Alivio petrolero
Enernauta

Especialista en política energética y asuntos internacionales. Fue Secretario General del International Energy Forum, con sede en Arabia Saudita, y Subsecretario de Hidrocarburos de México.
Actualmente es Senior Advisor en FTI Consulting.

Alivio petrolero
Foto: Aron Razif/ Pexels

La incertidumbre por la invasión de Rusia a Ucrania ha provocado nerviosismo entre los participantes del mercado petrolero, reflejado en la gran volatilidad en el precio del crudo. En las últimas dos semanas, la cotización del barril Brent, el referente más empleado a nivel mundial para fijar el precio de las demás variedades de crudo, ha oscilado en un rango cercano a 30 dólares por barril. El 24 de febrero estaba en 95 dólares, el 8 de marzo alcanzó 128 dólares, el 10 de marzo disminuyó a 109 dólares. Algunos días, las noticias llevan a los participantes en el mercado a esperar una menor oferta, otros no. A veces estiman una caída en la demanda debido a una posible recesión económica mundial, a veces no.

Hasta ahora, las sanciones de Estados Unidos y Europa han evitado golpear directamente al sector petrolero de Rusia. Las limitaciones en el uso del sistema internacional de pagos o el acceso a tecnología y refacciones tendrían un impacto indirecto, pero eso depende de las políticas de países en Asia y Medio Oriente hacia Rusia. Ni China ni India ni los países de la OPEP han condenado decididamente la invasión de Rusia a Ucrania. Si las sanciones a Rusia no se extienden a los pagos y equipos proporcionados a través de estos países, Rusia podría operar su industria petrolera sin gran interrupción.

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Con todo, este es un “si” muy grande: China ha crecido económicamente con el apoyo de la demanda de Estados Unidos y el resto de Occidente. Medio Oriente vende más a Asia que al resto del mundo y ha gozado del paraguas protector de las fuerzas militares de Occidente. Arriesgar su relación económica y/o militar con Estados Unidos sería costoso. Implicaría un verdadero cambio en la estructura de las relaciones internacionales y la confirmación de que entramos en una nueva era.

Hay tres factores que, en contraste con el embargo petrolero de 1973, atenuarán el impacto de una hasta ahora hipotética disrupción en el flujo de petróleo ruso.

El primero es el “efecto bañera”, el mismo que contribuyó el año pasado a que el bloqueo del Canal de Suez apenas se registrara en el precio del petróleo. En una bañera sin compartimentos, el agua encuentra su nivel y termina siendo el mismo en todas partes. El mercado petrolero es parecido a una bañera: si el crudo deja de fluir por un lado, lo hará por el otro y el nivel de oferta permanecerá estable.

La analogía implica que si el petróleo ruso dejara de transitar hacia Occidente –y si su producción no cae– se reordenarían los flujos de crudo alrededor del mundo, sin afectar el nivel de la oferta. En un escenario posible, Rusia exportaría menos a Europa y más a China, y el crudo que China dejara de comprar de otras regiones lo absorbería Europa. Queda claro que esto no sería automático, aunque ya aparecen reportes de las primeras compras potenciales de crudo ruso en Asia con un gran descuento frente al precio internacional.

El segundo factor es la menor dependencia petrolera de la economía mundial. Hace 50 años, la mitad del consumo energético por persona en el planeta se dedicaba al petróleo y sus productos; hoy es un tercio. El embargo petrolero motivó una carrera hacia el desarrollo de sustitutos. En las economías de más alto ingreso el petróleo perdió participación frente al gas natural, el carbón, la hidroelectricidad y la energía nuclear. El mundo genera menos electricidad con petróleo, aunque el transporte todavía no logra divorciarse de la máquina de combustión interna.

El tercer factor es la obvia influencia del precio sobre la oferta y la demanda. Un precio mayor estimula la producción y pone un freno al consumo. Al subir las utilidades potenciales, motiva a las empresas a explorar y producir más petróleo. Al elevar el costo de llenar el tanque de gasolina o de enfriar la casa, lleva a las personas a conducir menos.

La escalada en el precio de crudo en los años 70 y 2000 provocó este tipo de ajuste. Nuevas regiones del mundo se abrieron a la producción petrolera y nuevas tecnologías expandieron la capacidad de producción donde esta parecía agotarse. Además de incentivar la búsqueda de sustitutos, impulsaron a los hogares y las fábricas a reducir su consumo energético, cambiando electrodomésticos, focos, maquinaria, equipos, flotas de transporte, formas de construir.

Estos tres factores amortiguan el golpe de un reordenamiento en el mercado petrolero. La manera de conducir la política macroeconómica podría agregar un amortiguador más. Un análisis destaca que, en contraste con los 70, en la OCDE la mayoría de los bancos centrales son autónomos y los salarios no están automáticamente indexados a la inflación. Ambos elevan la confianza en que los bancos centrales podrán combatir la inflación sin interferencia de gobiernos presionados por mantener su popularidad a flote. Si el precio del petróleo permaneciera más alto, el costo de producir implicaría un ajuste en el nivel de precio, mas no necesariamente un aumento sostenido como ocurre con los procesos inflacionarios.

El secretario general de la OPEP declaró la semana pasada que nos encontramos en territorio desconocido y que la situación del mercado cambia cada 24 horas. Quizá exageró. Hay algo que no cambia, sin importar lo novedoso de la circunstancia: “nada alivia el alto precio del petróleo como el alto precio del petróleo”.

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