Patagonia: La congruencia es lo que da valor a la empresa

Yvon Chouinard, billonario y fundador de la empresa Patagonia, nos enseña como un negocio puede ser rentable e impactar positivamente.

La familia Chouinard entregó en este mes el 100% de las acciones de su empresa fundada en 1973 a un fideicomiso que garantiza la sostenibilidad de Patagonia e invertirá las utilidades –100 millones de dólares al año– para conservar y regenerar el planeta. Además promoverá la sustentabilidad a través de organizaciones de la sociedad civil que demuestren un impacto positivo. El negocio tiene ahora dos dueños: Patagonia Purpose Trust y Holdfast Collective. Todo dólar que no es invertido en la compañía se destinará a proteger el planeta.

Chouinard es coherente con su propósito y proyecto de vida. Siendo un alpinista de corazón, quien valora, disfruta la naturaleza y entiende que el planeta es primero, creó la marca de ropa Patagonia. El propósito de la firma es claro: “Utilizar el negocio para inspirar e implementar soluciones que resuelvan la crisis del medio ambiente”.

Su estrategia de negocio desde un inicio fue sustentable, se enfocó en cuidar el origen y calidad de los materiales para sus prendas, en la capacitación y evaluación de su cadena de suministro y en el reciclaje de su ropa. También busca incidir en políticas publicas, buscando la participación activa de los interlocutores en su industria, logrando crear coaliciones y sensibilizando a la fuerza laboral. En este espacio de colaboración se fomenta el aprendizaje continuo donde comparten mejores prácticas entre los competidores, organizaciones de la sociedad civil, académicos y gobierno. Promueve la transparencia de datos a través de sus reportes de sustentabilidad, en informes en su página web y en los catálogos impresos. En dichos reportes se conocen estrategia, metas, avances y aprendizajes.

Es importante destacar que también promueve el uso de ropa de segunda mano. Su campaña de mayor impacto fue en la temporada de descuentos Black Friday, cuando pidió que no compraran más ropa, sino que fueran a las tiendas a que les arreglaran los daños que tenían su ropa usada. Fue un fenómeno mercadológico, ya que sus ventas superaron las expectativas. La publicidad decía: “No compres esta chamarra”.

Chouirard, de 83 años, comentó en una entrevista reciente que con esta acción busca inspirar a más empresarios para que conozcan una nueva manera de hacer negocio, donde una empresa es rentable sin dañar al planeta e impactando positivamente a su comunidad.

Es importante reconocer que el crecimiento económico no es infinito. Ya es momento de que nos demos cuenta que los recursos materiales son finitos y debemos de buscar el bienestar de todos los habitantes del planeta y no solo de un grupo reducido.

Con esta columna hago un llamado a los empresarios mexicanos que pueden hacer una diferencia para que inviertan en su negocio cuidando el medio ambiente, fomentando la paz y buscando tener un México próspero y libre.