Periodista y abogado con más de 35 años de trayectoria. Reportero, comentarista y consultor experto en temas jurídicos. Premio Nacional de Periodismo José Pagés Llergo 2011. Especialista en el Poder Judicial de la Federación y analista político.
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El presidente incongruente
López Obrador ha dado la instrucción a sus incondicionales en el Congreso para diseñar el ataque final: exige cambio completo, renovación tajante en la Sala Superior del TEPJF y en el Consejo General del INE.
López Obrador ha dado la instrucción a sus incondicionales en el Congreso para diseñar el ataque final: exige cambio completo, renovación tajante en la Sala Superior del TEPJF y en el Consejo General del INE.
¿Cómo se hace valer la democracia con un régimen demagogo que promueve una narrativa engañosa para establecer la apariencia de que la corrupción ya se acabó?
¿Cómo hacer valer la democracia con un presidente que usa toda la fuerza de su investidura contra instituciones autónomas que se diseñaron para ser ajenas a la injerencia del Ejecutivo federal?
¿Cómo se hace valer este principio cuando se presiona a los medios de comunicación y a los periodistas que exhiben las incongruencias, errores e insidias de un gobierno que no admite el disenso o la crítica?
Andrés Manuel López Obrador ha dado la instrucción a sus incondicionales en el Congreso para diseñar el ataque final: exige cambio completo, renovación tajante en la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y en el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE).
Desde el púlpito mañanero donde predica con su sermón polarizante, López Obrador acusa en instituciones que no están bajo su yugo y sin pruebas, lo mismo que reproduce en diversas dependencias del gobierno. Hace recordar con su gusto personal por las citas bíblicas ese pasaje del evangelio de Lucas: ¿Por qué miras la paja que está en el ojo ajeno, y no adviertes la viga en el propio? Deja de lado las corruptelas en el partido político que inventó, es indulgente ante los abusos de sus colaboradores y familiares cercanos que son purificados con su manto protector.
Y sin la autoridad moral que todo hombre de Estado debe privilegiar, pide las cabezas de los integrantes de las instancias que resolverán el destino electoral de nuestro país, justo en la encrucijada de la segunda mitad de su administración, lo que solo los ingenuos advertirían como una coyuntura circunstancial y no como una peligrosa estrategia para vulnerar un sistema, todavía repelente al totalitarismo presidencial común en las dictaduras.
“No son demócratas, no respetan la voluntad del pueblo, no actúan con rectitud, no aplican que al margen de la ley nada y por encima de la ley nadie. No pueden estar ahí, tiene que haber un cambio, no es asunto personal, no están a la altura de las circunstancias”. Así lo expresó el tabasqueño, a quien nunca le han importado los límites que el diseño constitucional fija al poder político, en la incuestionable evolución de un sistema electoral que le permitió a él mismo ser electo presidente con la intervención del INE y la Sala Superior del Tribunal Electoral que le entregó en 2018 constancia de mayoría.
López Obrador quiere asumir el control absoluto del tablero para dirigir a su antojo el proceso electoral que definirá al sucesor. Conociendo que los desgastes del ejercicio del poder no le garantizan la permanencia de su régimen en 2024, con los antecedentes del voto de castigo contra Morena en la capital que gobernó y la pérdida de mayoría absoluta en San Lázaro, el presidente quiere apagar a como dé lugar el foco de alerta encendido en la elección intermedia para arrollar a dos de las instituciones que encauzan nuestra democracia.
Las resoluciones solo son válidas cuando se favorece al partido de Estado, los tribunales son honestos bajo la condición de que a ellos se les conceda la razón. Conmigo o contra mí es el credo que practican sus cortesanos al detentar el poder que les otorgó el voto mayoritario escrutado, registrado y protegido por el INE, posteriormente calificado por el tribunal electoral.
De ese calibre es la incongruencia en el discurso presidencial para ordenar la embestida legislativa que ya se puso en marcha, en la que el papel de la oposición será crucial para hacer valer esa condición que evite una regresión histórica que nos llevaría tiempos marcados por el presidencialismo más nocivo que se recuerde en las últimas décadas.
El silencio de la Suprema Corte es ensordecedor ante la amenaza lanzada para reformar a un tribunal que forma parte del Poder Judicial de la Federación y que si bien ha dado dolores de cabeza por la crisis que atraviesa, es una Sala Superior que ha defendido su dignidad para sacudirse la arbitrariedad de José Luis Vargas, durante la accidentada presidencia que encabezó en ese órgano colegiado y que nunca provocó en López Obrador el encendido ánimo reformador que ahora abandera.
El presidente dice que quiere hacer valer la democracia, de ahí las preguntas con las que inicié este texto. El verdadero fondo es controlar cada hoja del árbol que crece con el tronco torcido, en detrimento de las libertades y los órganos autónomos que estamos obligados a defender.
EDICTOS
Tuve la oportunidad de entrevistar al doctor Francisco Moreno Sánchez, reconocido como uno de los médicos especialistas en infectología y epidemiología más destacados de nuestro país. Coincide con la apreciación de que la tercera ola de la pandemia en México hace muy riesgoso el regreso a clases presenciales para el arranque del ciclo escolar el próximo 30 de agosto. En este dilema en el que se debería apelar a la responsabilidad y la lógica elemental, Delfina Gómez, secretaria de Educación Pública se limita a obedecer a ciegas la obsesión presidencial para el regreso físico a las aulas en planteles que no cuentan con protocolos sanitarios adecuados, ya ni mencionar a las escuelas públicas en las que ni siquiera habrá agua y jabón para el continuo lavado de manos. La UNAM ha sido cautelosa y decidió acertadamente mantener su sistema de clases a distancia por los indicadores adversos en el número de contagios por día.
Le pregunté al doctor Moreno si, en su calidad de padre de familia, enviaría a sus hijos a clases presenciales en las actuales circunstancias y su respuesta fue categórica. Me dijo, ¡definitivamente no!
Coincido con él, para tener claro que el valor superior es la vida y la salud cuando vemos un creciente número de niños y jóvenes hospitalizados.
Hasta el próximo jueves.