Masacres en ambos lados del Bravo
Breve, pero a fondo

Periodista por convicción y formación. Con una trayectoria de 30 años, desarrolló su carrera en distintos medios, entre estos, Worldwide Television News, United Press International y Notimex. Fue corresponsal en Centroamérica, Colombia y EU. Ha realizado coberturas en México y el mundo. Colaboró por 20 años en El Universal. Coautor del libro Haití, Isla Pánico. Twitter: @jlruiz10 

Masacres en ambos lados del Bravo
Foto: AFP

La violencia es una pandemia y los ejemplos alimentan planas completas en los diarios del mundo, ocupando espacios robustos en los medios de comunicación. Las redes sociales se desbordan con casos patéticos e imágenes dramáticas. Todo esto revela que atravesamos por una tragedia, porque la violencia es tal en algunos países que hace parecer la invasión rusa a Ucrania un entretenimiento de niños.

Solo por citar un ejemplo, en México mueren asesinadas en promedio 82 personas al día, pero esto, lejos de causar alarma, arranca los aplausos de una autoridad, que festeja que la incidencia criminal va en franco descenso. Esto sería motivo de regocijo si fuera verdad, si no supiéramos que esos muertos cada vez están más cerca, y que cualquier día nosotros mismos podríamos engrosar esa cifra.

Morir trágicamente en ambos lados del río Bravo, es decir, en México o Estados Unidos, comienza a ser una posibilidad real y solo hay que echar un vistazo a los hechos recientes y a las estadísticas. Aunque hablamos de dos países distintos en tamaño, población y desarrollo, la tendencia es la misma, no obstante, en México es más acelerada y dramática. Solo en el primer cuatrimestre del año, en el país se registraron 9 mil 895 homicidios, casi la mitad de los que se contabilizaron en todo un año en Estados Unidos, donde la cifra rebasó los 22 mil casos.

Sin duda alguna, los dos vecinos que comparten una frontera de 3 mil 200 kilómetros se encuentran altamente armados, aunque aquí son las organizaciones criminales las que acaparan el mercado y la posesión, mientras que en el país del norte se calcula que hay tantas armas como habitantes, es decir, alrededor de 310 millones.

La propagación de estos crímenes en ambos lados de la frontera es imparable y su difusión corre libremente a través de las redes sociales, donde incluso se postean los planes de algún crimen sin que nadie se inmute o trate de evitarlo.

Las masacres aquí y allá se dan en los lugares más inverosímiles, donde se supone no debería de pasar un acto de tal brutalidad. En México, los ataques y ejecuciones ocurren en la vía pública a plena luz del día, incluyendo centros de esparcimiento, fiestas, bares, restaurantes y hasta en funerales. En Estados Unidos son comunes los tiroteos en centros comerciales, iglesias, parques de diversiones y más dramáticamente en escuelas de todos los niveles, donde los propios estudiantes son casi siempre los perpetradores de estas masacres.

Solo este año se han dado 213 tiroteos en Estados Unidos, de los cuales 30 han ocurrido en centros de educación básica, el más reciente el del pasado 24 de mayo en la escuela primaria de Uvalde, Texas, donde murieron acribillados a mansalva 19 niños y dos profesores.

Esta es la tercera masacre más grande en la historia de Estados Unidos, después de la ocurrida hace 10 años en la escuela de Sandy Hook, Connecticut, donde un estudiante de 19 años acabó con la vida de 27 personas y antes, en el 2007, la sucedida en el Virginia Tech, en Blacksburg, que dejó 32 muertos.

No se trata de comparar dónde se dan más crímenes, sino de reconocer en su real dimensión que este fenómeno está creciendo de manera desmesurada en los dos países.

Hablar que en México las cosas mejoran es tratar de invisibilizar la tragedia, porque las cifras son apabullantes, en solo tres días se reportaron 294 asesinatos y siendo más puntuales, el mismo 24 de mayo, fue el segundo día más violento en lo que va de este gobierno, al contabilizarse 118 homicidios. De acuerdo con un desglose que hizo el diario Reforma, en los últimos días ha sido asesinada una persona cada quince minutos.

En México se habla de una descomposición social que ha llevado a miles de jóvenes a sumarse a las filas del crimen organizado, convirtiéndose en carne de cañón de estos grupos. El actual presidente responsabiliza a sus antecesores de no haber hecho nada para romper esta tendencia, pero lo cierto es que su gobierno tampoco ha logrado revertir la vorágine de violencia.

En Estados Unidos, la fórmula de la violencia deriva de otros factores, uno de ellos, quizá el más relevante, es el fácil acceso que se tiene a las armas. De acuerdo con información de agencias gubernamentales, hay entre 270 y 310 millones de armas de alto poder circulando en el país, incluyendo fusiles de asalto. El asesino de los niños de la primaria de Uvalde, Texas, Salvador Ramos, echó mano de un arma de este tipo y sin que causara el menor escozor en nadie, le vendieron 375 balas calibre 5.56 milímetros, con las que dio muerte a los pequeños que tuvieron la mala suerte de estar en ese salón de clases en el que se atrincheró el joven de 18 años, luego de haberle disparado a su abuela.

Lo que sucede en ambos lados del Bravo es solo un ejemplo que pone en evidencia que aún no se logra elaborar una vacuna efectiva para acabar con este virus que se extiende en los cuerpos sociales con vital rapidez, por eso, no es una exageración decir que la violencia es en los hechos, una de las pandemias más mortíferas de todos los tiempos.

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