‘Agentes dobles’: cabilderos de combustibles fósiles trabajan para grupos que luchan contra la crisis climática
Una nueva base de datos de grupos de presión del sector de los combustibles fósiles muestra la forma en que representan a clientes que tienen objetivos contradictorios. Ilustración: Javier Palma/The Guardian

En Estados Unidos, más de mil 500 grupos de presión trabajan en nombre de las empresas de combustibles fósiles y, al mismo tiempo, representan a cientos de ciudades, universidades, empresas tecnológicas y grupos ecologistas de tendencia liberal que afirman estar combatiendo la crisis climática, según puede revelar The Guardian.

Los grupos de presión de los intereses del petróleo, el gas y el carbón también trabajan para un amplio espectro de instituciones, que abarca desde los gobiernos municipales de Los Ángeles, Chicago y Filadelfia; gigantes tecnológicos como Apple y Google; más de 150 universidades; algunos de los principales grupos ecologistas del país, e incluso centros de esquí que ven cómo se derrite su nieve a causa del calentamiento global.

La amplitud del trabajo que realizan los grupos de presión del sector de los combustibles fósiles para otros clientes queda reflejada en una nueva base de datos que recoge sus intereses como grupos de presión y que fue publicada en internet el miércoles.

La base de datos muestra el alcance de los grupos de presión del sector de los combustibles fósiles a nivel estatal en casi todos los aspectos de la vida estadounidense, abarcando gobiernos locales, grandes empresas, instituciones culturales como museos y festivales de cine, así como grupos de defensa, agrupando clientes que tienen objetivos claramente contradictorios.

Por ejemplo, State Farm, la compañía de seguros que en mayo anunció que suspendería la concesión de nuevas pólizas para propietarios de viviendas en California debido al riesgo “catastrófico” que suponen los incendios forestales agravados por la crisis climática, emplea a grupos de presión que también defienden los intereses de los combustibles fósiles ante los legisladores en 18 estados.

Por otra parte, la ciudad de Baltimore, que demandó a las grandes empresas petroleras por su papel en la generación de daños relacionados con el clima, comparte un miembro de un grupo de presión con ExxonMobil, uno de los demandados nombrados en el caso. La Universidad de Siracusa, pionera en el movimiento de desinversión en combustibles fósiles, cuenta con un grupo de presión que trabaja con 14 clientes distintos del sector del petróleo y el gas.

“Cuando se contrata a estos grupos de presión que disponen de información privilegiada, básicamente se está trabajando con agentes dobles. Son mercenarios”. Timmons Roberts de la Universidad de Brown

“Es increíble que esto haya pasado desapercibido durante tanto tiempo, ya que estos grupos de presión ayudan a la industria de los combustibles fósiles a ejercer un poder extraordinario”, señaló James Browning, exmiembro del grupo de presión Common Cause que recopiló la base de datos para una nueva iniciativa llamada F Minus. “Muchas de estas ciudades y condados afrontan graves costos derivados del cambio climático y, sin embargo, los funcionarios electos están vendiendo a sus residentes. Es extraordinario”.

“La peor parte de contratar a estos grupos de presión es que legitima a la industria de los combustibles fósiles”, añadió Browning. “Pueden disfrazar su agenda radical de respetabilidad cuando sus grupos de presión también tienen clientes en las artes, o en el gobierno municipal, o en grupos de preservación. Normaliza algo que es muy peligroso”.

La base de datos disponible para su consulta, creada mediante la recopilación de los registros de divulgación pública de los grupos de presión hasta el año 2022, revela:

