Este mes de octubre de 2025 se ha caracterizado como uno en los que más ha llovido en la historia moderna de México. Fueron principalmente los estados de Hidalgo, Puebla y Veracruz los que padecieron los daños causados por esta situación extraordinaria.
Lamentablemente, además de los cuantiosos daños materiales causados por las inundaciones que resultaron de la gran cantidad de lluvia que hubo durante varias horas en estas regiones del país, la pérdida de vidas humanas se acrecienta día con día, y así también nuestra preocupación como sociedad respecto a qué tan preparados estamos para afrontar situaciones extraordinarias como son los desastres naturales.
Te recomendamos: Innovación y salud
Las muchas y muy traumáticas lecciones que dejó a México el terremoto de 1985 fueron diversas, aunque de entre todas se pueden destacar las relacionadas con la velocidad de respuesta que pueden tener el gobierno y la sociedad misma, así como también aquellas relativas a la disponibilidad de recursos con que cuentan los gobiernos de cada orden de gobierno para que aquella sea lo suficientemente oportuna en aras de que la cantidad de daños de todo tipo sea claramente reducida.
Entre otras cosas, durante aquel suceso el gobierno y las autoridades fueron duramente criticados por su lenta respuesta y por su carencia de liderazgo, así como por la carencia de mecanismos para coordinar los esfuerzos de los diversos sectores que se volcaron de manera solidaria para ayudar a superar los múltiples problemas que se presentaron.
De esta manera, algunas de las consecuencias que el terremoto de 1985 trajo consigo fue una profunda reforma a la protección civil que estableció como prioridad al orden frente a la improvisación y al establecimiento de mecanismos eficaces de coordinación entre órdenes de gobierno; de igual manera, desembocó en la aprobación en 1986 de las bases para establecer un Sistema Nacional de Protección Civily en la creación un Programa de Protección Civil, hechos que derivaron en el nacimiento posterior de un entramado normativo, institucional y procedimental robusto para enfrentar hechos como el terremoto mencionado.
Esto te interesa: El Premio Nobel de la Paz para María Corina Machado es un premio para la democracia
Desde luego, estas iniciativas no hubieran sido suficientes sin la previsión de un esquema financiero por medio del cual se pudiera mejorar el desempeño reactivo y preventivo de las autoridades frente a los desastres naturales, razón por la cual en 1996 se creó el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), en principio una bolsa de recursos con una finalidad reactiva y posteriormente (aunque en menor medida) preventiva. Sin embargo, durante el sexenio pasado este mecanismo se eliminó y hoy nuestro país no cuenta con un esquema similar para hacer frente a este tipo de hechos.
Si bien el FONDEN tenía diversas áreas de oportunidad, lo cierto es que su eliminación no fue una buena noticia, ya que en la actualidad diversas entidades federativas tienen una debilidad estructural relacionada con sus capacidades para responder de manera oportuna y adecuada a los posibles desastres naturales que se presenten. Por ello, sería conveniente que, más que prever una partida presupuestal que pueda tener variaciones constantes, se cuente con un fideicomiso proveído de un monto importante de recursos cuya operación sea transparente y apegada a parámetros generalizados y claros (lejos de cualquier margen de discrecionalidad), gracias a los cuales la asignación de recursos inmediata pueda ser una realidad, cuyo techo sea verdaderamente alto y en el que las fallas encontradas en el FONDEN se encuentren descartadas.
También lee: Norteamérica como una en. lo futbolístico, en lo comercial y en lo legal