Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_
La noche que Natanael Cano hizo historia
“El rey de los tumbados” marcó una pauta en su carrera ante más de 60 mil personas en el foro más importante de la CDMX. Se convirtió en el portavoz de una generación incomprendida.
“El rey de los tumbados” marcó una pauta en su carrera ante más de 60 mil personas en el foro más importante de la CDMX. Se convirtió en el portavoz de una generación incomprendida.
Tuvieron que pasar más de 5 años para que Natanael Cano conquistara el Foro Sol, hoy renombrado como Estadio GNP, es uno de los recintos más importantes para la cultura musical en México. Este joven sonorense de 23 años inició su carrera formalmente en 2019, sin embargo, desde poco antes se consagró como el padre de unos de los movimientos más trascendentales de la actualidad: los corridos tumbados.
La noche del 23 de agosto fue lluviosa, los charcos en el piso de la gran explanada del Estadio no fueron impedimento para que se congregaran los miles fans de “El Nata”. En las gradas se podía ver una marea de gorras blancas y negras con las letras CT, que abrevian el término “Corridos Tumbados”, un movimiento que trastocó la vida de muchos jóvenes.
Sobre el escenario había una hilera de cactus fosforescentes que custodiaban una montaña de utilería, tal como en el Desierto de Sonora, estado de donde es originario el cantante. Después de un impactante intro de luces y sonidos, Natanael arrancó su concierto con uno de sus himnos: “El F”, uno de sus primeros éxitos que le trajo tanto adeptos como una lluvia de críticas.
El concierto de Cano fue una reseña de su carrera musical y de las intenciones de su movimiento. En un principio, le dedicó un set list de 7 canciones a uno de sus mayores ídolos: Ariel Camacho, un músico que destacó por los requintos de sus canciones y fue una gran influencia para el sello musical de los tumbados.
Después, Natanael se encargó de hacer un reencuentro generacional, ya que entonó clásicos de Rocío Dúrcal, Juan Gabriel, Marco Antonio Solís y Leo Dan; esto podrá no gustarle a las personas que en su momento les tocó escuchar las versiones originales, pero el hecho de que este artista las entonara le dio un nuevo significado de empatía a sus seguidores. ¿Quién no ha llorado con “Amor eterno” ?, pues se convirtió en un himno doloroso para cualquier mexicano. El viernes pasado, el “Rey de los tumbados” logró que más de 60 mil jóvenes entonarán este verso con un nudo en la garganta.
Si bien El Nata siguió con varios de sus éxitos como “El de la codeína”, “Selfies” y “Soy el diablo”, el momento en que se entonó el corrido “Diamantes”, el foro se convirtió en una sola alma conectada por un mismo sentimiento: por fin un joven, en medio de un mundo de mierda, encontró las palabras correctas para expresar lo que siente toda una generación, así como ser una inspiración para lograr salir adelante.
Natanael tiene 23 años, como muchos de sus fans, incluso algunos son menores. Cuando esta generación apenas estaba por cumplir los 10 años corría el punto más álgido de una guerra contra el narcotráfico: tuvieron que incluir a la violencia en su cotidianidad, como parte innata de su realidad, como si se tratara de un virus inherente que ha existido desde siglos atrás.
La globalización fue otro compañero de vida para estos jóvenes, los agigantados pasos tecnológicos les enseñaron que la vida va tan rápido como agua entre las manos. Por tanto, la era digital aumentó la distancia entre quienes al nacer tomaron una pantalla y quienes les tocó adaptarse a un difícil proceso de adaptación.
Tal vez de aquí surge la incomprensión entre una generación y otra, por eso una diferencia de tan sólo unos años se siente como si fueran siglos. ¿Se acuerdan de los inicios de Natanael? Qué hubiera sido de su movimiento sin las redes sociales y el gran aparato digital que hoy existe.
Esa misma generación también sufrió uno de los peores estragos del Neoliberalismo, son nietos de la crisis: viven en un mundo donde estudiar una carrera universitaria no te asegura un buen nivel de vida y comprar una casa parece un logro inimaginable. ¿Qué realidad le pudo haber tocado a un joven en el norte del país?
Puede que haya nacido en medio de una guerra de narcotraficantes, donde pensar en una carrera no es tan importante como sobrevivir al barrio donde le tocó nacer: ¿ser militar o aliarse a un cartel? ¿Vivir 50 años en la miseria o 25 pero con excesos al máximo? Si la vida es tan efímera como un video en una pantalla, la respuesta no es tan difícil.
Si aún les es difícil de imaginar, escuchen “Como Jordan” de Junior H, hay que aprender a sortear con mano dura los putazos de tu realidad, porque si no la doblegas, ella lo va a hacer por ti:
Escucho corridos de puro malandro,
cadenas gruesas las que ando comprando.
Llenando el hueco que siento por dentro.
Entre placeres se la lleva el viejo.
Quería salir de la cuadra.
Quería ayudar a mi hermana para el poder estudiar.
Ni modo, el viejo lobo, pa, bien pilas se puso a chambear.
Bajo todo este panorama anterior, me atrevo a decir que cuando Natanael cantó “Diamantes” en su concierto se resumió el sentimiento de su movimiento tumbado.
Le cantó a una horda de jóvenes que sí se puede salir de la mierda que les tocó vivir, que se puede traer la muñeca bien repleta de diamantes y ya no ser el mismo de antes, que la madre puede dejar de sufrir y preocuparse, pues ya no hay algún pendiente.
Sería injusto limitar el impacto de esta música para los jóvenes que se desarrollaron en un ambiente de extrema violencia como el anterior, porque también trastocó a quienes crecieron en contextos más amables, pero igual de complicados.
Natanael logró conectar con su generación porque les ofreció música mexicana con un toque propio que dista mucho del arquetipo ranchero que usa botas, camisa y sombrero; les demostró que se puede cantar rap, corridos y música electrónica sin importar lo que te digna los demás.
Durante más de dos horas y media interpretó casi 50 canciones con una decena de invitados, demostró que tiene repertorio y artistas que respaldan el movimiento que él forjó.
Natanael Cano hizo historia el pasado viernes 23 de agosto porque demostró el músculo social no sólo de su música sino de su movimiento. Le extendió la mano a una generación incomprendida y mal juzgada, a la que le fallaron las instituciones, el sistema y la misma sociedad.
La corriente tumbada es más compleja que una canción que habla de excesos en un antro, de la lealtad a una organización criminal o de superación de una vida de miseria; se trata una expresión humana y artística válida de una generación que sólo está intentando ser escuchada. Y eso, ya es hacer historia.