Bien muertas las quieres
Futuros alternos

Es escritor, periodista, locutor, productor de radio y gestor cultural. Sus textos han aparecido en catálogos como Crafting our Digital Futures (Victoria & Albert Museum) y Do Flex Text (Buró Buró).

Ha escrito para Vogue, RollingStone, Revista 192, Esquire, Código, El Universal, entre otros, y colaborado en Imagen Radio, Ibero 909, Reactor, Milenio Televisión, Bullterrier FM y Aire Libre FM.

X: @mangelangeles

Bien muertas las quieres
La protesta se llevó a cabo este martes. Foto: Nayeli Valencia/La-Lista.

En la misma semana en la que el presidente hizo mención de la diputada Salma Luévano en la mañanera de manera despectiva y violenta, malgenerizándola, sucedieron muchas cosas. Aquí un pequeño recuento. 

Día 1: El periodista Joaquín López Dóriga insinúa que la manera en que el presidente saludó a la diputada Salma Luévano evidencia su postura ante la comunidad trans, de la que forma parte la diputada. “Así de abierto @lopezobrador_ saludo de beso y cuando confirma le pone distancia. #Humanista” 

Ese mismo día, la diputada responde. 

Día 2: El presidente Andrés Manuel López Obrador malgeneriza a la diputada Salma Luévano. Sobra decir cómo la llama, para referencia: algo parecido, pero no tan violento como llamarlo “el eterno candidato que se viste de presidente”. 

Llueven las críticas. Casi más de un lado que del otro. Triste el espectáculo de silencio de quienes durante años han hablado del presidente como un defensor de los derechos de las minorías. Triste que sean pocas personas militantes de Morena, muy pocas, las capaces de hacer una crítica directa a la manera en que se expresó López Obrador. Da asco ver a personajes abiertamente transfóbicos expresarse de la misma manera que el hombre más poderoso de México.

Día 3: El presidente Andrés Manuel López Obrador se disculpa en su one man show de todos los días. Dice que “la gente debe asumirse como se identifique”.

Llueven las loas. Quienes un día antes callaron aplauden una y otra y otra vez. El interés tiene pies y ahí se nota. Son pocas las voces que criticaron un día antes y reconocen el esfuerzo. El hombre que se viste de pueblo pocas veces se disculpa. 

La absurdidad ad infinitum. Ni qué decir: la política que tenemos es la que hemos votado. Y en este país aplaude y voltea a otro lado quien quiere y lo hace porque puede y porque quiere. Faltaba más. 

El problema con esta política y esta aplaudidores es que cobra vidas. En la misma semana en la que el presidente hizo mención de la diputada Salma Luévano en la mañanera de manera despectiva y violenta, malgenerizándola, sucedieron más cosas de las que se mencionan anteriormente. 

El mismo día (10 de enero), dos días después de las declaraciones del presidente dos mujeres trans son violentadas. Una de ellas por un vecino: Nicte Chávez, habitante de Coacalco de Berriozábal en el Estado de México, es golpeada en el interior de su casa. Antes de eso, había denunciado sin que las autoridades intervinieran. Su violentador vive al lado de su casa. 

Ese día a millones de años luz like de distancia en el metaverso de Las Perdidas, donde parece que todo es felicidad y risa, la vida nos recuerda que no. Tal vez sí, si eres Paris Hilton o algún afortunado hijo del presidente. Pero no. Paola Suárez, Paolita, la influencer trans, fue golpeada brutalmente por su novio/pareja al punto de casi perder un ojo, a decir suyo. Unas horas antes, ella misma había publicado un video en el que le pedía matrimonio el mismo sujeto que luego la violentaría. 

Llueven las furias y la transfobia. 

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Quien señala al presidente como un detonador de violencia es castigado por las hordas digitales dispuestas siempre a defender incluso lo indefendible. Él no, él no es responsable. Si ponemos en contexto no hay forma de verlo de manera distinta: el hombre más poderoso de México malgeneriza a una mujer trans, por supuesto que habrá replicantes que no tienen que tener el mismo poder dispuestos a usar su fuerza de manera violenta. 

El jueves 11, tres días después de las declaraciones ya se sabe que la activista Kenya Cuevas interpuso una queja en el Conapred. “Demerita e inclusive genera una ola de violencia contra las personas trans” nos dice a Sandra Romandía y a un servidor en el programa #RomandíaEnElHeraldo en Heraldo Radio. “No hay un acto reparatorio”, dice, la misma activista que acuñó esa frase “nuestra mayor venganza es que seamos felices”. 

¿Un acto reparatorio? ¿Cómo? ¿Tomar un taller, estudiar la ley de la no discriminación? ¿Un decreto? ¿Qué se hace en un país en el que se las asesina y que ocupa el segundo lugar en transfeminicidios en Latinoamérica?

Termina el programa y mientras camino de regreso a casa veo en Twitter la nueva noticia. Otra muerta, otra muerta. Miriam Ríos en Michoacán. Veo que la activista Laurel Miranda lo anuncia: “Miriam Ríos era una mujer trans y comisionada municipal de @MovCiudadanoMX en Jacona, Michoacán.”

Me preguntó cuánta fuerza requiere para otra mujer trans ver aumentar la cifra de transfeminicidios sin que esto sea un escándalo. También me pregunto cuánta indolencia requiere alguien para no ver lo que está pasando. 

Bien muertas las quieres, sistema. Porque no las ves, porque las vuelves el objetivo enemigo. 

Cuando pienso en la pertinencia de escribir sobre esto y en la poner la furia a un lado, para dejar que sea la sensatez quien piense, pienso en que tal vez debería ser una voz trans quien enuncie estas violencias. Recuerdo luego cómo es que el promedio de vida de 35 años es producto de una vida donde la violencia económica que viven también las empuja a dedicarse a trabajos que en la mayoría de las ocasiones las precarizan. Me encabrono más pensando en eso. Las están matando como para pedirles que todavía vengan a escribir una columna sobre las violencias que viven. Como si hubiera varios espacios abiertos para personas trans y sus plumas. 

Es claro que sí: este sistema las quiere bien muertas.

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