Yo les creo…
Archipiélago Reportera cultural egresada de la ENEP Aragón. Colaboradora en Canal Once desde 2001, así como de Horizonte 107.9, revista Mujeres/Publimetro, México.com, Ibero 90.9 y Cinegarage, entre otros. Durante este tiempo se ha dedicado a contar esas historias que encuentra a su andar. X: @campechita
Yo les creo…
Foto: EFE.

Es 1997, salón de clases de la carrera de Comunicación y Periodismo Colectivo, era ese día de presentarnos todas y todos, ese en el que el profesor delimita su metodología y evaluación. Lo primero que hace es llamarnos “periodiqueritos”, se mofa de nuestro sueño de hacer carrera en medios de comunicación, luego, nos mira y dice: “ las mujeres solo son buenas para dos cosas: la cocina y abrir las piernas…” Empieza a acercarse al lugar de cada una y nos pregunta con ese tono burlón y lascivo: tú, ¿para qué eres buena?… la mayoría respondió para la cocina y les pidió desde una gelatina, hasta un caldo de pollo.

Antes de que me preguntara a mí me levante de mi lugar y me salí, no estaba dispuesta a pasar el bochorno. Fui a la oficina de asuntos estudiantiles y al plantearles la situación que presencié en el salón me tiraron de a loca, ya que nadie más se quejo. Renuncié a la clase y pasé la materia en extraordinario. Quedé como la melindrosa de una generación que tuvo compañeras que fueron parte del caso “Chicas Andrade-Trevi” y que por ende debíamos aguantar toda clase de vejaciones, ya que según ellos, ese iba a ser el pan de cada día y si no íbamos a aguantar, pues mejor dedicarnos a otra cosa…

Pasó el tiempo y con el apoyo de mi familia me quedó claro que yo no era la rara, que ese tipo de situaciones eran anómalas y por ningún motivo debía permitirlas. Seguí y finalice mis estudios. Me forjé una carrera en la que los límites los he puesto yo misma, algo que tristemente no ha sido una constante y duele en la boca del estómago leer que cada día son más los ambientes nocivos y cargados de violencia en los salones de clases desde nivel básico hasta superior.

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Uno de los casos que en últimas fechas llamó la atención fue el tendedero de “Las Landetas”, alumnas y egresadas del Centro de Capacitación Cinematográfica, acción que evidencio la violencia de género que se ha vivido en sus salones desde hace ya varias generaciones, una denuncia que contó con la firma de 49 mujeres que evidenciaron agresiones verbales, sexuales y psicológicas por parte de profesores, alumnos y colaboradores, un doloso recuento de esos 45 años de historia del CCC, en el que no sólo figuran las óperas primas y galardones, sino esas actitudes de abuso de poder relatado por mujeres “valientes” que decidieron unirse y plantarse frente a sus agresores.

Fue tal la movilización y apoyo de otras iniciativas como #YaEsHora y la comunidad cinematográfica en general que la escuela reacciono y se comprometió a realizar tres acciones: sesiones de orientación y acompañamiento para denunciar a través de un protocolo, prevenir conductas violentas en la planta docente y, continuar el diálogo con actividades de sensibilización y erradicación de conductas violentas, iniciativas que por momento se quedan en papel a la espera de ser acciones reales. 

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Otro de los movimientos alentados por la marea generada por el Día Internacional de la Mujer, fue el de “Morras ENAT”, comunidad de alumnas de la Escuela Nacional de Arte Teatral que ante diversas situaciones de abuso y desdén por parte de las autoridades académicas decidieron unirse y lanzar un ultimátum frente a la ineficacia y falta de protocolos preventivos y de seguridad para alumnas y alumnos, un llamado a dejar de revictimizar a lxs denunciantes, tomar medidas de erradicación de violencia frente a compañeros, maestros y administrativxs, acciones que llegaron a un paro no activo frente a la laxa respuesta, encubrimiento institucional  y aumento de agresiones en redes.

Son hechos que simplemente no podemos permitir, ya que no podemos seguir en la dinámica de la vida allá afuera es difícil y en estas profesiones deben mostrar de qué esta hechxs. La violencia de género ha alcanzado niveles fuera de toda proporción, decimos ¡Ya basta! Y que les quede claro: si lastiman, agreden u ofende a unx, nos ofende a todxs. 

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