¡Los empresarios!
De Realidades y Percepciones

Columnista. Empresario. Chilango. Amante de las letras. Colaborador en Punto y Contrapunto. Futbolista, trovador, arquitecto o actor de Broadway en mi siguiente vida.

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¡Los empresarios!
"No somos los empresarios del que habla el presidente". Foto: Alexa Herrera / La-Lista

Para las y los empresarios existen semanas donde todos los días son lunes y los meses siguientes siempre son cuesta de enero. El insomnio tiene ciclos quincenales y una angustia prolongada que se mantiene hasta la declaración anual.

Somos malabaristas de sumas y restas. Jugadores del destino apostándolo todo. Somos una calculadora de esperanzas. “Si me paga este, pago esto” o “si pospongo esto, compongo lo otro”.

No somos los empresarios del que habla el presidente. No somos los beneficiados por el aumento de las asignaciones directas. No somos los señalados por actos de corrupción y después premiados con los megaproyectos de esta administración. No somos los que reciben créditos por la palabra. No tenemos 200 millones de pesos para comprar boletos de la rifa del avión y recibir a cambio concesiones en las playas más turísticas del país.

No tenemos el privilegio de hacer una carrera con solo 200 pesos en la bolsa y sin contar con una cuenta de banco. Lo que tenemos es un buzón tributario que no utilizamos para enviar cartas “diplomáticas” ni para ahuyentar la inversión. Nosotros recibimos cartas con sentencias sin previo aviso. Nosotros escribimos trabajando.

Somos los que ven desfilar a los militares en una carrera empresarial sin barreras de entrada y sin licitaciones.

No somos un grupo organizado ni homogéneo. No somos parte de las cámaras empresariales que no nos conocen ni representan. No compramos jueces. No hacemos leyes a medida. Ni somos los que se pelean con el presidente e injustamente nos meten en el mismo saco.

De hecho, a veces no sabemos si somos pequeñas empresas, pymes o changarros. Un mes tenemos y el otro no. Sabemos de semanas donde se paga la nómina, los impuestos y las prestaciones. Sabemos ser artesanos de lo complejo. Navegamos entre divisiones y multiplicaciones que no siempre llegan al número deseado. El Excel hace maravillas, pero no deposita el resultado en tu cuenta.

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Nosotros tenemos que ser “aspiracionistas” si queremos cumplir con nuestros compromisos, porque la justa medianía no alcanza para cubrir los costos o el pago por el derecho de piso. Las devoluciones del IVA tardan mucho y los gastos esperan impacientes. Nuestro margen de utilidad no deja espacio para tomar un crédito y la inflación no se detiene con discursos.

Por eso es importante señalar que, entre las grandes corporaciones y los beneficiados con los programas sociales sobreviven los negocios y empleos que sostienen gran parte de la economía del país.

Somos nosotros, las pequeñas empresas formales, las que nos enfrentamos a todo el peso de la ley fiscal, pero sin contar con los despachos fiscales de las grandes empresas. Sin tener el beneficio de las aportaciones libres de impuestos que gozan los allegados al poder. Y sin las concesiones que se permiten en el mercado informal.

La mano dura de Hacienda es de hierro y nos vigila por todas partes. Nos mira de reojo, pero no nos olvida, porque sabe que somos una fuente de recursos a la que siempre puede recurrir.

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Nosotros no podemos quedarnos estáticos ni engancharnos en peleas entre bancadas. Nosotros no lucramos con la polarización social.

Para nosotros es algo más sencillo como complejo.

Es el tercer día de la semana con sabor a lunes.

Ayer fue quincena y mañana hay impuestos por pagar.

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