![50 años navegando los cielos: el Capitán Alberto Abed reinventó la aviación mexicana 50 años navegando los cielos: el Capitán Alberto Abed reinventó la aviación mexicana](https://i0.wp.com/la-lista.com/wp-content/uploads/2025/02/capitan-alberto-abed.jpg?fit=1000%2C577&ssl=1)
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A finales de 2024 el Capitán Alberto Abed, pionero de la aviación de bajo costo en México, recibió la presea ‘Emilio Carranza’. Se trata del máximo reconocimiento en la aeronáutica mexicana.
Hoy recordamos su trayectoria, su legado y los paralelismos que lo unen a otro piloto legendario: El Capitán Emilio Carranza.
Embajadores del cielo
En 1927, a sus 21 años, el Capitán Emilio Carranza voló sin escalas de la Ciudad de México a Ciudad Juárez. El vuelo duró más de 10 horas y fue uno de los más largos que hubiera llevado a cabo un piloto mexicano.
Ese mismo año, el norteamericano Charles Lindbergh, el primer piloto en cruzar el Atlántico sin escalas y en solitario, hizo un vuelo de buena voluntad de Washington D.C a la Ciudad de México.
Poco después, el periódico Excélsior, con ayuda del Ejército, la sociedad civil y un grupo de empresarios mexicanos, compró un avión que podía volar durante 24 horas ininterrumpidas. La meta: devolverle la cortesía a Lindbergh, emprender un vuelo a Washington y ampliar los horizontes de la aviación mexicana. El elegido para llevarla a cabo: el Capitán Emilio Carranza, amigo cercano del piloto estadunidense.
Como calentamiento, el Capitán Carranza primero voló de San Diego a la Ciudad de México. Quería probar el ‘México Excélsior’. Ese fue el viaje más largo que había efectuado un piloto mexicano, y a su llegada lo recibieron 100 mil capitalinos en celebración del nuevo récord.
En junio de 1928, el Capitán Carranza completó el viaje a la capital de Estados Unidos; en el proceso fijó un hito en la historia de la aviación mexicana, desató furor en México y tendió un puente diplomático entre ambos países, que se habían distanciado durante y después de la revolución.
Carranza murió mientras emprendía la vuelta. Se enfrentó a una tormenta y su aeronave se desplomó. En 1949 el Gobierno de México fundó la presea ‘Emilio Carranza’, otorgada al personal destacado de la aeronáutica mexicana. Aunque la entrega del reconocimiento se suspendió durante unos años, en 2023 las autoridades decidieron traerla de vuelta.
El Capitán Alberto Abed, con más de 50 años de trayectoria en la aviación, fue uno de los galardonados en 2024.
5 décadas en el aire
Alberto Abed se interesó en la aviación desde niño. Empezó a volar a los 13 años, alentado por su hermano Miguel.
A los 18 recibió su licencia de piloto y efectuó su primer vuelo en solitario. Despegó del Aeropuerto de la Ciudad de México y aterrizó en las pistas de tierra de Chimalhuacán.
“Enloquecí más”, recuerda hoy el Capitán. “Recuerdo agarrar los controles del avión, sentirme completamente en control, completamente libre. Para mí fue extraordinario. De ahí me volví loco de seguir volando”.
Su primer empleo consistió en traer aviones de la fábrica Piper, en Estados Unidos, para que pudieran ser utilizados por empresas mexicanas. Después se adentró en la aviación comercial.
En 1988 fundó TAESA, la primera aerolínea de bajo costo en México. TAESA redefinió la industria del transporte aéreo, democratizó la aviación comercial y retó a las empresas hegemónicas de la aeronáutica latinoamericana.
“Le dábamos servicio a la gente más necesitada de México, la gente con menos recursos”, agrega. “Abrimos el mercado de bajo costo. El 90% de los pasajeros que volaban con nosotros volaban por primera vez”.
“Las aerolíneas mexicanas cobraban tarifas muy caras, había muchos aeropuertos a los que ni siquiera volaban. Pero era extraordinaria la cantidad de gente que tenía la necesidad de volar, que quería volar pero no podía porque no tenía la capacidad económica para comprar un boleto de avión”.
En 1993 el Capitán Alberto Abed transportó al Papa Juan Pablo II en un vuelo que partió de Kingston, Jamaica, y que aterrizó en Mérida, Yucatán.
“Fue el vuelo más importante de mi vida”, recuerda. “Tenía que ser el vuelo perfecto. El Vaticano se interesó en nosotros porque atendíamos a la gente más necesitada de México. Nos auditaron profundamente, nos tomó más de un mes planear la logística del vuelo. Pero conocer al Papa fue algo increíble”.
Como ocurrió con el vuelo del Capitán Emilio Carranza a Washington en 1928, la aviación también tendió puentes diplomáticos con el vuelo de Juan Pablo II a Mérida en 1993.
Se trató de la primera vez que el Papa fue recibido con honores de Jefe de Estado en México después del restablecimiento de relaciones entre el Gobierno de México y el Vaticano.
En el año 2000, después de que el Gobierno Federal clausurara las operaciones de TAESA, el Capitán Alberto Abed fundó Flymex, una empresa que hasta la fecha ofrece vuelos de taxi aéreo y charter a precios accesibles.
Flymex, que cuenta con una flota de más de 30 aeronaves, tiene un convenio con el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas. Ha operado cientos de vuelos de ayuda humanitaria en África y participó en la emergencia del Covid-19 en México.
Por su destacada trayectoria de más de 5 décadas en la aviación, a finales de 2024 el Gobierno de México otorgó la presea ‘Emilio Carranza’ al Capitán Alberto Abed. Recibió la Cruz de Malta, Diploma, Placa y el Gafete Placa Insignia con 5 estrellas y Cruz.
Además, en el pasado ha sido galardonado con reconocimientos como el Ícaro de Plata; el Premio de la Excelencia Europea; el Ejecutivo del Año; la Estrella de Plata; la Diosa Yoloxochitl; el Mérito Turístico y el Hombre del Año.
Su nombre está inscrito en el Muro de Honor del Instituto Smithsoniano, en el Museo del Aire y el Espacio en Washington D.C.
La presea ‘Emilio Carranza’ fue instituida por decreto presidencial en 1949. Sin embargo, hace unos años las autoridades optaron por suspender la entrega del reconocimiento.
No fue sino hasta 2023, durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, que el Gobierno de México decidió retomarla.
El gobierno actual y la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), a través de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) y su Director General el Dr. Miguel Enrique Vallin Osuna, se han comprometido a mantener la entrega de la presea, que celebra y reconoce a los más de un millón de trabajadores del sector aeronáutico mexicano.
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En 1928, la campaña del ‘México Excélsior’, que llevó al capitán Emilio Carranza a volar a Washington D.C, se financió con donaciones del Ejército Mexicano, la sociedad civil y varios empresarios de distintos ramos.
El empresario Don Miguel E. Abed, padre del Capitán Alberto Abed, aportó una donación importante. Hoy, casi 100 años después, su hijo recibe la condecoración que lleva el nombre del piloto legendario.