Quién soy, dónde estoy, qué me diste: 78 años con José Agustín
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

Quién soy, dónde estoy, qué me diste: 78 años con José Agustín
El escritor José Agustín, autor de "La Tumba", recibirá un homenaje póstumo en Bellas Artes. Foto: secretariadeculturaguerrero.gob.mx

“La gran sorpresa en casa de Pascual fue que su familia salió de vacaciones y él encontró la llave del bar… todos estábamos entusiasmadísimos, porque además de las botellas había cartones de Phillip Morris”.

El libro que me prestó Gastón, pero que en realidad pertenecía a Manolo, estuvo en mi escritorio algunas semanas hasta que lo tomó mi hermano Iván: “Está buena la novela”, me dijo. “Parece una de nuestras fiestas cuando se van de vacaciones los jefes”. Aquel día, a los 17 años, tomé entre mis manos De perfil y conocí a José Agustín. Era el libro número 13 de la segunda serie de Lecturas mexicanas, de la Secretaría de Educación Pública (SEP), aquel de la portada “de las nalgas”.

Sin conocerlo personalmente ni ser parte de mi familia, José Agustín Ramírez Gómez (19 de agosto de 1944) comenzaría a ser, desde aquel día, una de las personas más influyentes de mi vida. Fundamental en mi formación como lector en los últimos años de mi adolescencia y en los primeros de mi vida adulta, ya que prácticamente devoré todo lo que escribió hasta finales de los 90, cuando mi afición por la novela negra y policiaca, y mi trabajo como periodista de futbol, dio paso a otro tipo de lecturas.

Ciudades desiertas fue lo siguiente que conocí de José Agustín y aunque su primera lectura me fascinó, la segunda ya no. Releerla a mitad de los 40 fue decepcionante, pero no por el libro que aún disfruto, sino por algunas situaciones personales. Valga decir que Me estás matando, Susana, la película basada en la novela, no me gustó nada. ¡Gael García no es Eligio, carajo!

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Más que objeto de culto, José Agustín también se convirtió en el objeto perfecto para iniciar y perpetuar amistades, como con el propio Manolo Almazán. En mi primer semestre en el ITAM, la charla para romper el hielo con dos compañeras entrañables, Dafne Díaz y Georgina Olson, fue nuestro gusto por los libros de José Agustín.

A La tumba, como a tantas otras cosas en mi vida, llegué tarde. He tenido tres ejemplares distintos. Tuve la primera edición, de Novaro, con la famosa portada de Augusto Ramírez, hermano del autor, que se sorprendió al ver que yo tenía aquel ejemplar que me dedicó una tarde de 1992 en la casa de la Cultura Reyes Heroles. Ese libro lo presté y jamás me lo devolvieron. Una pérdida muy dolorosa. Nunca pude conseguir El rey se acerca a su templo, así es que leí por separado Luz externa y Luz interna.

En su obra, a través de cuentos, ensayos, reseñas y como crítico, José Agustín se ha acercado de diversas maneras a la música que lo apasiona: el rock. Mi reclamo para él es que siempre se ha referido al heavy metal como un género menor, aunque el punk lo entusiasmó.

Sin asumirse como tal, José Agustín se convirtió en uno de los grandes cronistas de la segunda mitad del siglo XX mexicano. A pesar de su parcialidad, sus Tragicomedias mexicanas son un gran relato de la vida pública de México en ese periodo. Sobre todo las dos primeras, porque con la última tengo significativas diferencias de opinión.

Sin duda, José Agustín es el autor más importante de aquello que se conoció como “literatura de la onda”, etiqueta que trascendió por la riqueza de su obra. Un libro que nunca pude encontrar fue La nueva música clásica, pero en La contracultura en México vienen algunos ensayos incluidos en aquel libro. El último libro que leí de él fue Dos horas de sol. Incluso fui a la presentación y me lo firmó. Era 1995. Fue la segunda y última vez que lo vi. ¡Larga vida al maese Pepcoke Gin!

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