De Levi’s a Topeka: ¿regresa la sustitución de importaciones?
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

De Levi’s a Topeka: ¿regresa la sustitución de importaciones? De Levi’s a Topeka: ¿regresa la sustitución de importaciones?
En redes sociales algunos usuarios recordaron cómo era la vida en algunos sectores del México clasemediero antes de la apertura a productos extranjeros, principalmente los llegados del otro lado del Río Bravo. Foto: Roberto Vargas.

Mientras Donald Trump amenazaba al gobierno de Claudia Sheinbaum con subir aranceles a las exportaciones mexicanas y la Presidenta mexicana respondía con una carta aplaudida por sus simpatizantes y algún sector de la comentocracia nacional, en redes sociales algunos usuarios recordaron cómo era la vida en algunos sectores del México clasemediero antes de la apertura a productos extranjeros, principalmente los llegados del otro lado del Río Bravo.

Desde su cuenta de la red social X (antes Twitter), el guitarrista Paco Huidobro, mente maestra de la banda Fobia, escribió:

“No imaginan lo que era México sin TLCAN. La música dio un salto cuántico gracias a este. Dan por hecho que existían instrumentos y equipo de calidad accesible. Solo teníamos Sonatone. La guitarra más culera que he tocado”.
Huidobro agregó otra publicación con una foto de su primer amplificador, un equipo de la marca Radson, que recuerdo se utilizaba en las escuelas públicas de este país.

“¿Creen que los equipos de sonido e iluminación en festivales se hacen acá? La música alimenta muchas otras industrias, genera empleos, no veíamos ningún artista internacional”, señaló el músico y me hizo recordar cuando soñaba con un concierto de Slayer en México, con esas paredes impresionantes de amplificadores Marshall que usaban en sus giras por Estados Unidos, principalmente.

Los comentarios a la publicación de Huidobro fueron, en la mayoría de los casos, enriquecedores y hasta divertidos, pero una respuesta del compositor de “El microbito” y “Más caliente que el sol” me hizo recordar mis clases de economía política y una estrategia implementada en México para tratar de impulsar a la industria nacional: el modelo de sustitución de importaciones (ISI).
“La jodida (guitarra) Sonatone costaba más que una Fender en USA. Yo iba nomás a ver de lejos las Gibson y solo en una tienda. Estuvieron décadas en la vitrina. Obvio, el Sr. Sonatone le regalaba un Mercedes al secretario y protegía la industria nacional”.

¿Qué tan cierto fue esto?

Control social y regulación del mercado

La sustitución de importaciones tiene sus antecedentes en el mercantilismo de la Europa colonial del siglo XVII, principalmente con las tarifas aduaneras impuestas en la Francia de Luis XIV por Jean Baptiste Colbert. La idea era lograr una balanza comercial favorable que permitiera la acumulación de reservas monetarias. La idea contemporánea de la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) surgió en un contexto histórico de gran depresión económica en Europa, la etapa entre las dos Guerras Mundiales. Esa crisis repercutió severamente en la economía de las naciones periféricas, caracterizadas por su gran dependencia desde épocas poscoloniales.

En México, “la intervención del Estado en la economía, durante el periodo 1940-1982, no se limita a la creación de la infraestructura necesaria para impulsar el crecimiento y desarrollo en el país. Por el contrario, su participación se extendió a sectores que le correspondía realizar al sector privado. A partir de la administración del Presidente Lázaro Cárdenas, el proyecto nacional fue iniciar el proceso de industrialización, pero es hasta el sexenio de Manuel Ávila Camacho en el que se adopta un modelo específico para obtener dicho objetivo. El Modelo de Industrialización Sustitutiva supuso una organización económica en la cual el Estado, a través de su acción directa como inversionista y de su acción indirecta mediante la política económica, garantizaba una estructura proteccionista y de estímulo a la industrialización como una nueva estrategia de crecimiento” *(1).

Esa estrategia le dio al estado mexicano un importante control sobre los empresarios porque se volvió juez y parte en el proceso de industrialización. Además, impulsó el crecimiento de grandes fortunas entre los inversionistas consentidos de los gobiernos priistas.

