Carmen Salinas: la pesada sombra de la ‘La corcholata’ y el cine de ficheras
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

Carmen Salinas: la pesada sombra de la ‘La corcholata’ y el cine de ficheras
Foto: Facebook / Carmen Salinas

Durante mi adolescencia, mi afición por la Sonora Santanera me llevó a descubrir la película Bellas de noche. Ahí conocí a “La corcholata”, una mujer borracha que siempre intentaba entrar al cabaret llamado El Pirulí. El mesero, Fabián, siempre corría a dicha mujer que llegaba con el labial mal pitando, tambaleándose y con un zorro de peluche como adorno bajo el cuello. Todo esto sucedía mientras Silvestre Mercado sonaba las maracas y cantaba Mi razón

Después de varias negociaciones con mis padres, aceptaron que viera la cinta. Mi objetivo era ver las presentaciones de la Santanera y conocer el ambiente de un cabaret, sobre todo cómo bailaban las personas en aquella época. “¿Por qué le dicen “La corcholata”?”, le pregunté a mi madre a media película. Y me contestó: “porque está tirada en el suelo o pegada a la botella”. 

Por la muerte de Carmen Salinas el pasado 9 de diciembre, su personaje más famoso sonó de nuevo. En diversas entrevistas, la actriz reiteró que no era asidua al alcohol y que no le gustaba que se refirieran a ella por ese apodo. Sin embargo, ese papel quedó afianzado a su persona desde 1975

Desde el estreno de la primera película sonora en México en 1932, Santa, la narrativa de cabaret fue una: una mujer violentada que se ve en la “necesidad” de trabajar en un cabaret y termina en un melodrama amoroso con un final desfavorecedor. Ese mismo tratamiento tuvo Salón México, Aventurera y decenas de películas de esa época. Aunque la revolución sexual de esas cintas retaban a la moral más conservadora de los dramas rancheros, no dejaban de cosificar a la mujer

Después de que en la época de los 50 bailarinas como María Antonieta Pons, Ninón Sevilla, Meche Barba y otras actrices decidieron retar a la pantalla de blanco y negro con semidesnudos a ritmo de mambo o rumba, para los años 70 las prendas de las mujeres caían al suelo bajo cualquier circunstancia, aún la más absurda. 

Esa recopilación de imágenes que nos da el cine desde la década de los 30 hasta la fecha da cuenta de que si bien hubo una revolución sexual y de expresión corporal, no se dejó de ver a la mujer como una cosa que da satisfacción a los hombres, tan solo con mirar una pantalla. 

“La corcholata” no realizaba desnudos como Carmen (Sasha Montenegro) o “La muñeca” (Mabel Luna). Su “condición” de ebriedad y falta de atractivo la descartaron como pieza de oferta en El Pirulí. Sin embargo, era el personaje que aconsejaba a la coprotagonista para dejar el mundo de la prostitución y formar una familia con Germán (Jorge Rivero). Era la moral que aconsejaba a todas “las y los perdidos” en el mundo del tugurio. Una especie de fantasma de navidad para los Scrush del cine de ficheras. 

En Bellas de Noche, Carmen Salinas era el contrapeso al desenfreno de excesos que presentaban todos los personajes, aunque su argumento era apuntar a una moral tradicional y familiar, como lo marcaban los valores tradicionales de los años 70. 

Salinas Lozano tuvo muchos papeles y tal vez el que menos le agradaba era “La corcholata”. A lo mejor su intención era orientar a las “almas perdidas” con su figura matriarcal, aunque sus cánones fueran ortodoxos. Un buen aprendizaje que podemos tomar de ahí es dejar de cosificar a las mujeres por su expresión corporal y sexual, como ella lo intentó (a su manera) al convencer al esposo de “La matraca” a dejar estigmatizarla por ser una fichera. 

Ojalá que el personaje de “La corcholata” nos sirva como una herramienta de visibilización de la explotación sexual de la mujer a lo largo de la historia y nos dé la oportunidad de corregir cualquier tipo de violencia. Y recordarlo como un papel de una mujer borracha que hacía reír por las groserías y vulgaridades. 

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