  • Algunas de las ciudades de mentalidad más progresista de Estados Unidos emplean a grupos de presión del sector de los combustibles fósiles. Chicago comparte un grupo de presión con la empresa BP. En Filadelfia, su miembro de cabildeo también trabaja para la red Koch Industries. Los Ángeles tiene un miembro de un grupo de presión que está contratado por la empresa de plantas de gas Tenaska. Incluso ciudades que están demandando a las empresas de combustibles fósiles por daños climáticos, como Baltimore, cuentan con grupos de presión afines a las empresas de combustibles fósiles.
  • Los grupos ecologistas que presionan para que se tomen medidas contra el cambio climático también recurren, de manera incongruente, a grupos de presión contratados por la industria de los combustibles fósiles. La organización Environmental Defense Fund comparte miembros de cabildeo con ExxonMobil, Calpine y Duke Energy, todas ellas grandes empresas productoras de gas. Un miembro del grupo de presión del Fondo de Acción del Consejo para la Defensa de Recursos Naturales también trabaja en nombre de la empresa minera BHP.
  • Las grandes empresas tecnológicas han promocionado repetidamente sus credenciales climáticas, aunque muchas de ellas también utilizan a grupos de presión afines al sector de los combustibles fósiles. Amazon contrata a grupos de presión del sector de los combustibles fósiles en 27 estados. Apple comparte un miembro de cabildeo con la red Koch. El miembro de cabildeo de Microsoft también ejerce presión en nombre de Exxon. Google cuenta con un miembro de un grupo de presión que tiene como clientes a siete empresas diferentes de combustibles fósiles.
  • Más de 150 universidades tienen vínculos con grupos de presión que también defienden los intereses de las empresas de combustibles fósiles. Entre ellas se encuentran universidades que se comprometieron a desinvertir en combustibles fósiles ante la presión de estudiantes a los que les preocupa la crisis climática, como la Universidad Estatal de California, la Universidad de Washington, la Universidad Johns Hopkins y la Universidad de Siracusa. Decenas de distritos escolares, que van desde el estado de Washington hasta Florida, cuentan con grupos de presión que también trabajan a favor de los intereses de la industria de los combustibles fósiles.
  • Un gran número de organismos culturales y recreativos también utilizan grupos de presión del sector de los combustibles fósiles, a pesar de que en muchos casos piden que se tomen medidas contra la crisis climática. El New Museum de Nueva York, el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles y el Sundance Film Institute en Utah comparten grupos de presión con los intereses de los combustibles fósiles, al igual que la Orquesta Sinfónica de Cincinnati y el Florida Aquarium. Incluso los principales centros de esquí, como Jackson Hole y Vail, que se enfrentan a la posibilidad de que disminuya la nieve en las pistas debido al aumento de las temperaturas, utilizan grupos de presión del sector de los combustibles fósiles.

Ciudades, empresas, universidades y grupos ecologistas que contratan grupos de presión vinculados al sector de los combustibles fósiles señalaron que este trabajo no entraba en conflicto con sus propios objetivos climáticos y que, en algunos casos, resultaba incluso beneficioso. “Es habitual que los grupos de presión trabajen para diversos clientes”, comentó un vocero de la Universidad de Washington.

Un vocero del Museo de Arte del Condado de Los Ángeles indicó que contrató a un grupo de presión que figuraba en la base de datos de F Minus “por cierto tiempo durante la pandemia… Actualmente no trabajamos con la empresa”.

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El Museo de Arte del Condado de Los Ángeles indicó que ya no trabaja con la empresa de cabildeo que F Minus vinculó a los intereses de los combustibles fósiles. Foto: robertharding/Alamy

Un vocero del Fondo para la Defensa del Medio Ambiente señaló que el hecho de trabajar para las grandes compañías petroleras “no es, en sí mismo, una descalificación automática. En algunos casos en realidad puede ayudarnos a encontrar una sintonía productiva en ámbitos inesperados”. Microsoft explicó que, a pesar de sus acuerdos con grupos de presión, “no existe ambigüedad ni duda alguna sobre el compromiso de Microsoft con las agresivas medidas que se necesitan para hacer frente a la crisis mundial del carbono”.

No obstante, la enorme escala del uso de grupos de presión del sector de los combustibles fósiles por parte de organizaciones que abogan por la acción climática evidencia la influencia profundamente arraigada que ejercen los intereses del petróleo, el gas y el carbón, según señaló Timmons Roberts, sociólogo medioambiental de la Universidad de Brown.

