El rescate del sistema de salud II
Diagnóstico Reservado

Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo. Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

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El rescate del sistema de salud II
Foto: Pixabay

En mi columna anterior analicé las razones de la debacle que se viven hoy en el sistema de salud en México. Una serie de pésimas decisiones acompañadas de recortes y subejercicio presupuestales, planeadas y llevadas a cabo por la –seguramente– mayor colección de incompetentes que pudieron haber estado a cargo y sin mayor razón que una ideología basada en conceptos absurdos como la existencia de una “medicina neoliberal”.

Aunque en todo el mundo es normal que existan cambios en políticas dependiendo del gobierno en turno, al hablar de salud se procura tener una continuidad. Como lo he comentado, en México, desde hace más de 40 años, las políticas de salud habían permanecido constantes, evolucionando de tal forma que nuestro país logró tener uno de los programas de vacunación más completos y ambiciosos del planeta, junto con una dramática disminución en la mortalidad infantil.  

Para el año 2018, la cobertura universal en salud se veía cada vez más cercana, al contar con un sistema de financiamiento para la población no derechohabiente de alguna institución. En contraste, tres años más tarde, el Seguro Popular desapareció sin algún sustituto y el remanente de los recursos de lo que fue el Fondo de Gastos Catastróficos será asignado a gasto corriente en el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para 2023. El dinero que era para los pacientes más graves pasó simplemente a gasto corriente. 

¿Cómo podremos reparar este desastre en el 2025?

No se pueden lograr resultados diferentes haciendo las mismas cosas. Como mencioné en la primera parte, México requiere un nuevo sistema de salud y para ello es necesario pensar fuera de la caja por lo que, en consecuencia, será necesario cambiar hábitos y paradigmas.

La reconstrucción del sistema de salud tiene muchas caras y, consecuentemente, muchas aristas. Hay que pensar, medir, cambiar, adaptar y, por supuesto, otorgar recursos para todo ello. Sin embargo, hoy por hoy, lo más urgente es atender a los pacientes. 

Son millones los mexicanos, adultos, niños y ancianos, que se encuentran atrapados en este momento entre dos enormes problemas: la falta de atención médica accesible, expedita y de calidad y el enorme desabasto de medicamentos que ya cumple tres años. Nada es más importante que eso. A las malas decisiones políticas se sumó un duro golpe a la disponibilidad de atención médica durante la pandemia y hoy, la sumatoria de todo está mermando la salud y la vida de los mexicanos.

Es por ello que la primera decisión debe ser la más radical: Cambiar de una vez el modelo de atención en el primer nivel. Ese al que acuden los pacientes cuando tienen sus primeros síntomas o donde se detectan enfermedades antes de tenerlos. Es verdaderamente urgente que la población acceda a una atención médica y esa debe ser la más fácil y la más cercana. Eso ya está sucediendo en la práctica, como se demostró en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2021, la población está acudiendo a la medicina privada (y en gran medida a los consultorios de farmacia), desembolsando dinero de manera injusta y sin ningún control.

El primer paso deberá ser el detonar un modelo de atención mixta en el primer nivel, el más importante, en el cual los pacientes puedan ser atendidos por el médico más cercano o conveniente para ellos, sin pagar un costo directo de su bolsillo. Los prestadores de servicios cobrarán al gobierno por cada atención de acuerdo con un tarifario prestablecido.

Este modelo de colaboración es completamente factible, tal y como ocurre en Francia; solamente se requiere de una adecuada planeación y una certificación de los proveedores. Todos los demás puntos finos de la operación son completamente posibles de llevarse a cabo si (y es un gran SI) existe voluntad política, pero sobre todo visión.

El otorgar acceso inmediato y sin costo directo para el paciente (no, no existe la “gratuidad”) a atención de primer nivel es solo la mitad del primer paso; la otra parte consiste en asegurar que estos pacientes se vayan a casa con sus medicamentos o mejor, que estos les sean entregados en su domicilio. El asegurar la dispensación directa al paciente a través de la farmacia más cercana, como ya ocurre en Europa, es el paso para corregir el enorme desastre que ha sido, desde hace tres años, el desabasto de medicamentos.

El adoptar este modelo de atención significa muchos cambios, sí, pero el más importante es seguramente el cambio de mentalidad. Es por eso que celebro ver como diversas organizaciones ya comienzan a hablar de un modelo de atención a la salud que involucre la participación activa de la medicina privada. Desde Funsalud con sus 4 “P” o el Consorcio Mexicano de Hospitales recordándonos como estuvieron allí para ayudar en la parte más difícil de la pandemia y como una participación público-privada benefició entonces y podría potencialmente beneficiar en el futuro a la población.

Falta conocer la opinión y la posición de la industria farmacéutica, así como de los grupos de farmacias, pero todo parece indicar que el participar de forma activa en el abasto final de medicamentos a la población es algo no solo deseado, sino que se comparte como una parte de la responsabilidad social.

Otra vez, en esta visión del modelo de salud solamente estamos tocando la punta del iceberg, aunque hay que reconocer que es una gran punta… de un iceberg enorme; pero es el primer paso para pasar de un modelo basado en un gobierno “dador” a uno con un gobierno que administra y otorga los recursos de manera más eficiente y transparente. 

El implementar este sistema en el primer nivel de atención y hacerlo de manera urgente tendrá dos beneficios a corto y mediano plazo respectivamente. De manera inmediata, los pacientes dejarán de viajar varios kilómetros a la única unidad de salud donde tienen hoy derecho a ser atendidos y evitará la frustración de no encontrar medicamentos disponibles en la única farmacia a la que tienen derecho de acudir. A mediano plazo, este modelo habrá ayudado a desaturar las unidades gubernamentales, las cuales podrán abocarse a resolver problemas de salud más complejos, con médicos que puedan dedicar más tiempo a sus pacientes. De la misma forma, el costo operativo de una inútil y caduca estructura de abasto y distribución interna de medicamentos e insumos podrá ser optimizada para dedicarse exclusivamente a dar seguimiento a los inventarios de los hospitales.

Reparar y eventualmente construir un nuevo modelo de salud tomará décadas, por lo que los primeros pasos deben tomarse de forma decisiva. Y sí, es claro que hay mucho por hacer en el segundo y tercer nivel de atención, así como en el modelo de salud pública que hoy se encuentra secuestrado por intereses ideológicos. Regulación sanitaria, educación y actualización a los profesionales de la salud, así como el siempre presente tema de las relaciones laborales y gremiales son parte de todo lo que debe resolverse teniendo como objetivo que el gobierno deje de ser un monopsonio y se convierta en un administrador y facilitador.

En futuras entregas hablaré de cada uno de estos aspectos, al igual que de los eventuales mecanismos de fondeo.

El sistema de salud está en su peor momento. No hay tiempo que perder. Es necesario comenzar a diseñar los primeros mecanismos para afrontar esta emergencia.

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