Xóchitl Gálvez: adiós a la outsider

Analista y consultor político. Por más de 12 años, creador de estrategias de comunicación para el sector público y privado. Licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM y maestro en gobierno por el Instituto Ortega y Gasset. Observador del uso de las nuevas tecnologías y su impacto en la democracia.

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Xóchitl Gálvez: adiós a la outsider
Foto: Especial

Para la organización internacional Human Rights Watch el acceso al aborto seguro y legal es una cuestión de derechos humanos. Así de tajante y así de simple. También lo es para la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Institución que recientemente despenalizó su práctica en todo México. Sin embargo, para la visible candidata de la oposición se trata de un tema a revisión.  “En mi calidad de Frente Amplio estoy obligada a respetar diferentes visiones”, sentenció el pasado fin de semana.

La postura de Xóchitl Gálvez es significativa y delinea las formas, parámetros y narrativa bajo las cuales la aún senadora panista se moverá en la contienda rumbo a la sucesión de uno de los presidentes más populares de Latinoamérica en 2024. Más allá del tema, que en sí mismo es de una relevancia absoluta, la declaración de quien encabeza el bloque opositor adelanta su fracaso como “candidata ciudadana”.

No sorprende que los partidos que integran el Frente Amplio por México la estén devorando de manera tan fácil y rápida. Desde un inicio fue posible advertir que dicha coalición no tenía un espíritu ciudadano y que la llegada de Xóchitl respondía más a un arreglo cupular y de poderes fácticos –principalmente económicos– que a una escucha de las personas que disienten del proyecto de la Cuarta Transformación.

El love bombing mediático que recibió la exalcaldesa de la Miguel Hidalgo, mismo que ayudó a generar la percepción de su inevitable triunfo sobre los otros aspirantes, tuvo como eje principal posicionarla como una outsider de la política, es decir, que se trataba de un personaje que no pertenecía y tampoco respondía a agendas o intereses de ningún partido político: vendía gelatinas, es indígena y marxista. La realidad, sin embargo, es otra y parece haberla alcanzado demasiado pronto.

Su nueva actitud es hasta cierto punto entendible, pero en ningún momento admisible. Una hipótesis es que cuando los partidos políticos, PRI, PAN y PRD fueron orillados a regañadientes a aceptarla como la figura que los representaría, se abrió una dura negociación en la que hoy es posible ver que ella perdió: te prestamos nuestra –obsoleta– estructura a cambio de tu abyección… de otra manera no podrás ganar. Solo así se explica el giro de 180 grados en sus valores, en el que su drástico cambio de opinión con respecto al aborto es apenas un ejemplo y la punta del iceberg de lo que puede venir hacia adelante.

Ahora, Xóchitl Gálvez ha dejado de ser la outsider y pasa a erigirse como una fiel representante de una coalición partidista, integrada por institutos políticos que en los últimos años solo acumulan fracasos. Se abandonó para ajustarse y mimetizarse. Compró el cuento de que sin la estructura no llegará a ningún lado. No contempló que esa decisión le arrebata su momentáneo halo de novedad y su principal diferenciador dentro de la competencia electoral. Los partidos políticos se sirven de ella y no al revés.

Atender las necesidades de 3 personas: Alito Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano por encima de los mexicanos que, más allá de ser simpatizantes del Frente Amplio por México, están abiertamente en desacuerdo con la Cuarta Transformación no la llevará a ningún lado. Es aún prematuro augurar el fracaso de Xóchitl Gálvez, pero de seguir priorizando al Frente Amplio por encima de ella misma en los temas relevantes del país, como en este caso el aborto, su paso por la contienda electoral más que anecdótico podría terminar siendo patético. ¿Ajustará?

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