“A la industria de los combustibles fósiles se le da muy bien conseguir lo que quiere porque cuenta con los grupos de presión que juegan mejor en este asunto”, comentó Roberts. “Tienen el mejor personal, enormes departamentos jurídicos y la capacidad de canalizar dinero sucio a grupos de presión y medios de influencia”.

“Esta base de datos realmente pone de manifiesto que cuando se contrata a estos grupos de presión que tienen información privilegiada, básicamente se está trabajando con agentes dobles. Son mercenarios. La información que compartes con ellos probablemente llega a la oposición”.

Los grupos de presión de Koch Industries también trabajan para instituciones culturales, empresas tecnológicas y universidades

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Gráfica de The Guardian. Fuente: F Minus

Roberts señaló que las organizaciones que se preocupan por el cambio climático pueden obtener un beneficio “a corto plazo” al conseguir acceso a políticos allegados a los grupos de presión del sector de los combustibles fósiles que utilizan, no obstante, el efecto duradero simplemente consiste en reforzar el estatus de las industrias contaminantes. “Supondría una gran diferencia si todas estas instituciones cortaran todos sus lazos con los grupos de presión del sector de los combustibles fósiles, aunque perdieran cierto acceso a las decisiones que incluyen información privilegiada”, señaló. “Sería dar un paso más para retirarle la licencia social a una industria que está haciendo que el planeta sea inhabitable”.

Casi todos los Estados exigen que los grupos de presión se registren y entreguen informes periódicos, y los grupos de presión no suelen defender ambas partes de la misma legislación. Aparte de eso, la legislación relativa a los grupos de presión es escasa. No existe ningún impedimento para que los grupos de presión trabajen para clientes que aparentemente tienen objetivos diametralmente opuestos, y hay pocas restricciones que garanticen que no se comparte información sensible con la otra parte.

Esto ha conducido a que los grupos de presión cuenten con listas de clientes que resultan discordantes por sus yuxtaposiciones. Hinman Straub, una empresa de asesoría con sede en Nueva York, cabildea en nombre de Koch Industries, conocido por su historial de negación del cambio climático y sus enérgicos esfuerzos para bloquear las medidas de reducción de emisiones, así como en nombre del Bard College, una de las instituciones más liberales de Estados Unidos.

Seth McKeel, exlegislador republicano del estado de Florida, es miembro del grupo de presión tanto de Apple, que se ha comprometido a eliminar por completo las emisiones de carbono de su cadena de suministro antes de 2030, como de Kinder Morgan, que cuenta con más de 140 terminales de petróleo y gas.

El grupo de presión de la Universidad de Siracusa, el grupo Brown & Weinraub, también tiene 14 clientes pertenecientes al sector de los combustibles fósiles, entre ellos las empresas Koch Industries, Shell y el Instituto Estadounidense del Petróleo (API), una situación que Alex Scrivner, estudiante de doctorado de la Universidad de Siracusa y activista climático del campus, describió como “desalentadora”. La propia red de Koch Industries comparte grupos de presión con una amplia variedad de instituciones, desde el Pittsburgh Ballet Theatre hasta Google.

Líder en desinversión, pero trabaja con grupos de presión del sector de los combustibles fósiles

La Universidad de Siracusa, pionera en el movimiento de desinversión de combustibles fósiles, tiene un grupo de presión que trabaja con 14 clientes distintos del sector del petróleo y el gas.

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Gráfica de The Guardian. Fuente: F Minus

La práctica del cabildeo político ha aumentado considerablemente desde la década de 1970, y la industria de los combustibles fósiles figura entre las que más recurren a agentes remunerados para ayudar a diseñar políticas gubernamentales favorables. Un estudio publicado en mayo reveló que no solo es más probable que la industria ejerza presión política en comparación con otras, sino que sus gastos en cabildeo se disparan cuando se enfrenta a posibles amenazas para su modelo de negocios relacionadas con el clima.

