El ciudadano Graco Ramírez

Periodista y escritora.

El ciudadano Graco Ramírez

“Alguna vez, cuando López Obrador presidió el PRD, me reclamó todavía amistosamente: ‘Me invitaste al PRD y ahora soy el dirigente, y tú andas organizando ciudadanos fuera del partido…’” 

“Él me dejó en claro que no estaba muy de acuerdo, porque esos actores políticos no tenían lealtad partidista.”

La semana pasada tuve el honor de ser la moderadora en la presentación del libro de Graco Ramírez: Contra la regresión autoritaria: Memorias desde la izquierda.

Graco es un protagonista de la historia social y política mexicana de las últimas siete décadas.  Y no, no comiencen a echar números. Graco Ramírez empezó muy chavito. En el ‘68 apenas estaba en la prepa 6, pero ya se le veía la madera de activista y agitador. Agitador social, agitador de conciencias.

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En la presentación, Graco tuvo un cartel de envidia. Federico Reyes Heroles (hizo el prólogo), Enrique Serna, Beatriz Rivas y Acosta Naranjo.  Se hizo en el Centro Cultural Reyes Heroles y solo por aclarar el punto, este centro no es de la familia de Federico. Está en Coyoacán, alcaldía que gobierna y todo indica repetirá Giovanni Gutierrez, quien nos abrió las puertas después de que Casa Lamm, aun habiendo pagado el evento, se las cerrara a Graco y a su editorial Debate, quesque porque el texto no iba con su línea editorial.

Graco se atrevió a escribir sus memorias, y no solo eso, tuvo la humildad de aceptar que fue gracias al psicoanálisis como logró entender ciertos errores.  ¿Se imagina a un político diciendo eso, sobre todo de izquierda? Aceptar que fue al psicólogo sería un signo de debilidad, pero Graco lo hizo. 

Hay que leerlo porque él es un protagonista de nuestra historia política. Nos ofrece su versión de los hechos desde la izquierda. Esa trinchera que todos deberíamos conocer para advertir el riesgo de la regresión autoritaria que vivimos, la que también explica y desnuda en sus páginas.

Graco refrenda que, sin memoria, no hay historia… ni futuro.  Graco expone momentos de tensión que daban para extenderse, profundizar y mostrar, quizá conmover.  La escena en la que vive personalmente la tortura en el Campo Militar número uno, recién casado; las desviaciones ambiciosas de Aguilar Talamantes; el momento del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu y su impacto en lo que pudo ser la negociación de una reforma del poder más profunda, así como lo que le dijo a Colosio en una cena en su casa y que cuando salieron Elena, su esposa, molesta le preguntó: “¿Cómo te atreviste a decirle eso? “.

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En la pirámide poblacional de este país, la mayoría la ocupan los jóvenes menores de 30 años, que es posible que no recuerden las luchas desde la izquierda que nos refiere el autor y que probablemente solo hayan vivido en democracia.  Nos cuenta también cómo se vivieron desde la izquierda el posicionamiento ante el EZLN, la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas hasta el manejo de las complicadas operaciones de auxilio después del terrible sismo del 2017, siendo gobernador de Morelos, o las complejidades en las diligencias del PST y del PRD. 

Ah, también nos platica que cuando llegó por primera vez a ser diputado: “Corrían la voz de que cuando fuéramos llamados, se nos entregaría una pistola. No faltó un diputado primerizo, de origen veracruzano, que exigió la entrega de su arma, engañado por un veterano. Esa era la imagen de los legisladores”.

¡Qué tal, eh!  

Obvio también habla de AMLO y nos cuenta que fue él, Graco, quien lo acercó con Cuauhtémoc Cárdenas.  

“Vencedores del proceso del 2018, se ha pretendido generar la idea de que López Obrador formó parte de esa pléyade de priistas que fundaron la corriente democrática y terminaron por romper con el PRI, para abrirle paso a la conformación del Frente Democrático Nacional. No fue así. Después de las jornadas contra el fraude en la elección presidencial, él siguió manteniéndose en el PRI. Sólo renunció al partido cuando aceptó la condición que le planteó Cuauhtémoc Cárdenas: que renunciara para poder ser candidato a gobernador por el Frente Democrático Nacional en las elecciones de noviembre de 1988, en Tabasco. Yo, que lo conocía de tiempo atrás, colaboré para convencerlo. Después y sólo después, efectivamente AMLO formó parte del grupo fundador del PRD ya en 1989.”

En un país dónde -inhalen y exhalen- los votos se pesaban no se contaban, Graco también escribe: “Lo llevó al poder su perseverancia, un mérito que nadie puede negarle, pero contra toda evidencia histórica se ha empecinado en negar que, gracias a los avances democráticos conseguidos en el pasado, él pudo acceder con toda legitimidad a asumir la conducción del gobierno de la República”.

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Entre los errores o la autocrítica que Graco Ramírez hace leemos:  “Hicimos grandes esfuerzos, pero no logramos sacudirnos el caudillismo y esa rémora creció más adelante con el surgimiento y existencia de Morena. Se trataba de entender que no hay democracia sin demócratas, que teníamos que aprender a ser demócratas. Las raíces fundacionales del PRD provienen de dos expresiones distintas de autoritarismo… el PRI y del Partido Mexicano Socialista.”

“En fin, piénselo bien”, comentó. “’Hay presentes que son del pasado y hay presentes que le apuestan al futuro. Decídanlo ustedes, don Jesús Reyes Heroles”.

Graco Ramírez asegura que lo que tenemos como gobierno no es de izquierda, sino es nacional populista y es muy peligroso para nuestra democracia.  “López Obrador demuestra una profunda raigambre conservadora, y finalmente, sueña y hace todo lo que esté a su alcance para instaurar un partido hegemónico, como en los años 70 del siglo pasado”.

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