La(s) feminidad(es) y la carga mental
Rosa flaminga

Psicoterapeuta feminista, lesbiana tropical, me especializo en los avatares de la vida lésbica para resistir la discriminación y violencia sin que estas me sean ajenas, pues son parte del día a día.

La(s) feminidad(es) y la carga mental
Foto: Pixabay

La socióloga francesa Monique Haicault propuso el concepto de carga mental para explicar los efectos de tener que coexistir trabajando en un lugar de manera presencial mientras se organiza, coordina, planea o resuelven los retos a distancia, es decir, en aquellos lugares en los que una no está, pero que, aunque no sea nuestra responsabilidad directa e inmediata, otras personas nos demandan resolver.

Tal vez ya te has dado cuenta del cúmulo de actividades de cuidado cotidiano que recaen en ti o en tu pareja y que, al igual que millones de mujeres, tienen a cargo el cuidado de otras personas en los ambientes familiares, educativos, laborales y comunitarios.

El cansancio, la fatiga y el agotamiento pueden ser efecto del sistema social sexo-género que refuerza la idea de que las mujeres/feminidad(es) tienen una disposición “natural“ para brindar soporte emocional y las habilidades de cuidado a sus seres queridos. No es casual que las labores de cuidado sean poco reconocidas, valoradas y escasamente remuneradas, de hecho, es resultado de creencias machistas que devalúan todas estas actividades, por considerar que no requieren ningún esfuerzo especial y, por lo tanto, es un trabajo invisible: sin remuneración, prestigio o reconocimiento.

Desafortunadamente, dentro de un sistema heteronormado, se hace una división del trabajo, con la cual es común para las parejas sexo-afectivas (incluyendo las relaciones LGBTIQ+) desempeñar roles desproporcionados e inequitativos en lo referente a las actividades domésticas versus las actividades laborales.

De ahí que una persona puede desarrollarse dando prioridad a su oficio, profesión o trabajo y, para ello, su compañera/o/e se queda con la carga de los cuidados de la casa y sus habitantes con el consecuente desequilibrio de poder en la pareja.

Como resultado, la persona que funge como proveedora puede ir perdiendo el contacto consigo misma y sus seres queridos, al percibirlos solo como una carga económica que limita el potencial de vivir su vida.

A la larga es común que esa desconexión conlleve a una ruptura mientras que la persona que ha desempeñado las actividades domésticas y de cuidado de la familia queda en condiciones de vulnerabilidad económica y patrimonial, además de las secuelas de la sobrecarga física y emocional.

Se ha planteado que la fatiga o el agotamiento emocional afectan de manera muy especial a las personas que desempeñan roles asociados a la feminidad, es decir, mujeres heterosexualas, lesbianas, bisexualas asexualas, trans o queers, sobrecargadas de labores domésticas y el cuidado emocional de la pareja, hijas/os/es así como de otros integrantes de la familia, a la par de realizar labores eventuales para obtener ingresos precarios.

La exigencia de postergar nuestras necesidades vitales y autonomía económica es la fórmula del desastre, ya que un buen día esa suma de tensiones se traducen en cansancio extremo que nos hacer ver como imposible un asunto sencillo y cotidiano, ademas de un estado de tristeza, desesperanza, vacío y frustración por la falta de autorrealización.

Abrumadas y en estado de urgencia, nuestra cuerpa manifiesta malestares como mala memoria, insomnio, confusión, irritabilidad, insatisfacción, estrés crónico, dolores de cabeza, musculares o estomacales.

Si detectas algunos de estos malestares, tal vez es tiempo de hacer una pausa para centrarte en recuperar un poco de tu energía implementando alguna estrategias como:

  • Priorizar tus necesidades vitales: respiración, alimento, agua, ejercicio moderado, relajación, diversión, descanso, afecto, sueño.
  • Explorar tus emociones y tratar de reactivar las que casi no experimentas.
  • Contactar a las personas que te escuchan y apoyan sin juzgar.
  • Poner límites. ¿Qué te toca a ti y qué les toca a las otras personas?
  • Establecer metas a corto plazo en las que puedas ver tus avances.
  • Romper la rutina con otras actividades.

¿Se te ocurre otra estrategia? ¡Compártela!

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