El primer lustro
Contratiempos

Reportera mexicana, especializada en periodismo social y de investigación. Ha colaborado en medios como Gatopardo, Animal Político, El País, Revista Nexos, CNN México, entre otros. Ha sido becaria y relatora de la Fundación Gabo. Originaria y habitante de Ciudad de México. Twitter: @claualtamirano

El primer lustro
El Colegio Rébsamen colapsó en el 19S. Foto: EFE

El próximo lunes se cumplen los primeros cinco años del sismo que, junto con decenas de inmuebles, derrumbó una certeza en la que los mexicanos confiaban: que los grandes terremotos han ocurrido en el país con un intervalo de unos 30 años, por lo que después de uno de gran magnitud, podría haber décadas de calma.

Septiembre de 2017 nos enseñó que en México puede haber un sismo de gran intensidad tan solo 12 días después de otro –sin ser su réplica–, que la fecha de uno nuevo puede coincidir exactamente con la de otro viejo, y que esta inexplicable coincidencia puede darse no solo una vez, sino dos: tenemos dos 19/S y dos 7/S tatuados en la memoria.

Porque en México puede ocurrir cualquier cosa. Ni André Bretón habría creído que el surrealismo mexicano llegaría al extremo de repetir un terremoto exactamente en la misma fecha. Dos veces. Como si nada.

Por eso en el sur de México ya esperamos el mes de septiembre con temor a una nueva coincidencia, bromeamos sobre estar preparados para la “temporada de sismos” con medidas como dormir vestido y con tenis, para no perder tiempo en vestirse y salir rápido si el temblor ocurre de madrugada… Aunque es un chiste, la verdad es que muchos sí lo hacen: la realidad mexicana supera nuestra pueril imaginación.

Más allá de lo anecdótico, estos eventos desmoronaron la relativa tranquilidad que los habitantes de la Ciudad de México ya habíamos conseguido desde el sismo de 1985. Con el paso de los lustros y las décadas, la gran mayoría (excepto quizá los directamente afectados) fue perdiendo el terror a un nuevo movimiento telúrico; con cada nuevo sismo inocuo se iba afianzando la seguridad de que todo el tiempo tiembla y solo algunas ocasiones excepcionales habrá daños. Llegamos a decir “no pasa nada” a los que todavía temblaban cuando temblaba. Eso se acabó en septiembre de 2017.

Los cinco aniversarios se cumplen con duelo por los 369 que perdimos ese año en la Ciudad de México y en Morelos, Puebla, Oaxaca y Chiapas, así como con el duelo ya añejo por los más de 10 mil que –se estima– perdimos en 1985. Pero también llegamos a este primer lustro con un reclamo social, con personas todavía fuera de sus casas derrumbadas o dañadas, con inmuebles en riesgo de colapso, con acuerdos de reconstrucción incumplidos y, como cada septiembre, como cada noche en esta gran cuenca que se mece sobre agua, con el temor de otro terremoto.

La Comisión para la Reconstrucción de la Ciudad de México asegura que ha entregado casi 13 mil casas a damnificados de 2017, con corte a agosto de 2022. Pero los habitantes del inmueble ubicado en Oriente 155 #288 aseguran que pagan renta en otros lados sin apoyo oficial y sin resolver su litigio; los de Lic. Verdad #7 denuncian que vivieron cuatro años en su edificio dañado, hasta que la comisión les prometió demoler y reconstruir su edificio si lo desalojaban, lo hicieron y a un año siguen sin cumplirles; los de Margaritas 72 esperaron cinco años para ver concluida su reconstrucción, se dicen afortunados entre muchos damnificados más.

Esto amenaza con convertirse en otro déjà vu de 1985: aquel terremoto dejó cientos sin hogar durante años; la reconstrucción solo se logró con la persistencia de los damnificados pues los gobiernos por sí solos no cumplían con su obligación; de hecho en algunas colonias, como Tlatelolco, los vecinos afirman que aún hay personas a las que el temblor lanzó a la indigencia y que siguen ahí, en esa misma condición.

El de 2017 ha repetido muchas de las imágenes, los daños y las consecuencias del sismo de hace 37 años: de nuevo las costureras de San Antonio Abad, de nuevo la corrupción a la hora de construir y a la hora de asumir responsabilidades, de nuevo personas de todas las edades durmiendo en la calle y apoyándose en su red social mientras esperan la reconstrucción. Ojalá no se repita la misma historia y este 2022 no sea 1990: que no estemos cumpliendo cinco años que se van a convertir en 10, en 15, en toda una vida esperando una justicia olvidada.

Por lo pronto, para no olvidar y porque la lucha de los damnificados no ha terminado, el próximo domingo 18 los vecinos del Multifamiliar Tlalpan realizarán dos eventos en memoria de las víctimas de ese inmueble; el lunes 19 habrá un conversatorio en esa misma sede para evaluar la situación de los damnificados a cinco años del terremoto y una protesta en Tláhuac por daños no reparados que representan riesgo.

A las 13:14 horas del lunes habrá un minuto de silencio por las víctimas de 2017, el protocolo oficial celebrado desde 1985 se repetirá una vez más –bandera a media asta, otro minuto de silencio a las 07:19 horas, eventos en el Zócalo y la Plaza de la Solidaridad– y a mediodía la ciudad entera conmemorará sus dos grandes heridas con un simulacro nacional que, ojalá, algún día llegue a servirnos realmente para mejorar nuestras prácticas en el momento de un sismo, y no solo para tomar un receso de nuestro trabajo o estudio.

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