Mi deseo de Año Nuevo: que liberen a los 4
Zona de silencio

Periodista especializado en crimen organizado y seguridad pública. Ganador del Premio Periodismo Judicial y el Premio Género y Justicia. Guionista del documental "Una Jauría Llamada Ernesto" y convencido de que la paz de las calles se consigue pacificando las prisiones.

X: @oscarbalmen

Mi deseo de Año Nuevo: que liberen a los 4
Cuatro hombres que se dedican a la venta de pollo en Toluca fueron privados de la libertad por presuntos integrantes de La Familia Michoacana. Foto: Eduardo Séptimo/La-Lista.

La pesadilla de todos nosotros empieza con un papelito. Casi siempre es blanco, pequeño, haz de cuenta que como una tarjeta de regalo. Nada más que el regalo está envenenado: te dicen “ahí te mandan esto” y ves un teléfono y el nombre de un tal comandante. Caray, es que se te va el alma a los pies, porque ya sabes lo que viene, pero te niegas a creer. “¿Quién lo manda?”, preguntas, como si eso cambiara el chingadazo, pero el chavalito siempre responde lo mismo: “yo no sé, usted marque y arréglese, yo no sé nada”.

Te armas de valor y sales del local, porque esas llamadas no se hacen con la familia o los trabajadores a lado. “¿Con quién hablo?”, preguntas e intentas poner voz de que estás al mando, pero te mueres de miedo. A mi, por ejemplo, me respondió el comandante Jorge, pero puede ser Ciclón, Muñeco o Pozo. Da igual, todos dicen lo mismo: “Soy de la compañía, ajá, sí, esa, la Nueva Familia Michoacana, y se le invita a reportarse por las buenas, ya saben que no nos andamos con mamadas”.

Me llamaron en 2018. Ese año mudé mi negocio de pollos para Toluca porque pensé que en la capital no me iban a molestar y mira nada más lo equivocado que estaba. Le dije a mi mujer “es pura extorsión, estos llaman desde la cárcel”. Hasta me sentí orgulloso de que le dije al comandante “pues yo tampoco me ando con jueguitos con mugrosos como tu, diviértete pasando lista” y le colgué. Luego luego hice cálculos: me pedían un pago fijo por pollo vendido que resultaría en unos 500 mil pesos al mes. 

A las dos semanas le cayeron al negocio cuatro tipos. Yo digo que ya me tenían checado, porque llegando me dijeron “¡Ahora sí te encontramos, cabrón!” y es que yo tenía días sin ir porque estaba enfermo. Me aventaron a una camioneta y me golpearon todo el camino. Digo “todo” porque me pareció eterno, aunque luego supe que nomás fueron 15 minutos. Tenían la casa de seguridad atrás del Palacio de Gobierno, bien cínicos, bien protegidos.

Me tuvieron secuestrado 18 días. En ese tiempo llegó una señora que vendía verduras, un señor que tenía un negocio de tamales y un niño como de 12 años que no sé qué cosa habrá hecho para merecer un infierno así. Nos golpeaban cuando estaban drogados, nos orinaban, nos hacían simulacros de fusilamiento. Conmigo eran peores. Me rompieron los dedos y me decían “¿no que estábamos en la cárcel?”.

Me voy a ahorrar los detalles, porque si te cuento me pongo a llorar. Total que mi familia pagó una cantidad —que no puedo decir— para liberarme, pero tan alta que rematamos el negocio. Ahora es una papelería que, yo digo, también está renteada. Yo me volví a enfermar y casi me muero. Mi esposa está igual, mala de la presión. Todo lo que deseo es salud para volver a empezar mi negocito, pero a los 64 años y quebrado en la cartera y en el corazón, pues es una cosa muy difícil.

Y aún así te agradeceré mucho si publicas que, más que todo eso, más que un beneficio personal, todo lo que yo quiero para Año Nuevo es que los cuatro colegas vendedores de pollo secuestrados vuelvan a sus casas. Cambio mi deseo de salud por su libertad, aunque no los conozca. Su dolor me duele en este año que se acaba.

GRITO. Una de mis 12 uvas irá para este deseo: que quien ocupe la Presidencia de México en 2024 llegue al poder con una estrategia bajo el brazo para frenar la extorsión.

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