Periodista egresada de la FES Acatlán, UNAM. Siempre aprendiz. Reportera, mamá de Natalia y columnista de Lazos, una publicación semanal que aborda temas sobre liderazgo femenino, maternidad feminista y crianza responsable. Twitter: @betty_corree
Crónica: 17 meses después de clases virtuales, así fue mi regreso a la escuela
Pasaron 17 meses desde que dejé de ir a la escuela, este regreso a clases me hizo ilusión, me sentí diferente y muy emocionada.
Pasaron 17 meses desde que dejé de ir a la escuela, este regreso a clases me hizo ilusión, me sentí diferente y muy emocionada.
Han pasado más de 17 meses desde que dejé de ir a la escuela. Cuando un bicho proveniente de Asia nos cambió la vida. Soy Natalia, tengo 10 años y curso el sexto grado de primaria.
Antes de la pandemia, el regreso a clases era emocionante por estrenar cosas y reencontrarnos con los amigos después de no verlos unas semanas; pero con el regreso virtual del ciclo escolar pasado nada me emocionó, fue triste.
Sin embargo, ahora tuvimos la oportunidad de volver a las clases presenciales, mi madre y yo acordamos que sí, teniendo en cuenta que no regresaría a lo que conocía. Durante dos semanas solo pensaba en eso, en los juegos, en mis amigos, en las clases, pero también me preguntaba si me iba a gustar y sentía miedo.
Pese a todas esas emociones, no pude sentir una gran ilusión con todo, hasta el solo hecho de poder vernos físicamente sin tocarnos, de sentarme en una banca y cargar mi mochila.
A las 7:30 horas del viernes 3 de septiembre de 2021, mi maestra dijo a mí y mis cinco compañeros: bienvenidos a la clase de sexto año. Platicar con mis amigas, caminar a su lado, ver lo mucho que cambiamos y que podamos convivir de nuevo, fue muy bonito.
Volver me hizo ver cuánto he crecido, he dejado de ser tímida, entré cambiada, con otra cara, hice nuevas amigas. El regreso rompió mis expectativas. Me sentí tranquila, emocionada. Me encantó.
Aún mi mente ve con claridad el último día que tuve clases ‘normales’, era un viernes de marzo de 2020. Ya algunos días antes habían implementado en la escuela el uso de gel antibacterial, al entrar y salir de los salones, pero nadie sabía bien el por qué.
Iba en cuarto de primaria. Después de la junta solo nos dijeron que nos veríamos pronto. Dos semanas era el plazo… no volvimos.
Desde que Covid-19 llegó a México la indicación era clara: había que resguardarnos para prevenir los contagios. Todos estábamos espantados, nos daba miedo el contagio, vimos más casos y nadie quería salir, pero las clases debían continuar aún con el bicho.
Desde el inicio hasta el pasado julio siempre fue muy pesado estar frente a la computadora, al principio de 7:30 a las 11:00 horas, pero después las jornadas se volverían aún peor, con un horario extenso como el que teníamos en presenciales, hasta las 14:30 horas. Esto era una señal de que el regreso aún era lejano.
Los meses que pasaron fueron difíciles, cansados, complicados. Mi mamá decía que debía echarle ganas, que no era tan complicado, pero no era así. No estábamos acostumbrados, tener los ojos abiertos, los apuntes no se alcanzaban a ver, no se podía participar como antes, a veces las conexiones de nosotros y los maestros fallaban, y no teníamos un recreo como el de antes.
A veces no prestaba atención a las clases, no entendía nada, estaba cansada. Afuera las noticias anunciaban aumentos en las cifras de contagios y de muertes. Todo era confuso.
Durante este tiempo, varios familiares de mis compañeros se contagiaron, después les siguieron algunos profesores que de un día para otro dejaron de dar clase en la pantalla y los rumores decían que era por covid.
Aunque las cifras bajaron y anunciaron que existía la posibilidad de tener un regreso voluntario, sentí esperanza de que volvería, sentía una necesidad de ir, de recobrar de nuevo, aunque fuera un poco, la vida que conocía, ya no quería seguir encerrada y seguir sintiendo temor.
Mi mamá y yo platicamos que podría ser un buen momento para regresar, y experimentar. Votamos que sí, pero la mayoría de los papaś dijeron que no, que lo mejor era continuar en virtuales.
Me enojé porque sentía que no nos estaban tomando en cuenta. Sin embargo, tras terminar el quinto año completo en virtual, solo estaba segura de que quería volver.
Después de experimentar el regreso a clases presenciales, me pregunto si voy a extrañar el pasado, y la respuesta es sí. Aún es pronto para saber si esto ha sido la mejor decisión, por ahora parece ser la mejor.