Desde que comenzó la pandemia hemos atravesado por momentos de mucha tensión e incertidumbre, de polarización y división social por ideologías políticas. El país está pasando por una profunda crisis económica, política y social. Y a pesar de todos estos escenarios adversos hemos aprendido a ser más solidarios y empáticos entre nosotros, a darnos la mano entre ciudadanos, recordando que México siempre sale adelante. Nunca debemos olvidar que México es esperanza.
La esperanza es un estado de confianza, de fe y de ánimo basado en la expectativa de que los resultados y circunstancias de vida que hoy tenemos serán mejores en un futuro próximo, siempre vienen tiempos mejores. La esperanza es un chispazo de magia que nos empuja a continuar hacia adelante con buena actitud.
Hay estudios que dicen que las personas más resilientes, quienes se adaptan y se reponen mejor a los malos acontecimientos, son aquellos que saben que nada en la vida es permanente, todo es temporal, porque detrás de una mala época siempre viene una buena época. Todo pasa y no hay ningún acontecimiento que dure por siempre, la vida está llena de cimas y valles.
En psicología se le conoce a esta habilidad con los términos “flexibilidad cognitiva” o “flexibilidad mental”, es la capacidad que tiene nuestro cerebro para adaptar nuestra conducta y pensamiento a situaciones cambiantes o inesperadas. En otras palabras, la flexibilidad cognitiva es la capacidad de darnos cuenta de que lo que estamos haciendo no funciona, o ha dejado de funcionar y, por lo tanto, debemos reajustar nuestra conducta, pensamientos y opiniones para adaptarnos al entorno y a las nuevas situaciones.
Reconectar con la esperanza te lleva a la actitud adecuada para recuperar el control de tu vida. El presente y el futuro están en nuestras manos, dejarlo todo hacia afuera muchas veces es el único recurso que vemos, pero curiosamente no es la mejor solución. Para recuperar la esperanza y salir del estado de pesimismo es necesario una buena actitud, más optimista que proviene de ti y que te lleve a recuperar el control.
Si te sientes sin esperanza, haz una pausa, fija tus necesidades vitales, coloca cada cosa en su verdadero contexto, tómate tu tiempo y acepta las experiencias como un aprendizaje, y elige rodearte de personas que te nutran, personas que sean capaces de ver con realismo, no de personas que contribuyan a ese lastre y a que veas a través de las gafas obscuras. Personas que sean capaces de ver con un punto de racionalidad lo que está pasando y que nos recuerden, cuando a nosotros se nos olvide, que nada es eterno, ningún duelo, ningún mal momento, ninguna ruptura, ni crisis económica serán eternos, todo esta en permanente cambio.
Elegir nuestros pensamientos, y cambiar nuestras palabras contribuirán en gran medida a llevar a cabo este cambio de percepción. Evita decir “nuncas” o “imposibles”, quitar expresiones que hagan parecer que las cosas sean permanentes y que te hacen creer que el futuro es desesperanzador y que solo te provocan sentir ansiedad.
Reconectar con la esperanza es tener la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.