Vivir sin etiquetas
Archipiélago Reportera cultural egresada de la ENEP Aragón. Colaboradora en Canal Once desde 2001, así como de Horizonte 107.9, revista Mujeres/Publimetro, México.com, Ibero 90.9 y Cinegarage, entre otros. Durante este tiempo se ha dedicado a contar esas historias que encuentra a su andar. X: @campechita
Vivir sin etiquetas

“Cualquiera que sea la libertad por la que luchamos debe ser una libertad basada en la igualdad”, Judith Butler

Ser queer es salir de la heteronorma, no es ser raro, no es cuir con c de cochino, como me contó Magaly Olivera, ser queer ha sido acuñado como un paraguas identitario en torno a la diversidad sexual, identidad de género, el de trascender entre solo ser hombre o ser mujer.

Es una invitación a la conciencia social sobre los derechos, revoluciones y urgencia de igualdad entre todes, sí, todes, porque justo en ese amplio panorama nos hemos dado cuenta de que el universo de la “o” en realidad no nos representa en el siglo XXI, que es válido, justo y necesario respetar(nos) como cada quien se autopercibe y desea ser nombrada, nombrado, nombrade.

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Una charla que ya hemos tenido antes y que cada día es parte de las conversaciones cotidianas ya sea por un video viral, un acto de violencia, entre muchas otras situaciones que ya no podemos dejar pasar, o peor, hacernos de la vista gorda. En fin, vuelvo al tema porque comenzó en Ciudad de México Cinema Queer; se trata de la sexta edición de un encuentro fílmico-social en el que, además de poder mirar en pantalla, percibir en la butaca cintas de México, España y Suecia, también se llevan a cabo ponencias en torno a temas como el desobedecer a las normas en Latinoamérica, vivir en lo marginal o volverse mainstream, entre otros tópicos que son parte de la agenda y que, por lo mismo, generan espacios seguros para les asistentes en los que el diálogo continua más allá de la sala de cine o auditorio.

Cinema Queer es coherente con sus consignas e ideales, por ello no solo sucede en la Ciudad de México, sus propuestas también llegan a Querétaro, Mérida y Morelia, además de que en algunos casos se puede ver en otros lares a través de Filminlatino, la plataforma del IMCINE, un campo de acción expandido que acuerpa a aquellas personas que por años, meses o semanas, según sea el caso, han vivido camuflades para evitar el acoso o manifestaciones de violencia, una iniciativa que echa mano del cine para tener más impacto fuera de los entornos habituales, ya que, si bien es sabido el cine no puede cambiar pensamientos de manera inmediata, pero puede incidir en una reflexión y de poquito a poco, por lo menos, se logre hablarlos sin provocar una mueca o manotazo sobre la mesa.

Entre las actividades de Cinema Queer que resultan de una pertinencia más que necesaria, resaltó la proyección de Kenya, de Gisela Delgadillo, en Cineteca Nacional, ya que se trata de un documental sobre el feminicidio de Paola Buenrostro, trabajadora sexual trans que no es olvidado por Kenya Cuevas, quien alza la voz por todas aquellas hijas olvidadas de Eva, película que se proyectó después de días del acto de discriminación hacía Laura en los baños de la Cineteca y que, desde entonces, ha dejado al descubierto centenares, quizá miles, de mensajes transfóbicos, o bien, cargados de desinformación real sobre los derechos de una comunidad que no se disfraza de mujer u hombre, que no son desviados o depredadores, que se vale tener sus reservas, pero la negación nunca será la opción.

Vaya época en la que, por un lado tenemos iniciativas como “Abrazo grupal” y sus videos de YouTube, post y libro Resistencias Queer, programas como Inclusión radical o Entre redes en El Once, entre otras iniciativas como Colmena 41 impulsada por Enrique Torre Molina y Federico Arellano, más libros, podcast y películas como Cassandro, de Roger Ross Williams, con Gael García Bernal en el papel de Saúl Armendáriz, el mismísimo Cassandro El exótico, luchador de El Paso, Texas, que en una época en la que ser queer era realmente peyorativo y más en el ámbito que él buscaba, el de los machos que (según me contó) resultaron macho-menos; un personaje que vivió la violencia sexual desde niño, un luchador que debió dar más sobre el ring por lo que tuvo siete cirugías, le colocaron 8 clavos en la pierna izquierda, cuatro en la derecha y le cambiaron la dentadura tres veces, trancazos que ha soportado con una actitud inquebrantable y que, a la vez, le ha representado campeonatos mundiales, funciones en el museo de Louvre, caminar por los pasillos del casino de Biarritz o Cannes con sus botas, traje y capa llenas de pedrería, ser protagonista de documentales y ahora de una película que se verá a través de la plataforma Prime Video.

Cierro este Archipiélago con la invitación a mirarnos sin prejuicios y discursos caducos de que la naturaleza es sabia y por eso solo somos hombres o mujeres, nos leemos la próxima semana.

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