La inclusión: pieza de un rompecabezas más grande

Daniel Ortega es originario del Estado de México, licenciado en Diseño Gráfico y maestrante en Diseño por parte de la UAEMex. Actualmente trabaja en un proyecto para fomentar la diversidad de representación fenotípica en la práctica del diseño dentro de la publicidad.

La inclusión: pieza de un rompecabezas más grande

La inclusión es sin duda una de las palabras que más he escuchado en los últimos años, se habla de inclusión en los medios como cuotas de representación, inclusión y accesibilidad para personas con discapacidad motriz en instituciones publicas y gubernamentales o inclusión en las empresas con comités de diversidad que buscan acciones específicas en las actividades diarias.

Si bien, considero que todo el panorama de la inclusión es ya no sólo necesario, sino indispensable en la lucha en contra de la opresión y la discriminación, lo cierto es que hace falta ir más allá de ello para generar cambios reales en las estructuras existentes.

Ya Kike Vázquez (comediante y activista) hacía un planteamiento interesante: “para que haya inclusión, necesariamente alguien tiene que estar fuera del sistema”, el gran problema de este enfoque está en centrarnos en las reparaciones y no en las raíces del problema en sí.

Galtung nos dice que todo conflicto consta de 3 elementos, comportamientos (visibles y medibles), actitudes (culturales y aprendidas) y contradicciones (estructurales basadas en intereses) y para que exista una solución real es necesario atender todas las partes del conflicto de manera simultánea, de lo contrario las soluciones serán sólo temporales.

Así pues, si bien la inclusión es una estrategia completamente indispensable en los distintos sectores, no deja de ser la solución a sólo una de las partes, en este caso hablamos de los comportamientos como la falta de representación en medios, la falta de participación en puestos de poder o el uso del espacio publico por otros cuerpos alejados de lo hegemónico.

Las otras partes del conflicto, sin embargo, no han tenido un empuje tan grande, pues requieren acciones que involucren a todos quienes participen de las actividades. Las actitudes, por ejemplo, hacen referencia a la disposición mental o emocional de una persona hacia un objeto, persona o situación, son creencias, valores y evaluaciones subjetivas que influyen en la forma en que las personas piensan y se comportan, por lo cuál una de las mejores maneras para abordarlas es mediante la literacidad de los temas en cuestión.

Esto puede ser manejado a través talleres y capacitaciones que en muchas ocasiones son presentados mediante los propios comités de inclusión con apoyo de organizaciones o personas expertas en los temas, lo cuál es un gran acierto, sin embargo, en la mayoría de las ocasiones son tomados por puestos medios o bajos dentro de instituciones y empresas y rara vez son los puestos directivos quienes participan de ellos. Por tanto, no resulta raro que aún con una activa participación de los comités de inclusión y diversidad, se sigan presentando sesgos en las decisiones de los puestos con mayor peso y que, aún con estrategias de inclusión presentes en sus actividades, los puestos más importantes dentro de las instituciones o empresas sigan siendo de perfiles hegemónicos.

Por otro lado, la contradicción del conflicto se refiere a las tensiones existentes en la sociedad o entre diferentes grupos o sistemas. Las contradicciones pueden surgir debido a la discrepancia entre las aspiraciones, valores, intereses o necesidades de diferentes partes. Estas contradicciones pueden manifestarse en formas de conflicto o violencia directa, o bien pueden estar presentes en niveles más sutiles de la estructura social y la cultura.

Para que pueda solucionarse una contradicción, es necesaria una restructura dentro de instituciones o empresas, sin embargo, eso implicaría en muchas ocasiones a la renuncia de privilegios existentes sobre todo en los mayores rangos y que, lógicamente, no están dispuestos a perder.

Para que exista apertura a una reestructuración es necesaria una presión mayor a aquellas instituciones o empresas en las que se necesite, de lo contrario, los intereses, aspiraciones y valores pueden desembocar en la alimentación de actitudes y comportamientos negativos.

Así, como lo afirmaba Galtung, el solucionar uno de los elementos sin considerar a los otros no hará mas que retrasar el conflicto y no solucionarlo. Cada elemento tiene su propia línea de acción, pero también nutre y da origen a los otros. La inclusión es, entonces, sólo una de muchas estrategias que deben ser consideradas, esto no invalida su importancia, sino que abre el panorama para nuevas acciones a considerar.

Si bien, esta reflexión busca vislumbrar la profundidad del conflicto en sí, no creo que el peso y la responsabilidad de estas soluciones integrales caiga en alguien en particular, sino que para poder desarrollarlas es necesario el trabajo colaborativo de todos quienes estamos inmersos en el mundo de la diversidad y la inclusión, tanto aquellos interesados en que exista una sociedad más justa y equilibrada, como aquellos que estén dispuestos a poner en riesgo sus privilegios (ganados o heredados) en favor de un mundo donde el entorno no te discrimine por ser quién eres.

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