Células radiantes
Espacio mindfulness

Es escritora –cuatro libros publicados y dos en camino–, periodista, cantautora –más de 160 canciones–, experta en respiración, yoga y meditación. Dirige el Yomu Institute, es mamá de tres hijos y pionera en el arte de materializar ideas innovadoras. Es la creadora y fundadora del sistema Enciende tu corazón para inspirar la alegría en el despertar de la conciencia. Instagram: @cynthiazakofficial

Células radiantes
Foto: Pixabay

Mientras lees esta columna tus células están cambiando, creciendo, muriendo, nutriendo, reproduciendo, relacionándose… están en constante movimiento, respirando contigo. Son lo que nos compone desde el momento de la concepción, cantidad ilimitada de estos milagros funcionales, unidad estructural de todos los seres vivos.

El diccionario define la palabra como “pequeña celda”, derivada del latín cell. Fue Robert Hooke, en 1665, quien observando tejidos vegetales de corcho comenzó a usar este término, ya que la constitución del mismo asemejaba un panal de abejas hecho de cajitas unidas y pequeñas.

Tenemos 30 billones de células y 39 billones de bacterias, 200 clases de células diferentes con sus tamaños, formas y estructuras internas con sus tres partes principales: la membrana celular, el núcleo y el citoplasma, cromosomas con su material genético, ribosomas que producen proteínas, mitocondrias con su motor de energía, una lista que puedo seguir mencionando para que los lectores hagan un poema.

No pretendo darles una lección de anatomía, pero es indispensable que entendamos estos milagros de los que estamos hechos para que podamos tomar acción, responsabilizarnos de quienes somos y activar nuestra soberana capacidad de transformación y evolución.

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Tenemos células sanguíneas, linfocitos que son parte del sistema inmunológico produciendo anticuerpos que cuando se unen destruyen virus y bacterias, células musculares, cutáneas, nerviosas, glandulares. Somos estos organismos pluricelulares y compartimos con el resto de los seres sintientes el lugar común de venir de una sola célula que crea el todo.

Las células también mueren, mientras lees esta columna ya fallecieron al menos 500 mil de ellas dentro de tu organismo, por ejemplo, glóbulos rojos que mueren por segundo o entre 40 a 50 mil células cutáneas que se van por minuto de la superficie de tu piel. Es la muerte celular programada, que se llama apoptosis, en una constante danza de nacimiento, crecimiento, muerte y resurrección para dar lugar al ciclo de la vida, de nuevas fuerzas, vitalidad y energía.

Las células de tu piel se renuevan completamente cada dos semanas, las de tus pulmones cada dos meses, las del hígado cada cinco y la de tus huesos cada 10 años.

Somos un templo en constante construcción desde nuestra fisiología perfecta, aunque todo y todos nos hayan dicho lo contrario. A continuación te guío para que conectes con tus células radiantes para una salud y presencia perfecta

Activa tus células radiantes

  • Respira mientras encuentras un momento y espacio tranquilo (no es necesario hacerlo mucho tiempo, busca la calidad del momento).
  • Cierra los ojos, si puedes y si no mantén la presencia de tu atención mientras haces la práctica.
  • Usa las yemas de tus dedos y comienza a darte golpecitos suaves en el centro del pecho, como si una lluvia suave te mojara.
  • Repite mientras sigues el ritmo de tus dedos: cada célula de mi cuerpo está feliz, sana, oxigenada y radiante.
  • Desde este centro vas a expandir la intención a todo tu sistema.
  • Instala este ritual como parte de tu rutina –especialmente al levantarte y antes de dormir– para que seas tú el que comanda lo que sucede internamente. Tu macrocosmos cambiará de inmediato a una calidad superior.

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