A Acapulco lo pondrá de pie el crimen organizado
Zona de silencio

Periodista especializado en crimen organizado y seguridad pública. Ganador del Premio Periodismo Judicial y el Premio Género y Justicia. Guionista del documental "Una Jauría Llamada Ernesto" y convencido de que la paz de las calles se consigue pacificando las prisiones.

X: @oscarbalmen

A Acapulco lo pondrá de pie el crimen organizado
Foto: EFE

En 2005, cuando el huracán Wilma -de una temible categoría 5- provocó la muerte de 52 personas y arrasó las playas del Caribe mexicano, Los Zetas aprovecharon la catástrofe para enviar despensas que supuestamente aliviarían el hambre de vecinos de Cozumel y Playa del Carmen.

Gracias a los tráileres que salían cargados desde Tamaulipas, un veinteañero conocido como “Siete Latas”, o Víctor Manuel Pérez Izquierdo, desplazó a las pandillas locales y se colocó como el jefe de plaza “de la gente de la letra” en Quintana Roo. Vestido de oveja, enseñó a sus sicarios a hundir sus colmillos de lobo en las carteras de los empresarios desde Cancún hasta Tulum para cobrarles un incipiente “derecho de piso”.

En 2014, el huracán Odile avanzaba como un monstruo de categoría 4 sobre la península de Baja California. Sus vientos de 220 kilómetros por hora causaron 18 fallecimientos y daños en la infraestructura urbana. Únicamente en Los Cabos provocó pérdidas de unos 10 mil millones de pesos.

El desastre sorprendió a la policía estatal, que pronto se vio rebasada por hordas de saqueadores. Decenas de integrantes del Cártel de Sinaloa vieron una oportunidad en el caos y ofrecieron sus servicios como recuperadores de bienes robados. Muchos empresarios aceptaron, pero el costo final fue terriblemente alto, pues se les obligó a contratar los servicios de guardia privada al cártel a costos altísimos o sus negocios serían incendiados.

Un año más tarde, 2015, el huracán Patricia volvió a amenazar el Pacífico mexicano. Sus estudiosos lo presentaron como “el ciclón tropical más intenso a nivel global”. La destrucción de varios pueblos costeros en Michoacán, Colima y Jalisco parecía inminente. Todos esperaban un exterminio natural, pero un inesperado debilitamiento rebajó a Patricia de categoría 5 a lluvias moderadas.

A pesar de eso, Patricia arruinó más de 3 mil 500 hectáreas de plátano y papaya de campesinos colimenses. El Cártel Jalisco Nueva Generación no tardó en aparecer y ofreció préstamos sin aval a los desesperados agricultores. Al año siguiente, los sicarios volvieron a las parcelas a cobrarles intereses superiores a los que pedían los bancos a punta de pistola.

Escribo estas líneas a las 3 de la tarde del miércoles, mientras un pavoroso silencio me hace imaginar lo peor sobre la magnitud real del daño del huracán Otis -también categoría 5- en Acapulco. Sé que las zonas turísticas están hechas pedazos, pero falta información sobre la desgracia en las zonas rurales y costeras, donde vive la gente más pobre.

Mientras navego entre dudas, me surge una certeza: Acapulco se pondrá, otra vez, de pie. Lo sé porque la gente de Guerrero sabe sobrevivir entre tragedias. Aceptará despensas, pedirá préstamos, contratará empresas que ofrezcan los servicios de más bajo costo. Harán lo que tengan que hacer para levantarse.

Y ahí estará el crimen organizado, hipócrita y codicioso, para ayudarles. Y luego cobrar con sangre esos favores.

GRITO.  Diez grupos criminales se pelean Acapulco: el Cártel de Sinaloa, el Cártel de los Beltrán Leyva, La Familia Michoacana, el Cártel Jalisco Nueva Generación, el Cártel Independiente de Acapulco, Los Rojos, Los Ardillos, Guerreros Unidos, el Cártel del Sur y el Cártel Gente Nueva. Todos listos para aprovecharse de la tragedia.

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