Gentrificación y racismo: De problemas y soluciones

Sábado 6 de septiembre de 2025

José Ángel Bazán Sánchez
José Ángel Bazán Sánchez

Estudió Relaciones Internacionales en el Colegio de México. Sus estudios se concentran en la política exterior, su intersección con los fenómenos de seguridad, las políticas drogas y los impactos diferenciados en poblaciones racializadas. Chilango, enamorado de la ciudad y de su gente. Ahora apoya en incidencia y análisis político en RacismoMX.

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Gentrificación y racismo: De problemas y soluciones

La vulnerabilidad que provocó el terremoto de 2017 y que catalizó la pandemia fue aprovechada por mexicanos que vendieron sus edificios a grandes corporativos.

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El sismo del 2017 trajo muchos cambios para la Ciudad de México, como la gentrificación.

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Foto: UNAM

El sismo del 2017 trajo muchos cambios para la ciudad que apenas estamos percibiendo.

Uno de estos y de los más impactantes, fue la instalación de la gentrificación. En ese momento, este concepto apenas entraba en el léxico de la mayoría de los chilangos. No obstante, para quienes estábamos en ese entonces en el frente de batalla sus impactos eran cada vez más visibles.

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En ese entonces, el centro de la ciudad era el campo de lucha, los espacios populares la disputa y la gentrificación su horizonte. Lugares como la cafetería Trevi, el edificio homónimo o la embajada repúblicana española, se volvieron representativos de lo que sucedería en masa algunos años después. Con el pretexto del terremoto que azotó la ciudad, las inmobiliarias avanzaron sin ningún pudor, al amparo de las alcaldías y el Gobierno local. Como sucedería este año en edificios como Republica de Cuba, expulsaron a las personas que habitaban los edificios con violencia física o económica y comenzaron a eliminar las formas que ellos tenían de habitarlos.

El centro histórico de la Ciudad de México, sitio de fiestas populares, de rentas pagables, de resistencia e identidad, dejaría de serlo en favor de un interés económico cada vez más poderoso. La vulnerabilidad que provocó el terremoto y que catalizó la pandemia fue aprovechada por mexicanos que vendieron sus edificios a grandes corporativos en favor de un retorno de ingreso que supuestamente llegaría años después.

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Este fenómeno que provoca marchas no es reciente ni localizado en una sola parte de la ciudad o la república, ha sido de largo aliento y amenaza a todas las personas que habitamos las urbes en tanto provoca un efecto en cadena. Eleva los precios de un área, expulsa a sus habitantes, destruye comunidades y las formas que tienen de habitar el espacio. No obstante, la gentrificación trae tras de sí una lógica profundamente racista que se manifiesta de dos formas –una explícita y una implícita– y ha quedado de lado en la discusión pública.

Primero, la gentrificación es racista por las personas que expulsa.

El edificio Trevi y el edificio de la república española pueden servir como canarios en la mina que es la Ciudad de México. Sus ejemplos son sintomáticos de la vulnerabilidad en la que están la mayoría de los chilangos y también son representativos de las personas que son las primeras expulsadas. El primero era habitado por personas de clase media y media baja, racializadas, que llegaron como resultado del programa de repoblación del centro histórico. El segundo, era habitado por comunidades otomíes que llegaron al edificio como resultado de un proceso de desplazamiento histórico. Ambos fueron expulsados apenas su expulsión se volvió rentable e imposibilitados de retorno por el mismo motivo. A la par en Monterrey, NL, por ejemplo, las personas que han sido desplazadas fueron migrantes haitianos y venezolanos.

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Segundo, la gentrificación es racista por las formas en las que se vuelve permisible.

A la par que ambas comunidades buscaban resistir, las primeras con una fiesta y las segundas con la toma del INPI, la entonces Jefa de Gobierno preparaba un convenio con AirBnB para promover el turismo creativo. A la par que ambas comunidades eran vencidas y sus habitares destruidos, el convenio se firmaba y entraba en vigor. Años después cuando la situación se volvió insostenible sus voces dejaron de valer pues ya habían sido expulsados a la periferia. Cuando los foros en la Roma fueron dominados por los dueños de AirBnB no había voces que les contradijeran. La gentrificación es racista porque parte de la premisa de que hay personas preferibles a otras, unas que vale la pena expulsar y otras que vale la pena escuchar. Las primeras, las comunidades racializadas y marginalizadas, las segundas, las clásicamente privilegiadas.

La gentrificación es racista y por eso hay que hablar de ella.

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