Con mi casi nulo conocimiento de macroeconomía, me parece casi impensable, en un mundo globalizado, que la estrategia del gobierno mexicano sea cerrar las fronteras a bienes y productos del exterior. Las amenazas de Trump para elevar aranceles si México no detiene el flujo de migrantes y drogas hacia la Unión Americana pueden ser, como mencionó el ex subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel, parte de su estrategia para iniciar las negociaciones por el T-MEC con ventaja.

Antes de la adhesión de México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), en agosto de 1986, durante el gobierno de Miguel de la Madrid, y de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), en enero de 1994, la clase media mexicana suspiraba por la llegada de productos del exterior.

Si no podías viajar a Estados Unidos era casi imposible que pudieras vestir o calzar las marcas de moda. Aunque la versión mexicana de la marca Levi’s aprovechó la popularidad de algunas figuras de la selección nacional de futbol para lanzar una línea de ropa casual en 1978, mis amigos de la secundaria y yo suspirábamos por tener unos Levi Strauss originales mientras usábamos unos Topeka. Los jeans Lee y los Wrangler también eran objeto de nuestro deseo.

A menos que decidieras meterte al peligroso barrio de Tepito, tener unos tenis Adidas originales era muy complicado y los Nike aún no eran tan populares, pero la fábrica de zapatos jalisciense Canadá lanzó al mercado una línea llamada Decatlón (“decartón”, entre los cuates), que copiaba los diseños de aquellas marcas. Tampoco había Sperrys o Timberland, pero la misma Canadá fabricó los Exorcista, Punk y los Perestroika. Muchos usamos tenis Dunlop, Settia, Charly o Panam. Estás dos marcas regresaron al mercado en años recientes con diseños nuevos y originales. Cómo olvidar que los Súper Faro de lona fueron la versión vernácula de los Converse All Star.

Acá no teníamos Burger King o McDonalds (¿alguien recuerda las impresionantes filas para comprar una hamburguesa en la sucursal del Pedregal?), pero comíamos en Burger Boy y Tomboy. Los Carlos V y los chocolates Postre nos hacían olvidar que “del otro lado” había Snickers o Milky Way y las Motitas o los chicles Canels sustituían a la goma de mascar Wrigleys.

En las casas había televisores Zonda y Philco en lugar de Phillips o Sony (la estrella de mi casa era una Magnavox), por las carreteras circulaban tractocamiones Dina en lugar de los legendarios Mack y Vehículos Automotores Mexicanos (VAM) fabricaba sus autos copiando los modelos de American Motors Corporation. Faltaban casi 50 años para la llegada de la sueca IKEA (1943) a tierras mexicanas, pero Sasha Montenegro, Luz María Aguilar, Sergio Corona y Julio Alemán nos hablaban de las bondades de los muebles de K2, “su fábrica amiga”.

Íbamos a los Multicinemas cuando no existía Cinemark; en lugar de Dairy Queen disfrutábamos los helados de Danesa 33, y Jarritos, Chaparritas, Pascual Boing, Lulú y Titán le daban la pelea a los Dr. Pepper y Mountain Dew. Algunos adolescentes, como mi hermano Omar, compraban latas de gaseosas importadas en bazares como Pericoapa.

Antes de la creación de las tiendas Mix Up, Zorba y Discolandia eran la alternativa a Tower Records y para los amantes del heavy metal, la subsidiaria de Warner Records creo la mexicanísima “Serie Rocker”. Al igual que con los instrumentos musicales que menciona Huidobro, los discos importados costaban una verdadera fortuna.

Aunque algunos legisladores oficialistas han sugerido voltear a ver a China como principal socio comercial, no me imagino a los fanáticos del Costco o el HEB “haciendo el súper” en un China City, como los que han inundado Guanajuato. Una proletaria tienda Conasupo es un supermercdo de lujo junto a esos tenebrosos galerones llenos de alimentos incomibles y utensilios desechables.

*(1) Solís Domínguez, Itzel Johanna, Industrialización por sustitución de importaciones en México, 1940-1982, revista Tiempo económico, Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco, México, 2009.

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