La reforma electoral como caballo de batalla
Tácticas Parlamentarias

Analista y consultor político. Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull en Reino Unido. Es coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Twitter: @FernandoDworak

La reforma electoral como caballo de batalla
AMLO, va por reconfigurar los órganos electorales. Foto: Especial

No es una exageración decir que, si se deja a la inercia, cualquier órgano legislativo del mundo puede aprobar una mala idea que estuviese bien comunicada, y podría congelar la mejor idea si no se comunica de manera adecuada. A final de cuentas, las asambleas son instituciones políticas que toman decisiones a través de la argumentación y la negociación, en lugar de espacios técnicos donde se demuestran o desacreditan hipótesis a través del método científico.

De la misma manera, es altamente probable que la ciudadanía rechace una mala propuesta si conociese sus efectos, pero la apoyaría, e incluso la aplaudiría, si se comunicase de manera emotiva y comprensible. Por lo tanto, no hay mayor pobreza en la discusión pública que solamente tener la razón sobre un tema, si no se tiene credibilidad para presentarlo, o se plantea de manera incomprensible para la mayoría.

Esto aplica a la perfección para la reforma electoral que ha estado planteando el presidente. Por ejemplo, sujetar a votación a quienes integran el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación terminaría politizando más a estos cargos. Tampoco imagino cómo el Poder Judicial de la Federación se animaría a postular personas para ambos órganos, siendo un poder cuya función es controlar la legalidad. Sabiendo que el Ejecutivo presentaría candidaturas afines, habría que ver cómo se negociarían los equilibrios en el Legislativo. Finalmente, sin hablar de la forma que se elegiría entre las diversas listas, lo cual no tendría pies o cabeza cualquier tipo de sistema electoral.

Por si lo anterior fuera poco, la eliminación de los “pluris” le daría a Morena una super mayoría, si acaso no las dos terceras partes de asientos en el Congreso. Bajo esa premisa, es dudoso que siquiera el PT y el PVEM la respalden al momento de la verdad, pues sería sinónimo de cometer suicidio político.

Sin embargo, por más ilógica o negativa que pueda ser lo que propone Andrés Manuel López Obrador, es emocionante pensar en eliminar a los “pluris”, nunca se ha explicado porqué el actual mecanismo de designación del Conejo General del INE lleva a decisiones colegiadas y menos politizadas, y siempre resultará atractivo hablar que el INE es demasiado caro.

Lo peor de todo: ante la sarta de ocurrencias que se proponen, la oposición sigue sin tener credibilidad para plantear una alternativa, o hacer autocrítica sobre porqué la reforma electoral de 2007 fue el inicio del declive de todo un proyecto democrático. Sin eso, solamente tienen la razón.

A pesar de todo, no creo que el presidente tenga la intención de presentar una iniciativa de reforma electoral. Si la revocación arroja una votación superior a la consulta sobre los expresidentes, tendrá un segundo aire de popularidad y no tendría porque gastar su pólvora en infiernillos. De fallar, no le convendría presentar una iniciativa que esté destinada a fracasar, pero puede usar los argumentos simplistas y comprensibles ya descritos para mantener calientes los ánimos para lo que de verdad desea: que Morena se quede con, al menos, tres de los cuatro asientos del Consejo General del INE, los cuales se renovarán el próximo año.

Además, y si lo vemos con honestidad, hay consejeros del INE que parecieran estar más ocupados en preparar su futura carrera política como líderes opositores, que hacer una defensa de la institución en su conjunto. Al hacerlo, se convierten en un blanco todavía más fácil para el presidente y su discurso incendiario.

En fin… llevamos más de medio sexenio haciendo que toda la agenda pública se trate de una persona, sus ocurrencias y sus cuitas en lugar de pensarnos como país. Así como vamos, Morena gobernará hasta 2042.

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