Todo en el nombre

Estudios recientes sobre la psicología del nombre aseguran que como te llamas determina tus niveles de ansiedad, tus decisiones sobre la profesión u ocupación, tus grupos de amistades, tus elecciones en la vida, etcétera.

El nombre propio es una vibración poderosa que es indispensable mirar, sentir, abrazar, comprender y, en la mayoría de los casos, cuando se les pregunta a las personas sobre el origen de esta palabra que define su identidad no saben de dónde viene ni su significado.

En mi nuevo libro Enciende tu corazón tengo un capítulo dedicado exclusivamente a explorar e interrogarnos sobre el nombre que recibimos al nacer, una palabra que nos va a acompañar toda la vida y de la cual no hemos tenido voz ni voto.

Algunas preguntas que comparto con ustedes: ¿Cómo llegan los nombres? ¿Cómo te llamas? ¿Conoces de dónde viene tu nombre? ¿Su origen? ¿Su significado? ¿Lo heredaste? ¿Es de alguien de tu familia y si es así sabes la historia de esta persona y por qué te lo pusieron? Comienza ahora mismo a reflexionar y localiza en qué lugar de tu cuerpo repercuten estas cuestiones. Comienza a hacerte estas preguntas y si nunca lo has indagado, es el momento de hacerlo.

Tu nombre es la llave maestra para encender tu corazón y sobre todo para comprender muchas de las cosas que haces, dices, decides. Movimientos inconscientes, elecciones, dudas, tienen allí su raíz. Ata los cabos de tu propia vida, comenzando con tu nombre.

Observar esta relación con tu nombre propio es como hacer una autosesión de constelaciones familiares, una incursión a tu mundo inconsciente, un viaje inmenso a los sonidos que vibran dentro y fuera tuyo. Es mucho más que cumplir con una curiosidad educativa, es bucear en el océano de los orígenes y los ancestros para aumentar la comprensión y el camino de evolución.

Hay quienes aman sus nombres, los habitan y los gozan; otros prefieren sus sobrenombres o inventan otros que no son los propios. Muchos no saben por qué se llaman como se llaman, otros no pueden decir sus nombres completos o, por el contrario, heredaron nombres familiares y están felices con eso. Hay quienes deciden cambiar completamente cómo se llaman, adoptar los nombres que les dan maestros espirituales, volver a bautizar al ser con una palabra elegida. 

Cualquiera que sea tu situación, te propongo este ritual fundamental para fomentar el amor propio y el sentido de pertenencia a tu inmensa humanidad.

Ritual de las preguntas y tu nombre

1. Pregúntate: ¿Cómo te llamas? ¿Cuál es tu nombre? ¿Sabes de dónde viene?
2. Investiga: ¿De los abuelos? ¿De alguna tía? ¿O lo inventaron tus padres un día? ¿Lo heredaste? ¿Te lo pusieron? ¿Qué significa? Tu nombre es un mundo entero: es cómo vibras, es cómo sientes.
3. Siente: aunque no sepas de dónde viene, eres la vibración de tu nombre.
4. Juega: tu nombre tiene una frecuencia: prueba gritar… o susurrar. Descomponerlo, deshilvanar… Decirlo fuerte, darle mil vueltas. Ponerle mil emociones y vibraciones. ¿Cómo se escucha cuando te nombran? ¿Cómo se escucha cuando te nombras?
5. Suelta: puedes soltarlo al viento para que vuelva ya transformado en tus sentimientos. Cuando lo exploras y lo conoces, se manifiestan sutiles cambios en tu energía. 
6. Tu nombre vibra y así resuena; si lo conoces, tu comprensión aumenta.
7. Anota, registra, mira y escucha lo que sucede dentro tuyo cuando haces este ritual una vez al día por 21 días.