Ya destaquemos lo bueno, ¡carajo!
Breve, pero a fondo

Periodista por convicción y formación. Con una trayectoria de 30 años, desarrolló su carrera en distintos medios, entre estos, Worldwide Television News, United Press International y Notimex. Fue corresponsal en Centroamérica, Colombia y EU. Ha realizado coberturas en México y el mundo. Colaboró por 20 años en El Universal. Coautor del libro Haití, Isla Pánico. Twitter: @jlruiz10 

Ya destaquemos lo bueno, ¡carajo!
Foto: Pixabay

La vorágine de malas noticias parece no tener fin y no hay nada a la vista que provoque algún cambio en esta tendencia que impacta en el ánimo de todos los mexicanos. Creo, sin temor a equivocarme, que millones de ciudadanos sentimos y vivimos en carne propia esa sensación volátil de que nuestra sociedad está enferma.

Lo bueno que sucede en este país no tiene cabida en ningún espacio y, sin duda, existen cosas que habría que destacar. Seguramente hechos reales y de heroísmo surgen en todos los estratos sociales de un México adolorido, sin que se sepa qué cosas grandiosas también ocurren aquí.

No dejo de pensar en los millones de paisanos que viven en otras latitudes y que, con el esfuerzo de su trabajo, envían miles de millones de dólares en remesas a México, lo que mantiene a flote su economía que encara una inflación desbocada.

Las remesas siguen siendo un salvavidas para un buen número de familias que no encuentran otro medio de ingresos para salir adelante en el día a día.

Si las remesas fueran un deporte, México se llevaría la medalla de oro en el continente y la presea de plata a nivel mundial, apenas superado en este caso por India. No es poca cosa decir que, en 2021, los migrantes mexicanos enviaron nada menos que 51 mil 594 millones de dólares, equivalentes al 4% del Producto Interno Bruto.

Así, las remesas siguen batiendo récord en México, y para ilustrar esta afirmación el Banco Central dio a conocer que solo en el primer cuatrimestre de este año los envíos de dinero de mexicanos que residen en el extranjero alcanzaron la cifra de 17 mil 240 millones de dólares.

¿Por qué México padece de tantos males crónicos que le impiden salir adelante, si hay cosas tan valiosas y benéficas como es el caso de las remesas?

Y es que muy rara vez vemos en los propios medios de comunicación que se destaquen las cosas buenas que aún suceden en México. No es extraño que la prensa estadounidense, por ejemplo, aborde a detalle y con gran extensión casos de éxito de mexicanos allá y aquí. Publica reportajes de connacionales que participan en la industria espacial, en la medicina, en la ciencia, en el deporte y en muchos otros campos, incluyendo la alta tecnología.

¿Qué debemos hacer para que los medios en México consideren que las buenas noticias también son noticia? No se trata de tapar el sol con un dedo, pero sí de otorgar espacios recurrentes al esfuerzo, al trabajo y a la creatividad de muchos mexicanos para que también esto permee en la sociedad ávida de cosas buenas, que motive a sus ciudadanos para escalar nuevos y hasta a veces irreconocibles escenarios de éxito.

El despliegue en las fronteras para tratar de contener los flujos migratorios provenientes de Centro y Sudamérica que tienen como destino Estados Unidos no hace otra cosa que criminalizar un derecho humano, y hacer parecer que este fenómeno en lugar de traer grandes beneficios genera pobreza y violencia. 

Veamos con mayor realismo las cosas: para México ha resultado un verdadero bálsamo el envío de miles de millones de dólares de migrantes que trabajan en otras latitudes, y que han permitido que el país se mantenga con mediana estabilidad en un mar de tormentas económicas. 

Llegó el momento no solo de reconocer lo que hacen nuestros connacionales en otros países para beneficiar al nuestro, sino también el abrir espacios, amplios y generosos para destacar lo bueno que miles de ellos hacen a diario. Esto podría cambiar la percepción de que aquí todo es malo, solo basta con levantar la mirada para constatar que son muchos los mexicanos que salen a las calles a ganarse la vida con esfuerzo, ahínco, creatividad y honradez, es decir, con el sudor limpio de su frente. Por eso, por Dios, ya destaquemos lo bueno, ¡carajo!

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