Insignificancia
Economía Aspiracionista

Manuel Molano es un economista con experiencia en el sector público y privado. Es asesor en AGON Economía Derecho Estrategia y consejero de México Unido contra la Delincuencia. Twitter: @mjmolano

Insignificancia
Foto: Festival de las Ideas

El jueves, viernes y sábado pasado, Grupo Salinas y el gobierno de Puebla tuvieron un evento en la capital poblana llamado Festival de las Ideas. El evento tuvo excelentes expositores y oradores. No pude estar los tres días, desafortunadamente. Hay clases que dar, juntas a las que acudir, cosas que escribir para medios y para clientes. Nunca me doy abasto. Pero afortunadamente el sábado oí a todos los oradores. Quizá el que más me impresionó fue el astrofísico y divulgador de la ciencia Neil deGrasse Tyson.

Seguramente quienes nos leen lo recordarán como el presentador de la serie Cosmos, donde él nos lleva de la mano respecto a cuestiones que los seres humanos nos hemos preguntado por milenios sobre el origen del universo, la vida y nuestro papel en un espacio que parece mucho más grande de lo que nos podemos imaginar.

DeGrasse Tyson empieza su charla con algunos ejemplos amenos sobre las magnitudes. Algo interesante para un economista como yo: hizo un ejemplo con monedas sobre la riqueza de Jeff Bezos, el fundador de Amazon y posiblemente el hombre más rico del mundo en este momento. El astrofísico tomó una moneda de 50 centavos, la puso en el piso, luego una de un peso, la puso un metro delante de la anterior. Luego una de dos pesos y la puso un metro delante de la de un peso, y finalmente una de cinco pesos, a la misma distancia de la anterior.

Entonces hace este ejercicio de pensamiento: voy caminando, veo la moneda de 50 centavos, probablemente no la levante. Veo la de un peso y tampoco la levanto. No vale la pena el esfuerzo. Con la de dos pesos, dice, bueno, igual y si no traigo prisa, la levanto. La de cinco pesos definitivamente la levanto.

Una vez hecho este ejemplo, DeGrasse Tyson dice que la moneda que levantaría Bezos, para que merezca la pena el esfuerzo, tendría que ser una moneda de 200 mil pesos.

Los astrofísicos como Neil DeGrasse Tyson tienen un punto: todo en esta vida es relativo. Cuando te dicen que hay más estrellas en el universo que granos de arena en los océanos, o que la cantidad de moléculas de agua que hay en la tierra relativa al espacio que ocupa la Tierra hace posible que hoy en tu cuerpo, querido lector, haya una molécula de agua que pasó por un riñón de Jesucristo, o de Benito Juárez, nos damos cuenta de lo insignificantes que somos en el universo. DeGrasse Tyson ilustró esto con las fotos de la Sonda Voyager I, de cómo se veía la Tierra desde los confines del sistema solar en Neptuno. Un puntito azul perdido en una inmensidad de vacío oscuro.

Por supuesto, nuestra realidad parece enorme. Abrumadora. Nuestros problemas pueden ser pedestres, como los económicos, un poco más elevados, como los políticos, o trascendentales, como los filosóficos. Sin embargo, comparados con la vastedad del cosmos, esos problemas son insignificantes.

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DeGrasse Tyson mostró una carta de un doctor en psicología que aseguraba que su visita al planetario Hayden era la experiencia más brutal de insignificancia que había sentido en su vida. Siendo el psicólogo un especialista en la insignificancia, quería hacer encuestas de entrada y de salida a los visitantes al planetario, para ver si su autopercepción cambió después de visitar el lugar y darse cuenta que su lugar en el cosmos era demasiado pequeño. DeGrasse Tyson dice que respondió que es posible que cuando la gente tiene un ego demasiado grande, ese ego se sienta mucho más humilde después de entender la vastedad del cosmos y nuestro tamaño en él.

Otra gráfica impresionante que mostró es una donde ilustra a las especies más exitosas del planeta, lugar que compartimos con ratas y otros animales que consideramos inferiores. Los cerebros de los delfines y las ballenas son más grandes que los nuestros. Entonces creamos una categoría: cerebro en proporción al cuerpo es lo que importa. Bueno, pues hay otras especies que tienen cerebros más grandes en proporción a su cuerpo.

No sabemos qué es lo que nos hace especiales, en realidad. Nuestra capacidad para resolver temas abstractos, quizá es eso. La capacidad para tomar riesgos y diseñar el futuro.

No nos sintamos insignificantes. Pensemos en nuestros problemas con humildad. Con proporción. Hay problemas más grandes que los nuestros, siempre. Quizá los problemas de la Tierra tengan soluciones más viables y posibles si tratamos de ponerlos en proporción. Así como somos más inteligentes que los chimpancés, no hay que descartar que en el futuro pueda haber entes más inteligentes que nosotros, vivos o no, y a quienes nuestros problemas les parecerán sencillos. En una de esas, nuestras mentes evolucionarán hasta el punto en que los problemas actuales parezcan fáciles. Ojalá podamos elevarnos a ese nivel.

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