El lejano futuro de la salud en México
Diagnóstico Reservado

Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo. Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

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El lejano futuro de la salud en México

La evolución que la ciencia y la medicina han tenido en las últimas tres décadas ha cambiado radicalmente la calidad y, claramente, ha sido un factor determinante en el incremento de la esperanza de vida de la población.

En un escenario normal, sin guerras, pandemias o crisis económicas de por medio, los seres humanos tienden a vivir más tan solo por una mejoría en las condiciones de higiene y alimentación. Los grandes avances científicos y tecnológicos en materia de salud han sido determinantes en este nuevo panorama.

Desde principios del siglo pasado México ha intentado tener un sistema de salud para proteger a su población. Este sistema, financiado en su mayoría por el Estado, ha existido siempre a la zaga de los avances más importantes. Con algunas contadas excepciones en el campo de la investigación clínica o programas de atención médica a cargo de los Institutos Nacionales de Salud u Hospitales de Alta Especialidad, la mayor parte de la salud ofrecida a la población se ha basado en metodologías, estrategias, sistemas diagnósticos, tratamientos y medicamentos que normalmente tienen un atraso desde un par de años hasta verdaderas décadas.

Los estándares en diagnóstico y tratamiento avanzan en el planeta mientras que México no deja de quedarse atrás. Las razones, justificaciones y en muchos casos pretextos, siempre existirán, pero las causas de este atraso son fundamentalmente debidas a una falta de visión, a un nacionalismo ramplón que durante varios años pretendió que México hiciera una “medicina mexicana”, utilizando la menor cantidad de recursos posibles, y una constante sub-inversión que, al arrastrarse históricamente, se ve reflejada en las catastróficas cifras reportadas por la OCDE y de las que ya he comentado.

Mientras en muchos países con economías iguales o incluso menores a la de México la atención médica mejora, en México seguimos estancados y estos últimos cinco años han sido particularmente de un retroceso terrible.

La politización y la invasión ideológica a la salud se han combinado con una retorcida visión de la economía de la salud, lo cual hace que las inversiones adecuadas para evolucionar en la atención médica, en vez de incrementarse, hayan ido a la baja. Escudados con una falsa política de prevención a la salud, en México se insiste en no tratar a los pacientes con obesidad y sobrepeso, hacer el mínimo indispensable para tratar a los pacientes con diabetes, utilizar pruebas diagnósticas arcaicas y mantener políticas y estándares de calidad de hace más de 20 o 30 años.

¿Cuáles son esos avances de los que nos estamos perdiendo en México y que deberían formar ya parte del día a día de la atención a los pacientes? Aquí algunos ejemplos:

Los avances en el diagnóstico de enfermedades han experimentado una transformación significativa gracias a la integración de técnicas modernas de imagen y pruebas genéticas avanzadas. Un ejemplo notable es el uso de la llamada secuenciación de nueva generación en cardiomiopatías dilatadas. En el campo de la epilepsia, la aplicación de estas técnicas ha permitido identificar nuevos genes causantes, ampliando el conocimiento sobre las causas de la enfermedad y sus implicaciones en el tratamiento.

Estos avances representan un cambio paradigmático en el diagnóstico clínico, permitiendo intervenciones más tempranas y precisas.

En México, existe un conflicto para la adopción de nuevas técnicas diagnósticas ya que su alto costo impide, por un lado, que sean compradas por los sistemas de salud del gobierno, mientras que la poca demanda y escaza capacidad de pago en la medicina privada, hacen que sean en su mayor parte impagables para la gente normal.

Los anticuerpos monoclonales, medicamentos inicialmente diseñados y utilizados para tratar enfermedades muy complejas, hoy representan un avance significativo en el tratamiento de enfermedades comunes, incluyendo muchas formas de cáncer, artritis reumatoide y enfermedades autoinmunes.

En cardiología, los anticuerpos monoclonales han mostrado ser prometedores, especialmente en el tratamiento del hipercolesterolemia familiar y la enfermedad aterosclerótica clínica, y se están evaluando en ensayos de fase III para la prevención secundaria en pacientes con síndromes coronarios agudos y colesterol mal controlado.

En nefrología, el rituximab, un anticuerpo monoclonal, ha sido explorado para el tratamiento de formas de glomerulonefritis mediadas por el sistema inmune y rechazo de trasplante.

Estos avances representan un cambio significativo en el tratamiento de enfermedades cardíacas y renales, ofreciendo nuevas esperanzas para pacientes con condiciones previamente difíciles de manejar.

La llamada terapia génica, modificación directa de los genes de los pacientes, ha evolucionado significativamente, abarcando una variedad de estrategias y aplicaciones clínicas como la terapia de reemplazo de genes para algunas enfermedades. Sus usos reflejan un enfoque integral, desde el reemplazo de genes defectuosos hasta la modificación del genoma para tratar enfermedades como se hace en oncología, donde la terapia génica se ha utilizado para diagnosticar y combatir a células cancerosas específicas.

