La política internacional de México cuelga del capricho presidencial
Política consciente

Licenciada en Relaciones Internacionales. Consultora en imagen pública y estratega en comunicación. Actualmente produce y conduce el programa The White Table para MMoodtv. Cofundadora del colectivo TÚ x México. Twitter: @anapatam_mx

La política internacional de México cuelga del capricho presidencial
AMLO se lanza contra Iberdrola. Foto: EFE

Hace muchos años, el presidente Luis Echeverría declaró que “la política económica se conducía en Los Pinos”… poco tiempo después dejó un terrible desastre económico en el país.

Hoy, no hay ninguna duda de que la política nacional se conduce desde Palacio Nacional y está colgada del capricho presidencial. El proceso de centralización política que hemos vivido en los últimos tres años marca que el gran centro del poder mexicano es el habitante de Palacio Nacional. Pero quizá lo más importante no es en dónde se toman las decisiones, sino a qué hora y en qué contexto, lo relevante es que la política mexicana se pone en práctica en la mañana en la conferencia de prensa del presidente de la República. Es en ese momento, ante las preguntas de los reporteros de acuerdo con el estado de ánimo del presidente, que se toman las decisiones esenciales para el país. Es en ese momento en el que se dan las instrucciones a los colaboradores del presidente, en el que se marca la agenda y el rumbo de la administración. Es durante la mañanera que se emiten las señales que deben atender los aliados del presidente, pero que también siguen con muchísima atención los opositores y los críticos del presidente.

Una de las víctimas más claras de esa manera de conducir la política ha sido la política internacional, porque el contraste entre las formas y los ritmos de la diplomacia y esta manera impetuosa de conducir las conferencias mañaneras no podría ser mayor.

En estos últimos días hemos sido testigos de un trabajo cuidadoso y esmerado de la cancillería que ha empezado a rendir frutos, recuperando el diálogo y el entendimiento con Estados Unidos que constata que no hay manera de conseguir paz y seguridad en nuestro país sino es a través del diálogo, de la comunicación, del entendimiento y la confianza entre los dos países, diálogo que había quedado congelado tras la captura del general Salvador Cienfuegos hace un par de años. Hemos visto una audaz intervención de la cancillería para demandar judicialmente a las armerías que han vendido armamento, sabiendo que ese armamento llegaría directamente a las manos de los cárteles mexicanos.

Si bien vemos este avance en la conducción de la política internacional, por el otro lado también vemos a un presidente empeñado en destrozar lo que su propia administración hace.

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El presidente Andrés Manuel López Obrador no ha tenido el menor cuidado al conducir como jefe de Estado las relaciones con otros países, no ha tenido el menor respeto a las formas elementales de la diplomacia, ejemplos como los anuncios en sus mañaneras tanto de nombramientos a las representaciones diplomáticas sin esperar, como es debido, que el país receptor dé el beneplácito antes de que estas decisiones se hagan públicas, así como la reticencia de López Obrador y de sus adeptos de tomar partido y solidarizarse con Ucrania, por el contrario, instaurando un grupo de amistad con Rusia en la Cámara de Diputados. Esta torpeza podría ser vista por Biden y su administración como una falta de amistad, de solidaridad y buena vecindad, poniendo a nuestro país en una situación muy delicada.

No respeta los pasos y los canales diplomáticos y, sin lugar a duda, la diplomacia debe conducirse diplomáticamente.

Lo que para el presidente es tenacidad, en realidad es la soberbia de alguien que no está dispuesto a aprender de sus propios errores.

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