Los Grandes Retos de la Salud para los próximos 25 años
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Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo. Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

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Los Grandes Retos de la Salud para los próximos 25 años

Los desafíos en el ámbito de la salud se encuentran en constante evolución, planteando problemáticas cada vez más complejas que requieren soluciones multifacéticas e innovadoras. En los próximos 25 años, nos enfrentaremos a retos significativos en el sector salud, que van desde el manejo de enfermedades crónicas no transmisibles, hasta la inminente llegada de nuevas pandemias. Para encarar estos problemas es necesario contar con estrategias bien pensadas y en México, no lo estamos haciendo bien.

Uno de los desafíos más prominentes es el creciente impacto de las enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y los trastornos respiratorios. Estas enfermedades se han convertido en las principales causas de mortalidad y discapacidad a nivel mundial, lo que representa una carga significativa tanto para los individuos como para los sistemas de salud. A diferencia de las enfermedades infecciosas, las enfermedades crónicas están en gran medida influenciadas por factores de riesgo modificables como el tabaquismo, alimentación poco saludable, falta de actividad física y el consumo de alcohol. 

El síndrome cardionefrometabólico, una compleja interacción de enfermedades y condiciones que incluyen diabetes, enfermedades cardiovasculares y enfermedades renales crónicas, representa un desafío monumental para nuestra sociedad. Estas condiciones, a menudo interrelacionadas, contribuyen a un ciclo vicioso de deterioro de la salud, exacerbando mutuamente su severidad y complicaciones. Por ejemplo, la diabetes puede dañar los vasos sanguíneos, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares y renales. Simultáneamente, la enfermedad renal crónica puede intensificar los riesgos cardíacos y complicar el manejo de la glucosa en la diabetes.

La interacción de estas condiciones conlleva un aumento significativo en la carga de atención médica, tanto en términos de recursos como de costos. Nuestro sistema de salud deberá adaptarse para abordar no solo cada condición individualmente, sino también su interacción. Esto implica una estrategia de atención integral y multidisciplinaria, que va más allá del tratamiento de síntomas individuales y se enfoca en la gestión completa del paciente.

Una estrategia efectiva para abordar estas patologías debe incluir, sí, políticas públicas que fomenten estilos de vida saludables, pero no debe descuidar la atención a los pacientes que ya se encuentran enfermos. Si México no cuenta con programas de intervención que aseguren el acceso a medicamentos para tratar integralmente la diabetes, obesidad o, incluso a cirugía bariátrica, la mortalidad inmediata que veremos y la magnitud de la discapacidad por complicaciones en estos pacientes (que ya están enfermos), será enorme. 

Sin embargo, implementar estas medidas en sistemas de salud ya sobrecargados y con recursos limitados sigue siendo un reto considerable.

En el mundo, un desafío crucial es la necesidad de fortalecer los sistemas de salud para que sean más resilientes y capaces de adaptarse a las cambiantes necesidades de la población. Esto implica no solo aumentar la inversión en infraestructura y personal médico, sino también en tecnología e innovación. Es preocupante observar cómo en México, se está sub-invirtiendo en salud. Esta falta de inversión no solo compromete la capacidad de responder a emergencias sanitarias, como hemos visto con la pandemia de Covid-19, sino que también limita la capacidad de los sistemas de salud para proporcionar servicios de calidad y accesibles a toda la población.

El envejecimiento de la población mundial plantea desafíos únicos. A medida que la esperanza de vida aumenta, también lo hace la prevalencia de enfermedades crónicas, lo que requiere una atención sanitaria más prolongada y especializada. Esto plantea la pregunta de cómo nuestro sistema de salud podrá adaptarse para satisfacer las necesidades de una población envejeciente, especialmente en un país con recursos limitados.

Por otro lado, la globalización y el cambio climático están emergiendo como factores que pueden influir significativamente en la salud pública. Las enfermedades infecciosas, por ejemplo, pueden propagarse más rápidamente debido a la mayor movilidad de la población, y los cambios en el clima pueden llevar a la aparición de nuevas enfermedades o agravar las ya existentes. Esto requiere un enfoque global y coordinado para prevenir y controlar las enfermedades, así como para mitigar los efectos del cambio climático en la salud.

Así, la posibilidad de una próxima pandemia plantea retos inherentes significativos, especialmente a la luz de las lecciones aprendidas y los desafíos enfrentados durante la reciente crisis de Covid-19. Uno de los principales riesgos es la complacencia y la falta de preparación adecuada, derivadas haber impuesto una visión ideológica y con motivaciones políticas por encima del objetivo elemental de salvar vidas. 

La pandemia de Covid-19 demostró deficiencias en la respuesta global, incluyendo la coordinación internacional ineficaz, la distribución desigual de recursos médicos, y la lenta adaptación de los sistemas de salud pública. México fue uno de los 4 países con peores resultados. Es necesario reflexionar y aprender de esta experiencia para evitar un desastre similar en una próxima pandemia.

Este año, México enfrenta una de las decisiones más importantes de su historia y, en materia de salud, debemos estar conscientes de lo que cada una de las contendientes proponga; pero, sobre todo, debemos impulsar y presionar para que México logre tener un sistema de salud que realmente sea capaz de enfrentar -por lo menos- los retos que he descrito.

Seguramente que hasta el 2018 no lo estábamos haciendo bien. Sin embargo, ahora lo hacemos peor o simplemente no se hace nada. Es el momento de tomar decisiones radicales, disruptivas y atrevidas en materia de salud, de lo contrario, los próximos 25 años México ira perdiendo a sus ciudadanos, en medio de enfermedad, muerte y discapacidad.

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