Sonda de Campeche, donde murieron dos trabajadores y uno se encuentra desaparecido. Tras el accidente, el geógrafo argentino Guillermo Tamburini comenzó a seguir con imágenes satelitales lo que ocurría en la zona cuando descubrió una enorme mancha y una fuga de petróleo en los campos de Ek Balam.

Diez días después, el 17 de julio, una veintena de organizaciones civiles, entre ellas Greenpeace, Conexiones Climáticas y el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), alertaron del derrame de hidrocarburos y calcularon que para el 12 de julio su extensión era aproximadamente de 400 kilómetros cuadrados.

Pemex no se pronunció al respecto hasta el día siguiente, el 18 de julio, cuando en un comunicado reconoció la existencia de una fuga, pero dijo que fue de unos 0.06 kilómetros cuadrados y que se encontraba “totalmente reparada”. La petrolera calculó que 365 barriles de petróleo fueron vertidos.

La Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) informó, sin mencionar las dimensiones, que Pemex le notificó el 6 de julio sobre una fuga de hidrocarburos. Señaló que realizó un sobrevuelo en la zona y que instruyó a la petrolera a limpiar el derrame.

Tamburini cuenta en entrevista que aunque se informó que la fuga había sido resuelta, pudo identificar que el 19 de julio seguía activa. Fue a partir del 20 cuando notó que ya no seguía brotando petróleo de ese lugar.

El geógrafo confirmó con nuevas imágenes de radar, todavía más precisas, que el 24 de julio la mancha era menor, de unos 80 kilómetros cuadrados, pero seguía ahí.

“Es lógico porque la fuga parece no estar activa y la mancha, al tratarse posiblemente de un crudo ligero, que es lo que todo parece indicar, se va disolviendo con cierta rapidez, va desapareciendo visiblemente del agua, pero eso no quiere decir que la contaminación y el efecto no quede en el agua”, explica.

Tamburini dice que se puede debatir por qué pasó, qué consecuencias tiene, si se controló o si se actuó debidamente, pero lo que no está a discusión es la dimensión de la mancha de crudo, pues se trata de imágenes tomadas por un aparato que está orbitando alrededor de la Tierra y que esa información está en una base de datos en Internet. 

“Si no está ahí no aparece y si aparece es porque está ahí y esa mancha tiene más de 400 kilómetros cuadrados, el día 12 de julio, y la mancha está ahí porque es un vertido de hidrocarburo”, dice en entrevista telefónica.

Académicos del Instituto de Geografía (IGg) y del Laboratorio Nacional de Observación de la Tierra (Lanot), de la Universidad Nacional Autónoma de México, corroboraron con imágenes de radar la existencia de un derrame y confirmaron que el 12 de julio alcanzó una extensión de 467 kilómetros cuadrados. Los especialistas de la UNAM dijeron que se trató de dos fugas en los campos petroleros de Ek Balam.

La académica del IGg, Gabriela Gómez Rodríguez, explicó en un comunicado que estas imágenes pueden detectar la textura de los objetos y “es posible discriminar en la superficie marina, por la diferencia de densidades y el patrón de oleaje, a la mancha de hidrocarburos del resto del océano”.

Gustavo Alanís, presidente de CEMDA, opina en entrevista que, tras la fuga y el incendio que provocó pérdidas humanas, Pemex tiene que revisar minuciosamente las instalaciones y el mantenimiento de las mismas.

“Donde hay que centrar las baterías tiene que ver con la parte preventiva, no podemos decir que derivado de lo que hace Pemex es natural que sucedan este tipo de situaciones. Ellos saben perfectamente que derivado de lo que hacen puede haber explosiones, fugas, incendios y derrames, todo como producto de la extracción de los combustibles fósiles”, señala.

Por ello, apunta hacia la transición energética, consciente del desinterés de este gobierno de caminar hacia las energías renovables y hacerlo en sentido contrario, seguir dependiendo de los combustibles fósiles.

“Es un gobierno que construye refinerías, es un gobierno que promueve el carbón a través de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), promueve el uso del combustóleo. Las baterías no están puestas en la transformación energética y me parece que este tipo de incidentes nos debe de llamar la atención”, afirma.

En la entrevista, realizada el pasado lunes 24, Alanís dijo que ha habido mucha opacidad por parte de las autoridades sobre el tema y pidió que Pemex demuestre con datos e imágenes que el derrame fue menor y que la fuga fue reparada.

Fue hasta el 26 de julio que el director de la petrolera estatal Octavio Romero Oropeza ofreció una conferencia de prensa para abordar el asunto. Ante los medios de comunicación, el funcionario federal reconoció la existencia de la enorme mancha que se ha observado en imágenes satelitales y de radar, pero dijo que no corresponde a la fuga que reportó Pemex sino a un fenómeno natural llamado “chapopoteras”. Insistió en que la fuga es menor y que se dio a través de una fractura de aproximadamente unos 7 centímetros, “la mitad de lo que mide un bolígrafo”.

“Hay una actividad constante de las chapopoteras de Cantarell, hay días que las emanaciones son muy grandes y otros en los que no es así”, dijo el titular de Pemex.

“En una imagen satelital del 30 de junio, antes de la fuga en Ek Balam, ya se observan las emanaciones de las chapopoteras de Cantarell. El 24 de julio, después del incidente, todavía se ve una emanación menor en Balam. En promedio las chapopoteras de Cantarell emiten 385 barriles por día”, añadió.

El director de Pemex dijo que si se hubieran vertido hidrocarburos equivalentes a un área de 467 kilómetros cuadrados, Pemex tendría que haber derramado 3 millones de barriles.

“Si esto fuera cierto, implicaría que el evento ocurrido en Balam-TA sería 12 veces más catastrófico que lo ocurrido en el Barco Exxon Valdez”, comentó sobre el desastre ambiental del barco Exxon Valdez en marzo de 1989 en Alaska.

Sin embargo, en un comunicado que emitieron la noche del jueves 27 de julio, las organizaciones señalan que “las chapopoteras mencionadas se encuentran a más de 20 km del punto de fuga y no justifican ningún tipo de vertido adicional por actividades extractivas”.

“La normalización de estos desastres que pretenden Pemex y la ASEA lleva a la conclusión de que la situación es aún más grave de lo que parece. Considerando el derrame en junio de Balam Tango Bravo, la explosión de la plataforma Nohoch Alpha y el derrame de Balam Tango Alpha, este es el tercer desastre de gran escala en una misma zona por parte de Pemex en unas cuantas semanas”, destacaron.

Los accidentes en Pemex han aumentado significativamente el último año: Minatitlán, Deer Park, Cadereyta, Salina Cruz, son algunos de los casos recientes. En los últimos dos años Pemex registró un aumento del 152% en la frecuencia de los accidentes, según Animal Político.

De acuerdo con Greenpeace, los derrames son inherentes a la extracción y manejo de combustibles fósiles y la industria “pretende normalizar el sacrificio de personas y territorios como accidentes”. “En realidad se trata de una característica propia de un modelo que externaliza los costos de los desastres asociados a su operación, siendo el mayor desastre la crisis climática de la cual la industria fósil es responsable en un 70%”.

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