Último domingo del año
Espacio mindfulness

Es escritora –cuatro libros publicados y dos en camino–, periodista, cantautora –más de 160 canciones–, experta en respiración, yoga y meditación. Dirige el Yomu Institute, es mamá de tres hijos y pionera en el arte de materializar ideas innovadoras. Es la creadora y fundadora del sistema Enciende tu corazón para inspirar la alegría en el despertar de la conciencia. Instagram: @cynthiazakofficial

Último domingo del año
Foto: Pixabay

Aquí está, ha llegado, es hoy el último domingo del 2021, según el calendario gregoriano. Y como todo hay que celebrarlo, este día divino también es motivo de festejo.

Puedes ver esto como el cierre, el final del ciclo o cambiar tu narrativa y sentir que todo está por comenzar y que este momento es el único que existe para darte la oportunidad de transformarte, recuperarte y retomar el hilo y el llamado de tu misión en este mundo.

Todas mis columnas semanales de este año han sido profundas, inquisitivas, llenas de información y en cada una de ellas les compartí meditaciones para que siempre supieran que la llave, la clave y la medicina de la sanación vive dentro de cada uno de nosotros.

Aquí les recuerdo dos de ellas, de las que más han llegado a cada uno de ustedes, para que las puedan activar nuevamente, en cada segundo, en cada respiración, de este año que termina y como norte y guía para todo lo que comienza. ¡Muchas felicidades siempre!

Dale autoridad a tu intuición

En el medio del cerebro está la puerta a tu intuición, la glándula pineal que se encarga de regular tu melatonina, los ritmos circadianos de descanso y vigilia, el llamado tercer ojo por los místicos ya que su estructura es igual a la de nuestros ojos (el famoso ojo de Horus de los egipcios). Al activarla permite ver infinitamente, más allá de lo ordinario, conectar con lo sagrado, con nuestra fuente original, recibir mensajes, señales, entender la sincronicidad y la serendipia. Esta glándula, está comprobado científicamente, tiene unos microcristales que al activarse iluminan el ser, literalmente entra y sale luz por tu cabeza y ese rayo trae información trascendental para tu vida

Al activar tu glándula pineal no solo tienes beneficios indiscutibles a nivel físico y mental sino que emocionalmente piensas y sientes de forma completa y, a la vez, con un desapego genuino que te permite estar más conectado, productivo, presente y calmado con todo lo que hay que vivir.

Como reside en el centro de tu cerebro, la manera más concreta de activarla es tocando el punto mágico de tu cuerpo, entre tus cejas, el tercer ojo.

Paso a paso para encenderla

  • Si puedes baja la cabeza y apoya la frente en el piso o en una mesa presionando el punto entre las cejas. Puedes quedarte ahí un momento mientras respiras.
  • Masajea tu entrecejo suavemente con movimientos circulares con tu dedo índice por algunos minutos diariamente.
  • Respira mientras bajas la mirada a la punta de tu nariz y vas a sentir inmediatamente la activación de la zona entre tus ojos.
  • Usa las yemas de tus dedos para hacer tapping en la coronilla, en tu frente y entre los ojos, dándote golpecitos suaves.
  • Consume la mayor cantidad de alimentos orgánicos y frescos, tu glándula pineal se calcifica con el correr de los años por factores como la polución, exceso de flúor, alimentación desequilibrada, etc.
  • Controla la exposición a medios digitales, pantallas, etcétera, especialmente de noche para permitir que la glándula trabaje adecuadamente balanceando la melatonina. Esto impacta directamente en el desarrollo de tu intuición
  • Busca cosas, actividades, gente que te incite a la creatividad, a las preguntas, a pensar más allá, a la alegría, ya que eso activa tu poder interior y la fe en lo que sientes.
  • Dale autoridad a tu intuición y registra los cambios que comienzan a pasar en tu vida.

Activa tu Ishinfuran

Con alma y mente, cerebro y corazón, atención indivisible, la activación de esta palabra dentro nuestro es indispensable para vivenciar en su totalidad el mindfulness, el agradecimiento por el momento presente, la alegría indudable de todo lo que nos toca transitar.

Al decirla, su propia cualidad vibratoria apela a la unidad y cuando la pronunciamos hacemos un pacto de amor propio y autocuidado que no es egoísmo o exaltación del ego sino una profunda conexión con nuestra magnificencia sagrada.

Quiero invitarte a comenzar por lo que te dices, cómo te hablas, de qué manera te diriges a ti mismo, cuales son las palabras, verbos y adjetivos que usas comúnmente para conversar contigo mismo.

Escucha tu voz, uno de los instrumentos más milagrosos y delicados que existen porque es hora de habitarla, amarla y compartirla con grandeza y sin miedos. Soltar la voz es una oportunidad maravillosa que libera, abre, permite un descubrimiento novedoso de la manera en que hablamos, de nuestro tono de voz, las inflexiones, las tensiones o matices.

Está comprobado científicamente que el uso de palabras de alto poder vibracional dichas hacia uno mismo son fuente de salud mental, emocional y física y tienen un impacto positivo a nivel celular. Por eso, te invito a practicar este paso a paso de activación de tu Ishifuran:

  • Háblate suave.
  • Elige una palabra amorosa y dulce que te gustaría que otros te digan.
  • Pronúnciala en voz alta y te la dices a ti mismo comenzando por ‘yo soy’… agregando la palabra que has elegido.
  • Ahora amplía la experiencia con otras palabras y frases amorosas: ¿qué te dices? ¿qué palabras utilizas para comunicarte contigo mismo?
  • Observa sin juicio cómo te hablas, qué te dices cuando te miras al espejo, por ejemplo.
  • Ahora usa tu teléfono para grabar tu voz diciendo estas palabras y frases maravillosas para ti mismo.
  • Escucha qué sientes cuando oyes tu propia vibración, hazlo con amor y cuidado. Otra vez evita juzgarte.
  • Comienza a dejarte un mensaje maravilloso todos los días y lo escuchas todas las veces que puedas.
  • Eres tu mejor aliado, tu voz es tu soporte y amiga, enamórate de tu tono, de tu frecuencia, de tu vibración, del sonido que sale de tus cuerdas vocales. Tu voz es como tus huellas digitales: nadie tiene una igual.

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