En la próxima década, se anticipan avances significativos en la aplicación práctica de la terapia génica en diversas áreas de la medicina como la cardiología, donde esta técnica se está explorando para tratar enfermedades como la hipercolesterolemia familiar y la enfermedad vascular periférica.

Hoy en día hay más de 100 protocolos de investigación en terapia génica humana que ya han sido aprobados, incluyendo tratamientos para estas condiciones.

Los dispositivos médicos han experimentado avances significativos, especialmente en el monitoreo y tratamiento de pacientes. Un área de desarrollo notable es el monitoreo remoto de pacientes, que se ha volvió crucial durante la pandemia de Covid-19; utilizando dispositivos sensoriales portátiles funcionando en el “Internet de las Cosas Médicas”, así algoritmos de visión por computadora basados en aprendizaje profundo para la detección, diagnóstico y tratamiento de Covid-19.

La inteligencia artificial puede potenciar la capacidad de diferentes dispositivos médicos portátiles, sistemas de apoyo a decisiones clínicas y diagnósticas, y aplicaciones de salud para la prevención, detección y tratamiento de diferentes padecimientos.

En el campo de la diabetes, se han introducido nuevos dispositivos como bombas de insulina y sensores de glucosa para mejorar el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los pacientes diabéticos.

Es necesario recordar que en México los pacientes con diabetes no cuentan siquiera con un glucómetro proporcionado por el sistema de salud y en algunos casos no cuentan con insulina de calidad o en sus formas farmacéuticas más modernas.

La telemedicina ha ganado un lugar destacado en la atención médica, especialmente durante y después de la pandemia de Covid-19; y varios estudios han evaluado su implementación con resultados muy positivos en diferentes países que ya la utilizan de forma rutinaria en pediatría o en la medicina del sueño.

Salvo algunas pequeñas excepciones, sobre todo entre los médicos en el ejercicio privado, la telemedicina es un campo muy poco explorado en la atención a los pacientes en México.

Desde hace varios años que la educación a los estudiantes de medicina ha tratado de alcanzar las diferentes modalidades diagnósticas y de tratamiento que he mencionado anteriormente. En el mundo, los programas de educación médica de pregrado y posgrado están evolucionando para incluir enfoques más modernos y actualizados.

Algunos planes de estudio en diferentes universidades en Estados Unidos ya contemplan, no una carrera de medicina, sino diferentes tipos de metodologías de estudio para diferentes tipos de médicos. Se ha entendido finalmente, que nadie puede estudiar toda la medicina y que ésta no puede aprenderse en 4 o 5 años de pregrado.

Las innovaciones tecnológicas y los cambios en las necesidades de atención médica están dando lugar a nuevas carreras en el campo de la medicina y la salud y en los próximos años veremos más profesionales graduados de disciplinas como realidad virtual y aumentada en salud, profesionales en recursos oncológicos, educación médica comunitaria o técnicos en impresión 3D para la medicina.

Es urgente que en México las universidades comiencen a formar profesionales más allá de médicos y personal de enfermería, si queremos contar con los recursos humanos más adecuados para encarar los retos de salud del presente y el futuro.

La Inteligencia Artificial (IA) está transformando la práctica médica diaria, ofreciendo soluciones innovadoras y eficientes. En el diagnóstico, los algoritmos de IA analizan imágenes médicas con una precisión que rivaliza o incluso supera a los expertos humanos, especialmente en áreas como la radiología y la patología.

Esto permite una detección más rápida y precisa de enfermedades como el cáncer.

En la atención al paciente, los sistemas de IA pueden monitorear constantemente los signos vitales y alertar al personal médico sobre cambios críticos, mejorando la atención en unidades de cuidados intensivos y en la monitorización remota de pacientes. Además, la IA asiste en la personalización del tratamiento, analizando grandes conjuntos de datos para identificar las terapias más efectivas basadas en el perfil genético y clínico del paciente.

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La IA también está emergiendo en la gestión de la salud, donde ayuda a identificar patrones y riesgos de enfermedades a nivel poblacional, optimizando así las estrategias de prevención y gestión de recursos.

La IA no solo mejora la eficiencia y precisión en la medicina, sino que también abre nuevas vías para el cuidado personalizado y la investigación médica.

Todos estos avances se ven lejanos. El sistema de salud de México enfrenta la peor crisis de su historia. Un sistema arcaico, anquilosado y con una visión limitada que ha sido, además, desmantelado durante esta administración.

No es posible continuar pensando que las pocas cosas aprendidas hasta hace 30 años podrán seguir ofreciendo la misma calidad y esperanza de vida a los pacientes.

Nos urge un cambio de visión. Un cambio de paradigma. México debe dejar de ser el gran perdedor en salud.

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