Benito Juárez, ese desconocido
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

Benito Juárez, ese desconocido

El 22 de noviembre de 2015, en Benito Juárez, una ciudad al sur de la provincia de Buenos Aires, apareció un muerto. Sin saber que estaba ante una revelación, Marcela Correa leyó en voz alta el nombre que figuraba con el orden 001 en el padrón de votantes: Corbatta, Oreste O”.

El día que leí un fragmento de Corbatta: El wing, un libro del periodista argentino Alejandro Wall, supe que en la extensísima provincia de Buenos Aires, a unos 400 kilómetros de Capital Federal o sea, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, como la conocemos comúnmente, hay un municipio que lleva el nombre del expresidente mexicano. También descubrí que mi desconocimiento sobre Benito Juárez García es casi absoluto.

Pero vayamos por partes, ¿quién fue Oreste Omar Corbatta? De acuerdo con el libro de Wall, fue un “wing derecho, analfabeto y alcohólico. Ídolo en Racing, club en el que se hizo conocido y ganó dos títulos, también bicampeón con Boca, y estrella en una selección argentina en la que brilló junto a otros cracks”. Jugó el Mundial de Suecia 58, después llegó el exilio en Colombia, el regreso a San Telmo y su refugio en Benito Juárez, a donde lo llevaron en 1975 tres jornaleros que lo encontraron vagabundeando en la provincia de Río Negro, donde había jugado para pequeños equipos durante los últimos años.

El partido (municipio) de Benito Juárez, uno de los 135 en que está dividida la provincia de Buenos Aires, fue fundado como una “avanzada civilizatoria” el 31 de octubre de 1867 y en la actualidad tiene poco más de 21 mil habitantes. Es gobernado por el intendente Julio César Marini, del Partido Justicialista, desde 2011.

Benito Juárez hasta en la sopa

El próximo jueves se cumplen 218 años del natalicio de Benito Pablo Juárez García. El Pablo lo descubrí esta semana, así mi desconocimiento del prócer. En mi infancia y adolescencia para mí, el 21 de marzo, además del inicio de la primavera, era un día de descanso más. Del “Benemérito de las Américas” sabía sólo lo que decían los viejos libros de texto oficiales y las monografías que vendían en las papelerías: que era un pastorcito nacido en San Pablo Guelatao que se había superado hasta convertirse en Presidente de México. Muchos años después, en la preparatoria y en la universidad, escuché hablar de las leyes de Reforma y su importancia para la vida política del país en la segunda mitad del siglo XIX. Pero, sinceramente, Juárez no es un personaje que me haya llamado mucho la atención hasta hace unos años, con las constantes menciones que hace de él en sus conferencias mañaneras el presidente López Obrador.

Busqué en mi biblioteca alguna biografía de Benito Juárez, pero no la hallé. A pesar de su capital importancia en la historia de México, no tengo un libro dedicado enteramente a su vida y obra. Lo más cercano que encontré fue un ensayo histórico de la autoría de Ivie E. Candenhead Jr. llamado Benito Juárez y su época, publicado por El Colegio de México en 1975 y recuperado cinco años más tarde por Promexa para una colección llamada “Genios y líderes de la historia”, que mis papás nos compraron en Aurrerá. Lo que tampoco encontré en mis libreros fue un ejemplar de Las bandas en tiempo de crisis, una compilación de textos del sociólogo Francisco Gómezjara que en la portada llevaba un graffiti de don Benito Juárez con peinado punk, muy popular en los barrios marginados de la Ciudad de México en los años 80.

Hasta 2017, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) tenía documentado que en México había una delegación política (ahora alcaldía, en la que viví durante cinco años), ocho municipios y 60 mil 148 calles con el nombre de “Benito Juárez”.

No te pierdas:Yo, el candidato

En 1973, el Banco de México emitió el primer billete de 50 pesos en el país con la imagen de Benito Juárez. En 1994, Banxico, puso en circulación el primer billete de 20 pesos con la imagen del oaxaqueño y en 2007 lo incluyó nuevamente en el nuevo billete de esa denominación. Desde el 2018, la imagen del “Benemérito de las Américas” está en los billetes de 500 pesos, acompañada de algunos elementos donde se muestra su entrada triunfal a la Ciudad de México el 15 de julio de 1867. Además, una moneda de 50 pesos con la imagen de Juárez, puesta en circulación en 1984, se vende hasta en 20 mil pesos en sitios de internet y es muy apreciada por coleccionistas del mundo de la numismática.

El vetusto aeropuerto internacional de la Ciudad de México, lleva el nombre del vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos Mexicanos, así como el estadio olímpico de… ¡Ciudad Juárez, Chihuahua!, casa de las Cobras, Indios y Bravos, equipos condenados eternamente a la desaparición. En la Ciudad de México hay una Colonia Juárez por la que se mueve muy a menudo mi hija; mi primo Samuel estudió en el Instituto Juárez, en Coyoacán, y una mujer a la que conocí hace tiempo sobrevivió al terremoto de 1985 en un departamento del Centro Urbano Presidente Juárez, el legendario multifamiliar de la Colonia Roma diseñado por el arquitecto Mario Pani e inaugurado en 1952.

Durante cinco años de primaria tuve a un compañero de salón llamado Benito. Así se llama también un excompañero del ITAM fundamental en mi vida: me presentó a la mamá de mi hija. En el instituto había un profesor de apellido Benito, jefe del departamento de Estudios Generales. En la cultura popular mexicana no puedo dejar de mencionar al simpático “Benito Bodoque”, al no menos gracioso Benito Castro y a un futbolista ibérico de apellido Pardo, jugador del legendario Atlético Español. Y ya que esta columna cayó en el terreno de la banalidad, es imposible olvidar que al desaparecido Manuel “Loco” Valdez la Secretaría de Gobernación lo sancionó por decir al aire un chiste de mal gusto en pleno sexenio echeverrista: “¿Quién fue el presidente bombero? Pues Bomberito Juárez. ¿Y quién lo ayudaba? Su esposa, Manguerita Maza de Juárez”, dijo el cómico. Personajes de apellido Juárez he conocido muchos en mi vida, pero me quedo con dos, mis colegas y amigos Héctor y César, con los que he compartido un lugar en redacciones y más de una noche de copas.

Oreste Omar y el pastorcito de San Pablo Guelatao no se conocieron, pero compruebo una vez más que, a través del futbol, directa o indirectamente, siempre aprendo algo.

No te pierdas:Marcha (te) ya…

PD: Un agradecimiento a los colegas de “La Mafia del Poder” que me hicieron generosas recomendaciones bibliográficas sobre Benito Juárez.

PD2: Sólo una vez en mi vida he visitado Oaxaca.

Síguenos en

Google News
Flipboard