China planea conquistar Asia Central con infraestructura y ocupar el lugar de Rusia
El presidente de China, Xi Jinping, asiste a una conferencia de prensa conjunta con el presidente francés, Emmanuel Macron, en Beijing el 6 de abril de 2023. Foto: Ludovic Marin/ AFP

China relanza esta semana sus grandes proyectos de infraestructuras en Asia Central con una cumbre que pretende llenar el vacío dejado por Rusia, potencia tradicional de esta región, ahora debilitada por las sanciones derivadas de la guerra de Ucrania.

Las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central desempeñan un papel fundamental en la iniciativa china llamada Nuevas Rutas de la Seda, también conocida como El Cinturón y la Ruta.

Este faraónico programa, impulsado por el presidente chino Xi Jinping, que lo lanzó en 2013, quiere construir carreteras, puertos, ferrocarriles e infraestructuras en el extranjero con fondos chinos.

Solo en Asia Central, China afirma que su comercio con Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán alcanzó los 70 mil millones de dólares el año pasado y aumentó un 22% interanual en el primer trimestre de 2023.

Los analistas apuntan que la guerra de Ucrania ha acelerado aún más la tendencia favorable a Pekín, porque algunos países cuestionan sus vínculos tradicionales con Rusia y buscan garantías económicas y diplomáticas en otra partes.

“Tras la agresión rusa en Ucrania, las repúblicas centroasiáticas empezaron a temer por su soberanía”, afirma Ayjaz Wani, investigador del centro de reflexión indio Observer Research Foundation.

Xi Jinping recibirá a los líderes de los cinco países de la región el jueves y el viernes en la ciudad de Xi’an, en el centro de China, antiguo extremo oriental de la Ruta de la Seda, en una cumbre que Pekín califica de “extremadamente importante”.

Enfoque “coherente”

La cumbre debería ser una oportunidad para avanzar en algunos proyectos de infraestructuras, entre ellos, la línea de ferrocarril China-Kirguistán-Uzbekistán, –paralizada desde hace tiempo, por valor de 6 mil millones de dólares– y la ampliación del oleoducto entre Asia Central y China.

Esta región está unida a China por fronteras comunes y una larga historia y Pekín intenta ahora tener un papel más importante.

“El enfoque de China hacia Asia Central ha sido muy coherente”, afirma Nargis Kassenova, directora del Programa de Asia Central del Centro Davis de Estudios Rusos y Euroasiáticos de Harvard.

Kassenova cita los antiguos vínculos de Pekín con estos países en materia de seguridad, infraestructuras y desarrollo. La guerra de Ucrania, afirma, no ha hecho más que “empujar a los países de Asia Central a los brazos de China”.

Sin embargo, la creciente influencia de Pekín no siempre es bien recibida.

En 2019 estallaron manifestaciones antichinas en Kazajistán, alimentadas por la sensación entre parte de la población de que el control de China se había vuelto demasiado fuerte.

Un año después, una empresa china que planeaba invertir casi 300 millones de dólares en un centro comercial y logístico en Kirguistán se retiró tras unas protestas.

El temor a que China utilice su influencia para modificar la política nacional “ha alimentado las fobias crecientes”, afirma Sébastien Peyrouse, profesor de la Universidad George Washington de Estados Unidos.

Las inversiones chinas “no están destinadas a desarrollar la producción local, sino a crear condiciones favorables para la exportación de productos chinos y la importación de materias primas”, afirma.

Otra fuente de tensión es el trato dado a los uigures de la región china de Xinjiang, donde varios gobiernos occidentales acusan a Pekín de una represión que se habría traducido en el internamiento en campos de reeducación de más de un millón de miembros de esta y otras minorías musulmanas.

La proximidad cultural y lingüística de los uigures con la mayoría de los pueblos de Asia Central ha contribuido a alimentar el sentimiento antichino.

“Asimetría”

Los analistas afirman que China es más popular entre los gobiernos de Asia Central –que buscan inversiones para desarrollar sus países– que entre sus poblaciones.

“Esto se debe en parte a la gran asimetría, demográfica y económica, entre ellos y China”, afirma Li-Chen Sim, del centro de reflexión estadounidense Middle East Institute.

El resentimiento popular también se ve alimentado por “la falta de puestos de trabajo reservados a la población local en proyectos financiados por China” y “los altos niveles de endeudamiento” con Pekín, señala.

Con información de AFP.

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