Las crisis de inversión 
Economía Aspiracionista

Manuel Molano es un economista con experiencia en el sector público y privado. Es asesor en AGON Economía Derecho Estrategia y consejero de México Unido contra la Delincuencia. Twitter: @mjmolano

Las crisis de inversión 
El fallido proyecto peñista. Foto: aeropuerto.gob.mx

En este espacio tenemos una obsesión con la inversión. Sí, es cierto, no solamente de concreto y fierros vive el ser humano. La inversión en educación es muy importante, y muchas veces se nos escapa del análisis porque generalmente la catalogamos como gasto. Aún así, esta columna no es sobre la crisis de inversión en las personas, que es una crisis en sí misma en México desde hace décadas, y que ha empeorado recientemente por malas decisiones de política educativa y de salud. Pero esa historia será el relato de otra columna.

La inversión en fierros es un determinante clave del crecimiento. Claro, si hacemos puentes que no van a ninguna parte, o autopistas con socavón, esa inversión no detona todo el crecimiento que podría lograrse. Sin embargo, si juntamos los proyectos de inversión malos, peores, más o menos y los mejores, hay un efecto multiplicador del crecimiento positivo derivado de la inversión, en casi cualquier país.

Por ello, los abuelitos nos decían que ahorráramos e invirtiéramos. En una casa, en un auto. Por eso las empresas, muchas veces, compran maquinaria y equipo en lugar de repartir dividendos o entregarle beneficios a sus dueños y empleados. Por eso, los países necesitan un sector público que piense muy bien en los bienes públicos que van a hacer a sus empresas y ciudadanos más productivos; debe conseguir los recursos para hacerlos, financiarlos en el tiempo, y ejecutar las obras con costos racionales.

Hay épocas en que la inversión se desploma. La gente no tiene recursos para invertir o no hay confianza para hacerlo. Hay alguna parte del arreglo fiscal, o social, que no funciona. Si lo que ahorro e invierto me hace secuestrable, en una de esas mejor lo consumo. Si el Estado desperdicia los recursos que le entregamos, las empresas y las personas tenemos incentivos a intentar bajar nuestra cuenta fiscal, y no entregarle suficientes recursos al Estado, el cual no puede invertir.

En México hay una crisis de inversión hoy. El Inegi tiene un índice mensual de la inversión. La más reciente actualización, de diciembre de 2021, se publicó el pasado 4 de marzo. El índice se llama Indicador Mensual de la Formación Bruta de Capital Fijo (IMFBCF), Base 2013. Nótese que no tiene la palabra “inversión” en su nombre. La burocracia tiene maneras curiosas de nombrar a las cosas importantes.

El índice está en base de 2013 para que podamos comparar en el tiempo la serie. La base 2013 toma el número que descuenta el efecto de la inflación para la inflación en ese año, y le asigna un valor de 100. Si en un mes la inversión fue 108, sabemos que en ese mes la inflación vale 8% arriba de la referencia del año base. Si el índice vale 95, sabemos que estamos 5% debajo de la referencia del año base.

El comunicado del 4 de marzo nos dice: “En diciembre de 2021 y con cifras desestacionalizadas, la inversión fija bruta aumentó 1.2% respecto al mes previo”.

Las cifras desestacionalizadas son una curva suave, construida matemáticamente, para que se pueda comparar un mes con el mes contiguo. El que la inversión aumente respecto al mes previo, es una buena noticia.

Sin embargo, los números de hoy no pueden entenderse sin toda la serie. Es muy importante analizar el contexto. Por eso, hicimos un ejercicio. Bajamos la base de datos del Inegi. Separamos los datos anuales de los mensuales. Hicimos una gráfica para cada uno.

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En la gráfica de la inversión anual puede usted, lector, lectora, ver que 2020 es un momento en que la inversión fija tocó fondo. Niveles que no se habían visto desde 2010. Se lee una recuperación en 2021 y lo que va de 2022, pero todavía nos hace falta mucho para llegar a los niveles previos. Una década, quizá. El momento detonador de nuestra crisis de inversión fue la cancelación del aeropuerto Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) de Texcoco. El gobierno lo niega, pero así es. El manotazo nos costó una década de desarrollo.

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La segunda gráfica nos muestra los momentos en cada quinquenio, en los últimos 29 años, donde la inversión ha estado brutalmente baja. “Brutalmente” es el eufemismo poético que usamos para una definición estadística: promedio mensual del quinquenio menos dos veces la desviación estándar.

Los puntos rojos de la gráfica nos muestran esas crisis. La caída de abril del 2020 es la más profunda desde la crisis de 1995. Sin embargo, los puntos rojos siguen a partir de abril de 2020 continúan. Hemos vivido un sexenio prácticamente de crisis en inversión.

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Sin inversión no habrá crecimiento futuro. Nuestro gobierno parece pensar que con apapachar a segmentos de empresarios es suficiente. No lo es. La inversión extranjera es importante por su derrama tecnológica, pero en porcentaje, es bastante menor. La inversión pública hoy está en niveles mínimos. La inversión en México viene del ahorro de los hogares y las utilidades de las empresas. Ambos están muy golpeados, y la confianza para invertirlos en el país está muy alicaída. Necesitamos recuperar la confianza.

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