El crimen contra un mono araña y los que hicieron de su muerte un espectáculo merecen total condena

Periodista. Jefa de información de La-Lista.

El crimen contra un mono araña y los que hicieron de su muerte un espectáculo merecen total condena
El mono araña es una especie amenazada. Foto: Michelle Raponi/Pixabay

La imagen de un mono araña asesinado en un ataque armado en Texcaltitlán, Estado de México, fue convertido en un espectáculo por varios medios. Los captores del mono, quienes vivían en un ambiente de violencia, lo vistieron con ropa con estampado de camuflaje militar con una capucha y un supuesto chaleco antibalas. 

El crimen contra el  mono araña es un ataque más al medio ambiente, pero hacer de eso un espectáculo es un crimen más repugnante. Una fotografía del animal inerte en el suelo, con sus brazos extendidos llegó a las portadas de periódicos y noticiarios en televisión pero no para condenar su muerte, sino para ponerle apodos, convirtiendo al ejemplar en una víctima múltiple: primero por parte de quienes lo extrajeron de su hábitat, quienes traficaron con él y las personas que lo mantuvieron cautivo. Y peor aún, después de su muerte, por parte de los medios de comunicación.

Históricamente se ha privilegiado todo lo relacionado con la humanidad como la máxima expresión de la evolución y está muy lejos de serlo, estamos rompiendo con el equilibrio del planeta. ¿Y quién protege a esas especies? Los gobiernos llenos de corrupción en todo el mundo no tienen ni la autoridad ni los medios para proteger a los que no se pueden defender.

El mismo espectáculo a costa de la dignidad de los animales han hecho del tráfico de felinos salvajes como mascotas por parte de narcotraficantes y hasta políticos como Jorge Hank Rhon, que mantiene a tigres y otras especies amenazadas, que son víctima de tráfico y extraídas de su hábitat para terminar como ornato en sus propiedades en Tijuana. En 1984, Pablo Escobar llevó tres hipopótamos a Colombia que se reprodujeron sin control y han causado un severo desequilibrio ecológico como especie invasora. 

Estudiantes de la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México documentaron en la investigación “El país de las fieras” cómo tigres y leones son traficados y comercializados en México por poco más de 40 mil pesos sin ningún obstáculo por parte del gobierno. Mostraron cómo hay quienes compran un león o un tigre por diversión y luego no hallan cómo deshacerse de ellos en un zoológico o tratando de donarlos a alguna fundación, que tampoco garantizan el bienestar de los animales salvajes y hay indicios de que también lucran con ellos.

El mono araña es una especie en peligro de extinción. En México hay 48 especies extintas en el medio silvestre, según la  Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), otras 535 se encuentran en peligro de extinción y 912 se encuentra amenazadas. El mono araña es muy vulnerable a los cambios de uso de suelo porque su supervivencia depende amplias zonas forestales y de alimenta principalmente de frutos. Además, se reproducen en periodos muy espaciados. 

Debemos impulsar que los gobiernos y las personas frenen el tráfico de especies amenazadas y su reproducción en cautiverio con fines comerciales. Los discursos de cuidado al medio ambiente es una total hipocresía si se piensa que los humanos pueden poseer a especies fuera de sus hábitats. 

“Tic tac, el cambio climático es ahora”, exhibición en el Museo de la Memoria y Tolerancia, en la Ciudad de México, muestra un recordatorio de que nosotros necesitamos más de la naturaleza que ella de nosotros, pero hay una atrofia cognitiva en la humanidad que le hace imaginar que tenemos el derecho de decidir sobre la vida de los demás seres sintientes en este planeta.

La condena en contra de la muerte del mono araña en Texcaltitlán no solamente debe ser en contra de quienes lo tenían cautivo, sino de los editores y periodistas que lo ven con escarnio y todo aquel que no lamente su muerte.

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