Los peligros de las prohibiciones de los espectáculos drag en EU
'Las producciones de obras de Shakespeare como Como gustéis o Noche de Reyes –ambas con personajes travestis– podrían entrar en conflicto con algunos de estos proyectos de ley'. Foto: Ray Di Pietro/Rex/Shutterstock

Cuando Bill Lee se puso un uniforme de animadora, perlas falsas y una peluca como parte de las travesuras de su último año de preparatoria, probablemente no pensó que el ridículo disfraz terminaría volviéndose en su contra. Sin embargo, más de 40 años después, el ahora gobernador de Tennessee encabeza los esfuerzos para prohibir los inocentes disfraces que él y sus amigos usaron una vez, librando una batalla que ataca el corazón de nuestras libertades de la primera enmienda.

Desde principios de este año, se han presentado al menos 32 proyectos de ley en Arizona, Arkansas, Iowa, Idaho, Kansas, Kentucky, Minnesota, Misuri, Montana, Dakota del Norte, Nebraska, Oklahoma, Carolina del Sur, Dakota del Sur, Tennessee, Texas y Virginia Occidental que tienen como objetivo los espectáculos drag, y todavía faltan más.

Tennessee fue el primero en promulgar la semana pasada su proyecto de ley, el cual prohíbe los “espectáculos de cabaret para adultos” en lugares públicos o en lugares donde puedan estar a la vista de niños. El proyecto prohíbe, entre otras cosas, “los imitadores masculinos o femeninos que ofrecen espectáculos que atraen un interés lascivo, o artistas similares”. Los infractores pueden enfrentarse a cargos por delitos menores o incluso graves.

En Texas, al menos cuatro proyectos de ley diferentes clasificarían a los establecimientos que ofrecen espectáculos drag en la misma categoría que los cines para adultos y los clubes de striptease.

Lo que impulsa el apoyo a estos proyectos de ley es la incomodidad y la aversión a las formas de expresión que desafían las normas de género convencionales. El aumento de las Drag Queen Story Hours en las bibliotecas –programas que cuentan con artistas drag como medio para ofrecer a los niños “modelos de conducta descaradamente queer”– ha provocado que algunos se pregunten si los niños pequeños deberían estar expuestos a las personas que desafían los patrones de género tradicionales.

La participación en Drag Queen Story Hours es voluntaria –las bibliotecas deciden si programarán estos eventos y las familias si asistirán a ellos–, sin embargo, algunos críticos parecen considerar su pura existencia como anormal o peligrosa.

Esta reacción forma parte de una negativa más amplia contra la creciente visibilidad de las identidades transgénero y no binarias. Algunos estados y comunidades prohibieron los libros que incluían personajes transgénero y la enseñanza de las identidades transgénero en las escuelas.

Aunque la historia y el papel cultural del drag trascienden las tensiones actuales relacionadas con las cuestiones transgénero, esta forma de actuación y exhibición se encuentra ahora en la mira. Los espectáculos drag han sido blanco de la violencia y ahora son objeto de leyes estatales que las limitan o incluso las prohíben.

La legislación antidrag varía de un estado a otro, pero suele incluir algunas disposiciones comunes. La mayoría de los proyectos de ley definen a un artista drag como una persona que actúa utilizando ropa, maquillaje y gestos asociados a un género distinto del que se le asignó al nacer. Varios proyectos de ley incluyen el lip-syncing en sus definiciones y muchos especifican que la persona debe estar actuando para un público.

Algunos proyectos de ley calificarían cualquier establecimiento en el que se ofrezcan espectáculos drag como negocio “para adultos” o con orientación sexual, por lo que con frecuencia sería ilegal que dichos establecimientos estuvieran situados a cierta distancia de escuelas o zonas residenciales.

Aunque es posible que los detalles de la legislación cambien de un estado a otro, la mayoría de estos proyectos de ley representan un amplio y peligroso efecto desalentador del derecho a la libertad de expresión de los estadounidenses. La Corte Suprema de Estados Unidos estableció en repetidas ocasiones que la elección de la ropa es una forma de expresión protegida por la Constitución en virtud de la primera enmienda.

La referencia de la ley de Tennessee al “morbo” –definido como algo destinado a despertar el interés sexual– debería limitar el alcance de la ley para que no afecte aspectos como las horas de lectura de cuentos de los niños. No obstante, inevitablemente, la preocupación en torno a la intención y la aplicación de la ley provocará un efecto desalentador en los programas, chistes o fragmentos de comedia que puedan aproximarse a dicha definición.

Ese efecto desalentador es intencional: al apuntar contra los espectáculos drag, los legisladores pretenden intimidar a los artistas y espectáculos transgénero y no binarios y obligarlos a esconderse.

La amplitud de los proyectos de ley es sorprendente, y muchos de ellos corren el riesgo de reprimir formas de expresión que trascienden los supuestos objetivos de los redactores de proteger a los niños o limitar exhibiciones que pueden rayar en lo obsceno.

Las producciones de obras de Shakespeare como Como gustéis o Noche de Reyes –ambas con protagonistas travestis– podrían entrar en conflicto con algunos de estos proyectos de ley, al igual que una cantante que interprete la versión musical de Papá por siempre. La actuación de Sandy Duncan como Peter Pan estaría prohibida en virtud de algunos de estos proyectos de ley. Películas como Blanca Navidad, Tootsie, Una Eva y Dos Adanes, El puente sobre el río Kwai y South Pacific –todas ellas que incluyen actuaciones cómicas de hombres vestidos de mujer– podrían quedar prohibidas para su proyección en escuelas o bibliotecas.

Incluso el disfraz de hace décadas del gobernador Bill Lee podría conllevar graves repercusiones legales en virtud de la ley que acaba de aprobar, en caso de que se interpretara y aplicara en sentido amplio. Si unos estudiantes se disfrazaran actualmente de la misma manera en los terrenos de una preparatoria pública y después hicieran una broma sexual frente a un pequeño grupo, se podría penalizar su comportamiento.

La legislación tiene repercusiones aún más amplias para las personas transgénero. Según algunos proyectos de ley, un cuarteto de cuerdas integrado por un violinista transgénero no podría interpretar música de cámara. La presencia de un chef trans que hable de su nuevo libro de cocina podría quedar restringida a los establecimientos designados como “negocios para adultos”.

Es perfectamente justo que los padres quieran decidir cómo y cuándo sus hijos pequeños abordarán cuestiones de identidad de género. Pero el afán por proteger a los niños de presenciar a personas cuya vestimenta desafía el concepto binario tradicional de género no debe convertirse en la base de restricciones severas que vulneren el derecho a la libertad de expresión de niños y adultos por igual.

Independientemente de que se trate de travesuras juveniles, obras de teatro entrañables, disfraces históricos o espectáculos para adultos, la capacidad de disfrazarse e interpretar a personajes distintos a uno mismo es fundamental para la expresión artística. En nombre de la restricción del drag, las legislaturas de todo el país están mermando las libertades de la primera enmienda de todos.

Suzanne Nossel es CEO de Pen America y autora de Dare to Speak: Defending Free Speech for All.

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