Esta montaña de grupos de presión a favor del sector de los combustibles fósiles abarca ahora a todas las creencias políticas. Los contratos de los grupos de presión pueden implicar una serie de distintas tareas que no necesariamente chocan directamente con los objetivos declarados de otro cliente, y algunos grupos ecologistas consideran que el hecho de contar con grupos de presión afines al sector de los combustibles fósiles puede ofrecerles vías de acceso a legisladores republicanos que, de otro modo, no se mostrarían dispuestos a aceptarlos.

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Microsoft dice que ‘no hay ambigüedad ni duda’ respecto a su compromiso climático a pesar de sus acuerdos con grupos de presión. Foto: Christophe Morin/IP3/Getty Images

Denis Dison, director de comunicaciones del Fondo de Acción del Consejo Nacional para la Defensa de Recursos, explicó que el grupo ecologista “generalmente” no recurre a personas que también trabajan con la industria de los combustibles fósiles. Sin embargo, añadió que “a veces contratamos a proveedores especializados en relaciones que pueden ayudar a conseguir apoyo para el progreso en materia de cambio climático y equidad en todos los partidos”.

Browning comentó que su consejo consistiría en evitar “cálculos cínicos”. Y añadió: “Nos metimos en este desastre climático gracias a grupos que buscaban victorias a corto plazo, pero que empoderaban a la industria de los combustibles fósiles y les daban credibilidad”. Las capitales de los Estados pueden actuar como una especie de “realidad alternativa” en la que cuestiones existenciales como la crisis climática quedan eclipsadas por el deseo de establecer alianzas y reforzar la influencia, agregó.

“La gente simplemente asume que no existe alternativa alguna al statu quo, pero es hora de elegir un bando. Todo depende de quién esté en la sala cuando se toman las decisiones, y la única forma de forzar el cambio es sacando a estas empresas de combustibles fósiles y a sus grupos de presión de la sala”.

Los grupos de presión, al igual que los abogados, no están obligados a defender la misma cosmovisión que sus clientes, según explicó Sarah Bryner, directora de investigación de OpenSecrets, una organización sin fines de lucro que hace un seguimiento de los grupos de presión. “Pero se podría observar que sería problemático representar a clientes que tienen puntos de vista radicalmente opuestos a los de otros clientes”, señaló.

“El tema del dinero también importa. Estos grupos ecologistas, e incluso las ciudades, no les pueden pagar a los grupos de presión tanto como las grandes multinacionales de los combustibles fósiles, por lo que existe un desequilibrio en este aspecto. Se dividirían las lealtades”.

“No deberías financiar a la persona que te está envenenando”. Meghan Sahli-Wells, exalcaldesa de Culver City, California

Meghan Sahli-Wells fue testigo directo de la presión que ejercen los grupos de presión del sector de los combustibles fósiles cuando fue alcaldesa de Culver City, California, donde encabezó una iniciativa destinada a prohibir la extracción petrolera cerca de viviendas y escuelas. Culver City, que forma parte del condado de Los Ángeles, está situada junto al yacimiento petrolero de Inglewood, y se atribuye a la proximidad de los pozos petroleros a las viviendas el agravamiento de problemas de salud, como el asma, además de exacerbar la crisis climática.

“Se necesita un gran esfuerzo comunitario y un gran impulso político para aprobar políticas y después llegan estas empresas de cabildeo e intentan deshacerlas de la noche a la mañana“, explicó Sahli-Wells, que terminó su segundo mandato como alcaldesa en 2020. Los intereses del petróleo y el gas, que el año pasado gastaron 34 millones de dólares (unos 500 millones de pesos) en toda California para presionar a legisladores y agencias estatales, se movilizaron contra la prohibición, argumentando que sería económicamente perjudicial y que provocaría el aumento de los precios de la gasolina.

“Simplemente hubo una enorme presión por parte de la industria de los combustibles fósiles”, comentó Sahli-Wells. “No da buena imagen financiar a grupos de presión del sector de los combustibles fósiles, especialmente con dinero público”.

“Espero que muchas personas simplemente no sepan que comparten grupos de presión con empresas de combustibles fósiles y que esta base de datos aporte transparencia y permita que los dirigentes investiguen mejor a estas empresas”, añadió. “No deberías financiar a la persona que te está envenenando”.

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