Impactos del racismo: salud emocional
Poder Prieto

Afrodescendiente. Activista y defensor de derechos humanos. Con licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública por la FES Acatlán. Exbecario del gobierno de Estados Unidos en el programa The International Visitor Leadership Program (IVLP).

Twitter:@r_pavon

Impactos del racismo: salud emocional
Foto: Pixabay

Esta es mi tercera colaboración para la columna de #PoderPrieto en La-Lista. Quienes me han honrado con su lectura se habrán percatado que mi interés en este espacio es el de señalar abiertamente los diversos impactos negativos que el racismo tiene en las personas racializadas. Hoy quiero hablar de la salud emocional porque así como el tema de las ciudades dormitorio, atraviesa mi historia personal y porque socialmente continúa siendo minimizada o vista como un signo de debilidad. 

Estas afectaciones de tipo emocional comienzan a notarse desde temprana edad. Generalmente, las infancias más prietas solemos ser violentadas a través del rechazo o con apodos (de cariño o abiertamente despectivos) relativos a la falacia esa de que el ser humano desciende del mono. Porque cuántas de nosotras, personas racializadas, nos hemos sentido feas creyendo que si fuéramos blancas seriamos “más bonitas”.

Y es que las representaciones de todo lo maravilloso de la vida: el amor, el goce, el éxito… se han construido y reproducido sobre cuerpos blancos. Esas representaciones obedecen a estereotipos de personas y sociedades blancas colonizadoras. Esos estereotipos los consumimos y comienzan a afectarnos desde la gestación, porque el ideal del bebé bonito es, otra vez, un bebe blanco, rellenito y chapeado. ¿Qué pasa entonces cuando nuestros bebes son prietos, no tan rellenitos, sin chapas? Cuando así sucede nunca falta el comentario de algún familiar: “parece changuito” o “ay está bien morenito… pero está bonito”. 

Cuando somos niños, ¿cómo asimilamos el rechazo o los apodos? ¿Cómo asimilamos el hecho de que crean que somos sucios porque somos más prietos que el resto, o que somos feos por no tener un cuerpo esbelto allegado a los cánones de la blanquitud? Este conjunto de violencias comienza a muy temprana edad y suele reproducirse en múltiples esferas de la vida en las que no somos personas bellas por ser prietas, gordas, trans, mujeres, afro, indígenas, etc. Es decir que, como cualquier otra violencia, las expresiones de la opresión racista siempre están acompañadas por otras violencias y la forma en la que se representan y reproducen socialmente a través de los productos que consumimos pueden impactar seriamente en la trayectoria de vida de las personas que no encajamos dentro de esos cánones, pues crecemos expuestas a una violencia permanente y cotidiana… sintiéndonos rechazadas. 

Con el paso del tiempo, esa sensación de rechazo deriva en algún problema de tipo emocional o psicológico como la depresión, la ansiedad, la baja autoestima, los trastornos de sueño, etcétera, que de no atenderse pueden implicar serias complicaciones de salud.

Con esto claro, y dejando de lado el discurso blanco del “echaleganismo”, les invito a que cuando se sientas solas, solos, solxs, deprimidos; cuando la ansiedad y la angustia parezcan no tener fin, cuando se sientan así, busquen ayuda profesional, sepan que muchas personas hemos, y continuamos, atravesando por eso. Nunca se aíslen, siempre hay alguien dispuesto a escuchar, y si no saben por dónde empezar o a quien acudir, pueden usar la Línea de la vida para atención psicológica de emergencia en el número 800-911-2000. 

¡Por la dignidad y la vida: solidaridad antirracista!

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